jueves, 18 de diciembre de 2014

Aikido es trabajo duro - Yamaguchi Seigo Sensei

Aikido es trabajo duro – Yamaguchi Seigo sensei

Autor: Andrzej Bazylko sensei
Traducción (autorizada por el autor):
Mauro Novara fukushidoin,
Cecilia Villanueva y Gabriela Pintos






Algunas veces un encuentro puede cambiar tu vida entera. Te deja una impresión que no puede ser removida hasta el final de tus tiempos. Para mí, tal extraordinario evento fue conocer a Yamaguchi Seigo sensei (1924-1996). Solo asistí a dos seminarios dictados por él, en los cuales entendí muy poco. Sin embargo, la facilidad con la que ejecutaba las técnicas y la belleza inusual de sus movimientos me estimuló un deseo irresistible en seguir su mismo camino, aunque no llegue muy lejos. Hasta el día de hoy no se cual es el propósito de esto, pero tengo en mí el anhelo por este fenómeno inusual que es el Aikido de Yamaguchi sensei. Tengo la fortuna de ser estudiante de Christian Tissier sensei – uno de los estudiantes de Yamaguchi sensei. También he conocido algunos de sus estudiantes más sobresalientes: Seishiro Endo sensei (1942-) y Masatoshi Yasuno sensei (1948-).


El Aikido de Yamaguchi sensei está presente en la enseñanza de sus estudiantes (hoy shihanes), aunque ellos difieren mucho entre sí. Yamaguchi sensei podía generar lo mejor de todos sus estudiantes. Sin embargo, no quería que lo imitasen. Cuando ellos se fueron para otros países a enseñar Aikido, no estaban en la posición de enseñar su Aikido. Como si fuera obvio, los lleno de él pero ellos no podían reproducirlo. Ellos tenían la base, los cimientos sobre los cuales podían levantar sus propios edificios. Solo podían hablan en sus propios nombres. Él quería que fueran ellos mismos. Él no podría seguir a la multitud, valoraba a las personas que tenían sus propias opiniones y eran capaces de sostenerlas. Él nunca se apoyó en la autoridad de O´Sensei. Él decía, “O´Sensei es O´Sensei, y mi nombre es Yamaguchi”. Esto no significaba que no valorase a su propio Maestro. Al contrario, pero sentía que cada uno debía ser responsable por las propias acciones, por lo que uno transmitía a los demás. Apoyarse constantemente en la autoridad del propio maestro, él lo veía como una falta de madurez. Si alguien quiere enseñar a los demás, entonces primero se debe crecer para dar a la nueva generación los conocimientos y las habilidades que se recibió. Él sabía cómo escapar del cuidado de su maestro, como mirar críticamente lo que había aprendido. La técnica (el Aikido) de Yamaguchi sensei no era transferible, le fue dado exclusivamente a él, pero pudo construir algo propio. Cada uno es diferente y practica el Aikido a su forma. Para poder hacerlo, sin embargo, se debe tener un guía. Yamaguchi sensei fue un guía. Él no quería imitadores, sino sucesores quienes sigan sus propios caminos.

La relación entre el maestro y el estudiante es algo especial, basado en una profunda confianza. Yamaguchi sensei se convirtió en alumno de O´Sensei en el año de 1950. Antes de esa fecha había intentado convertirse en un funcionario del Japón. Inclusive había pasado el examen que lo habilitaba a trabajar para el gobierno. Quería trabajar en asuntos públicos o en la esfera de relaciones internacionales. También consideraba la posibilidad de trabajar en una gran empresa de construcción. Como última instancia había decidido irse, posiblemente a Europa, la opción que más le atraía era Francia. Nyoichi Sakurazawa (George Ohsawa, 1893-1966), el creador de la Macrobiótica, que era amigo de su padre, y también un amigo cercano de O´Sensei, le aconsejo que realice algún arte tradicional japonés y le dio una carta de recomendación para Ueshiba Morihei. Conocer tal extraordinaria figura fue decisivo para el resto de la vida de Yamaguchi Seigo. Se convirtió en uchi deshi (estudiante interno) de O´Sensei y decidió enfocarse exclusivamente en Aikido. Esto era una elección bastante inusual, eran dificilísimos tiempos de postguerra. La gente no estaba interesada en el Budo (al contrario), solo en asuntos vitales. Yamaguchi sensei se convirtió en el primer instructor profesional del Aikido, no tenía otra ocupación. Luego esta situación fue cambiando ya que la gente comenzó, de a poco, a practicar artes marciales, se fueron abriendo Dojos, y el Aikido se fue volviendo popular. Sin embargo, al momento de la decisión de Yamaguchi sensei la situación era otra. Es necesario tener la visión en la vida de los que uno quiere realmente hacer. Yamaguchi sensei decidió comprometerse al camino señalado por O´Sensei. Ciertamente, la habilidad para realizar decisiones maduras no es tomar el camino fácil, separando las cuestiones importantes de las triviales lo ayudó a sobrevivir durante la guerra. Cerca del fin de la misma, integraba una cuadrilla kamikaze y fue llamado a la acción, muchos de sus amigos murieron y estaba preparado para seguir el mismo destino; y lo hubiera tenido si la guerra no hubiese terminado antes. Su misión suicida no se materializó pero no era posible que no influyera en el resto de su vida.

Yamaguchi Sensei tenía memoria fotográfica y podía fácilmente repetir cualquier movimiento que observara. O´Sensei no explicaba las técnicas, simplemente las mostraba. Todo tenía que ser descubierto por uno mismo, ciertamente es mucho más difícil, pero permanece en nosotros por siempre. El movimiento no es forzado por nadie, se vuelve nuestro propio movimiento. Yamaguchi Sensei comprendía todo muy rápidamente, solo después de dos años de práctica comenzó a enseñar. Fue por su propio camino, pero mantenía un fuerte lazo con su maestro y le tenía un profundo respeto. Se fue volviendo un maestro muy popular y tenía muchos alumnos no solamente en Japón sino también fuera de sus límites. Condujo numerosas prácticas en Europa (primero que todo en París - Francia, pero también en Mannheim - Alemania, en Oxford - Inglaterra, Suiza, Bélgica y Dinamarca), en los Estados Unidos, en Canadá y en Sudamérica (Brasil, Argentina, Uruguay). Desde 1958 a 1961 enseñó Aikido en Burma (Myanmmar). En el Aikikai Hombu Dojo en Tokyo conducía clases especiales de altos grados. Nadie podía entender sus técnicas, aun instructores con los más altos grande de Hombu Dojo no podían desentrañar como con el mínimo esfuerzo era capaz de ejecutar cualquier técnica, más allá del tipo de ataque y de la persona que lo atacaba. A los ojos de la mayoría de los estudiantes de la segunda generación de O´Sensei, era considerado un genio del Budo. Casi nunca ocurría que maestros de Hombu Dojo atendieran otras clases, algunos de ellos participaban en las clases conducidas por Yamaguchi sensei, lo cual era un signo de un respeto inusual. Incluían entre otros: Masando Sasaki (1929-), Mitsugi Saotome (1937-), Yoshimitsu Yamada (1938-) and Kazuo Chiba (1940-). Muchas personas sentían que Yamaguchi sensei, debido a su gran popularidad y técnicas inusuales, crearía su propia escuela de Aikido. Sin embargo no lo hizo, consideraba a las divisiones un sin sentido y era fiel a la memoria de O´Sensei.

Yamaguchi Sensei tenía un carisma inusual y un gran don para la enseñanza. Era un verdadero maestro de artes de combate. Hasta que uno no conoce a un hombre como él, no se puede saber lo que esto realmente significa. Esta condición se le atribuye usualmente a varias famosas figuras del mundo de las artes marciales. Muchas veces son evaluaciones justas, pero basadas en la leyenda más que en la realidad, que se mantiene desconocida. A veces también nosotros les concedemos este nombre a los maestros en vida. Tal vez porque por la distancia, en términos de técnica y experiencia, que nos divide de ellos. Ocurre, sin embargo, que etiquetamos a alguien así naturalmente, como si fuese obvio y nadie podría negarlo. Este era el caso con Yamaguchi sensei. Nadie contemplaba que graduación se le había otorgado, lo importante era que fuese Yamaguchi sensei. Algunos estaban fascinados por la inusual efectividad, aunque parecía que no había razones más allá de esto. Se veía al ejecutar las técnicas que no obedecía ninguna regla: no controlaba la distancia, tenía un centro de gravedad alto, aparentemente se movía con torpeza, inclinado. Hacia todo aquello que le pedíamos a los principiantes que eviten. Al observador externo le parecía que la técnica en realidad no era ejecutada, uke imitaba y todas las acciones consistían en un juego entre el ser atacado y responder. Muchas veces escuché tales opiniones, incluso de aikidoka sentados en medio de sus prácticas. Cualquiera que haya tenido alguna vez el honor de atacar a Yamaguchi sensei estaba convencido de esto. Independientemente de la potencia, fuerza, velocidad, movimientos, momentos y otros aspectos del hecho de atacar, el resultado era siempre el mismo. De plano sobre el tatami más rápido de lo que uno podría imaginarse, a menudo sin darse cuenta de cómo había sucedido. Yamaguchi Sensei nunca corregía un ataque, cada ataque era aceptado, al igual que el atacante. Esto estaba repleto de armonía, adhiriendo al Aikido. La respuesta del maestro no era obvia, siempre había cierta ansiedad por el resultado del ataque, que alcanzaría al atacante. Yamaguchi Sensei en el dojo se veía poderoso, afuera de él se mezclaba con la multitud. Quienes eran lo suficientemente afortunados para atacarlo, sin embargo, no tenían ansiedades. Sabían que Sensei cuidaba de todo. Solo quien haya sentido la ejecución de una técnica sin esfuerzo en respuesta de su mejor ataque, tal vez podría entender lo inusual que es el aikido como arte marcial. Solo algunos aikidoka pueden contar con esa experiencia, los alumnos de Yamaguchi sensei tuvieron esa suerte.

El maestro de las artes marciales enseña durante toda su vida. La enseñanza no solo se realiza en el tatami, su arte llena su vida entera. Tiene una individualidad rica y está conectado fuertemente con los estudiantes. Yamaguchi Sensei tenía dos vicios: el café y los cigarrillos. El primero lo pudo dejar, pero el segundo desafortunadamente no. Iba todos los días a cafés. Frecuentemente podía ir allí, cambiar el entrenamiento de la mañana y quedarse hasta la tarde. Y con él, no tan frecuentemente, sus estudiantes también aparecerían. Yamaguchi Sensei fue un hombre de conocimientos. Su padre fue director de una escuela pública y tenía muchos libros que su hijo amaba leer. Historia, literatura, filosofía, eran sus áreas de interés y podía hablar entretenidamente de estos temas. Si algún estudiante decidía entrar en la conversación, tenía que estar muy seguro de sí mismo, para no parecer un tonto. Estas conversaciones modelaron y les dieron forma a los estudiantes de Yamaguchi Sensei. Las conversaciones con el maestro, sus historias en el café, tenían para ellos tanto significado como lo que se aprendía en el tatami. Para todos aquellos que pasaron algún tiempo con él, era claro que lo que más valoraba era encontrarse con la gente, estar en compañía de otros. Frecuentemente reflexionamos sobre las cosas importantes que hemos hecho en la vida, que dejaremos atrás en este mundo. Recordamos diferentes hechos y eventos, pero frecuentemente encontramos que lo que realmente importa son las personas que tuvimos la fortuna de conocer. A Yamaguchi Sensei no le importaba mucho las cosas materiales. Sin embargo, siempre encontraba tiempo para encontrarse con otros.

Él trataba al Aikido muy seriamente. En una de las clases dirigidas a personas que eran al menos 4tos danes y después de varias prácticas extenuantes, les preguntó que era el Aikido. Se dieron varias respuestas; una filosofía de la vida, el arte del movimiento, la manera de resolver el conflicto, el arte de la pelea, o incluso el camino del autodesarrollo. Yamaguchi Sensei dijo: “Aikido es trabajo duro”. En cada respuesta había una pequeña parte de la verdad, pero Sensei quería enfatizar que la única manera de buscar la respuesta era un entrenamiento intensivo. Aikido es el lenguaje del cuerpo, no puede ser entendido teóricamente. La conversación es importante, pero el trabajo es lo más importante. Sin embargo, no depende solamente del esfuerzo. La cosa no es solamente cansarse, pero, y tal vez primero que todo, es estar siempre preparado para aceptar algo nuevo. La concentración constante es necesaria para no repetir los movimientos viejos y para aprender los nuevos. Usualmente no escuchamos lo que nos dice el maestro y no observamos lo que nos muestra. Suficiente que escuchamos alguna frase conocida y el resto lo ajustamos a lo que ya hemos aprendido antes. Descansamos en los viejos hábitos. Yamaguchi Sensei combatía contra este tipo de actitud la cual era (es) común entre los aikidoka. Él exigía atención. Constantemente repetía que uno “en la práctica debería tener el espíritu de un principiante” (shoshin). Siempre percibía la falta de concentración de los estudiantes. Todos aquellos presentes en su clase querían ser llamados como uke, ser llamados para la demostración de una técnica, o más bien a un conjunto de técnicas porque el maestro rara vez llevaría a cabo una sola técnica. En sus clases en Hombu Dojo participaban muchas personas y Yamaguchi Sensei tenía dos o tres veces el mismo uke. Frecuentemente llevaba a cabo las técnicas con Yasuno Sensei, que tenía un cuarto de su edad. Sin embargo, si alguno dejaba de prestarle atención era llamado de inmediato por Sensei para ir al frente como uke. Los uke potenciales estaban casi siempre preparados, pero Yamaguchi Sensei siempre los llamaba en el momento en el que no estaban preparados. Sus clases estaban llenas de pasión. Uno no solo tenía que estar atento en la anticipación, sino también en la práctica. Yamaguchi Sensei no diferenciaba las técnicas, no las analizaba. Era más bien un proceso, una conversación entre dos compañeros formando un todo, más que una serie divida en técnicas. Una técnica fluía suavemente en otra. La técnica previa determinaba la apertura para el inicio de la siguiente. Sensei no trataba de ser espectacular. La técnica no era para él el objetivo en sí mismo. Servía de comunicación con el compañero/a. Esto se ejercitaba en un contacto constante. Cada movimiento en un compañero/a causaba una reacción en el otro. La conversación no puede ser rota.

Yamaguchi Sensei era muy estricto con sus mejores estudiantes, les exigía al máximo y tenían que trabajar duro. Podía ser riguroso con ellos, pero pensaba en su futuro. Relacionado a eso Endo Sensei comentó que después de diez años de estar practicando Aikido, tuvo una grave contusión en el hombro derecho. Un día se encontró a Yamaguchi Sensei en un café, quien le dijo “Has practicado Aikido durante diez años, pero ahora puedes usar solamente una mano ¿Entonces, que vas a hacer?” Movilizado por esa pregunta, Endo Sensei comenzó a practicar casi exclusivamente bajo su dirección. Así comprendió que Yamaguchi Sensei practicaba completamente diferente a otros maestros, y eso era exactamente lo que más le convenía. El maestro le dijo “Incluso si no entiendes lo que yo propongo, confía en mí y haz el sacrificio los próximos diez años”. Diez años parecían una eternidad, pero Endo Sensei confió en él y su Aikido se transformó por completo.

El lugar más importante donde enseñaba Yamaguchi sensei, aparte del Hombu Dojo, era el Zoshukan Dojo en Shibuya, Tokyo. Era un dojo de Kendo por lo que no había tatami; sólo los estudiantes más cercanos practicaban allí. La falta de tatamis significaba que incluso durante la práctica del ukemi era necesario mantener una absoluta concentración. Sin embargo, las técnicas se realizaban a toda velocidad. Había solamente una desaceleración en las proyecciones. Esto permitía a los uke realizar el movimiento, parar en el último momento y completar el ukemi normalmente. Esa forma de trabajar significaba que cada momento del movimiento era esencial, la concentración no se podía perder incluso ni por un instante. El trabajo duro realizado en común, produjo profundos lazos. Incluso los más grandes maestros de Aikido ganaban poco, así que al final del año, los estudiantes más cercanos de Yamaguchi Sensei recaudaron dinero para él. Éste fue un gesto simbólico, pero con una dimensión material.

Uno de los resultados del régimen alimenticio de Yamaguchi Sensei fueron úlceras intestinales. Su médico le recomendó una operación y afirmó que sería capaz de permanecer activo por otros veinte años. Sin embargo, Yamaguchi Sensei creía en el orden natural de las cosas. El no decidía sobre esas medidas radicales. Sentía que iba a poder lidiar con ello. Supuestamente, en la víspera de su muerte, participó en una demostración de Aikido siendo atacado por tres ukes. Después de la demostración Sensei tuvo problemas con la respiración y se sintió mal. Regresó a su casa a pie y allí murió mientras dormía el 24 de enero de 1996.


Su Aikido, aunque fugaz, tuvo una gran influencia sobre muchos de los maestros destacados actuales, en este arte marcial. Fue uno de los pilares del Aikido moderno, aunque no universalmente reconocido. Sus logros son considerablemente mayores que su popularidad. No conocemos al autor, aunque a menudo nos familiarizamos con él a través de su trabajo. Después de todo, sus técnicas parecían imposibles de transmitir… ¿Por qué no murieron junto con él? Porque dejaron una huella permanente en aquellos que tuvieron la suerte de entrar en contacto con su arte.

jueves, 27 de noviembre de 2014

[Heavy Hand, Light Heart]: Morihiko Murashige Sensei, 7th Dan, Shihan

[Heavy Hand, Light Heart]: Morihiko Murashige Sensei, 7th Dan, Shihan, Feb 26, 1945 –  octubre 11, 2013  
Jueves 26 de Diciembre de 2013
Por: Benjamin Pincus**
Traducción: Uriel Hernández



Algunas personas afirman haber sido tocadas por las alas de los ángeles; yo creo poder afirmar que fui lanzado, inmovilizado y asfixiado por un juguetón y entusiasmado diablito. Vi a Murashige Sensei por primera vez cuando visité el San Diego Aikikai, varios años antes de unirme al programa kenshusei de Chiba Sensei.
Tal vez debería empezar con la leyenda porque las historias que construimos determinan mucho de cómo comprendemos la identidad y el alma de una persona. El padre de Murashige Sensei, Aritoshi Murashige, fue alumno directo de Jigoro Kano, fundador del Judo. Eventualmente dejó el Judo para estudiar Aikido con O' Sensei. Famoso por su habilidad y su intensidad como artista marcial, inspiraba miedo; describiendo su visita a Hombu Dojo afirmó Chiba Sensei, "me daba mucho miedo"; no era poca cosa, viniendo de alguien que también llegó a inspirar algo de incomodidad. El padre de Murashige Sensei tenía una tremenda presencia; según las historias, incluso los bebés consentidos dejaban de llorar cuando él entraba a la habitación, como si instintivamente detectaran al depredador.
Muchas historias son bastante oscuras también. Aritoshi Murashige fue ejecutor del ejército japonés durante la guerra, en China. Como podrán imaginarse, sus hijos estuvieron sujetos a intensos métodos de instrucción marcial. Murashige Sensei, decía poco sobre su padre, pero cuando le preguntaban sobre cómo aprendió Aikido, decía con su típico modo chusco: "Iba a la escuela y siempre me pegaban. Voy con mi papá, aprendo más Aikido y regreso a la escuela y me pegan otra vez. Entonces aprendo más Aikido y ya nadie quiere pelearse conmigo."
También he escuchado muchas historias sobre Murashige Sensei. Cuando llegó a Estados Unidos apostaba en los bares, retaba a la gente a pelear. Inevitablemente apostaban a favor del musculoso parroquiano del bar en vez del pequeño y callado japonés. O también está la historia de su asalto en Central Park, cuando Manhattan era una zona de conflicto y los turistas japoneses eran blancos fáciles dada su tendencia a llevar consigo grandes cantidades de efectivo. Sensei apenas sabía inglés, pero levantó su reloj y dijo "you want this?" ["¿quieres esto?"]. Cuando el ladrón voltea a ver el reloj, Murashige Sensei usa uraken uchi, la misma mano del reloj, para golpearlo en la cara y se marcha despreocupado.

Menciono estas historias porque Murashige Sensei aparentaba la ferocidad de su padre y su pasado marcial, junto con su espíritu juguetón e idiosincrático. El lector se lo imaginará con un carácter difícil, pero Sensei era divertido, juguetón y travieso. En un dojo famoso por su marcial intensidad, su práctica seria y rigurosa, Sensei era el bufón del grupo. Corríamos como pollos descabezados mientras Sensei hablaba como un niño en vacaciones. Lo recuerdo poniéndole una gota de crema al whisky de Chiba Sensei cuándo él había abandonado brevemente su lugar en la mesa un viernes durante la cena. Luego, como un niño pequeño, soltaba risitas con una sonrisa maravillosa de complicidad en la cara.
Murashige Sensei describía ser proyectado por O' Sensei como algo mágico y místico: "Un momento estaba de pie y al siguiente en el suelo". Decía no tener absolutamente una idea de qué había pasado y de cómo el mundo se había movido. De manera similar, el ki de Murashige Sensei era inexplicable; un pequeño y delgado hombre, parecía que su poder no venía de ningún lado. Si capturabas su técnica en la quietud de una fotografía, podía parecer desbalanceado y sin gracia. Pero su apariencia despreocupada y su constitución pequeña escondían tremenda fuerza interior, sincronización y sutileza. Sus hombros estaban relajados y libres de tensión y sus manos suaves y extendidas como si fuera a cargar a un bebé. O a golpearte el abdomen. También lanzaba con increíble poder y calma: Su iriminage había estudiado la soltura y virtuosismo del bateo beisbolístico del gran Sadaharu Oh* contra una bola fácil (Sensei me hacía tomar ukemi en iriminage bloqueando su proyección con el brazo para reducir la posibilidad de lesión). Poder suave, lo llamaba. Nunca antes sentí algo así.

¿Creo en la magia? Si definimos la magia como una sensación de asombro ante lo inexplicable, entonces creo que Murashige Sensei tenía magia (si aún estuviera con nosotros, me corregiría; lo llamaría "el Poder", en su lugar y luego me lanzaría varias veces bastante lejos. Una vez me dijo, "mi padre también tenía "el Poder"). Su capacidad técnica y su habilidad para relajarse, le permitían acceder a cantidades de poder sorprendentes, sobre todo considerando su constitución delgada. Muy pocos senpai, incluso alumnos del Fundador, parecían tener acceso a ese tipo de poder misterioso. Supongo que él siempre llevó una vida con encanto en otros sentidos también.
Sensei tenía una afección cardiaca causada por contraer la enfermedad de Kawasaki cuando niño. Esta enfermedad, sin tratamiento, suele ser mortal para sus víctimas jóvenes. Aparentemente él vivió más tiempo que ningún otro en EEUU con esa enfermedad. Frecuentemente me pregunto si su perenne buen humor tenía algo que ver con la conciencia de su propia mortalidad. ¿Por qué enfocarse en lo conocido cuando puedes practicar Aikido, reír, amar a tu familia, beber cerveza, comer sushi y preparar buena comida? ¿Qué más hay en la vida?
Lamento el fallecimiento de un gran maestro. Tengo tantos recuerdos. Sensei, cerveza en mano, demostrando un "no inch punch" [golpe sin distancia], con Matt Desmond en la fiesta del dojo. Matt es un hombre grande, actualmente en las Fuerzas Especiales. Él estaba de pie, manteniendo una estable postura de hanmi y Sensei estaba en su silla; empujó a Matt a varios pies de distancia sin derramar su trago.
En uno de sus momentos de mayor seriedad, Sensei me explicó su secreto: "Mano pesada. Por fin descubrí el Poder", como si fuera algo obvio y simple (una vez dio la explicación esotérica de que, "el poder de Chiba Sensei viene de aquí" -señalando su pulgar- y "mi poder, viene de acá" -meneando su dedo meñique. Incluso una vez Chiba Sensei, alumno directo del Fundador, nos dijo una vez, "aprendan de él, él hace cosas que yo no puedo hacer".
Lo recuerdo amigable y divertido, también me acuerdo, ¡claro!, su mortífero y relajado iriminage, con tan poco esfuerzo muscular y tanta energía. Recuerdo sus rápidos atemi (golpes) y sus clases de sutemi waza: hacía locas técnicas de sacrificio de la nada y luego una sonrisa traviesa cuando volvía a levantarme. Era difícil no sonreír a pesar de la intensidad. Mano pesada, corazón ligero y mucho ki. Buena suerte en su viaje final, Sensei. Muchas gracias por su enseñanza y su maravilloso espíritu.

Breve biografía:
Nacido en Yamaguchi-ken en 1945, Murashige comenzó a estudiar Aikido cuando era adolescente con su padre, Aritoshi Murashige. Se mudó a Tokyo para entrenar en Hombu Dojo con Morihei Ueshiba, entre otros, con Seigo Yamaguchi, Yoshimitsu Yamada, Kazuo Chiba, Mitsunari Kanai y Terry Dobson. Citaba a Yamaguchi como su mayor fuente de inspiración. Dio clases en New York Aikikai, con Yamada Sesnei durante tres años empezando en 1965, antes de regresar a Japón. Volvió a San Diego, donde trabajó como chef de sushi. En 1981 también enseñó en San Diego Aikikai, con Chiba Sensei, alumno directo del Fundador, se fue de este dojo para enseñar en Jiai Aikikai de San Diego donde dio clases de Aikido hasta tres días antes de su muerte el 11 de octubre de 2013.
*Sadaharu Oh rompió el record de jonrones: 868 durante su carrera beisbolística en la ligas mayores japonesas. Famoso por su bateo en postura de flamingo, mantenía su pierna derecha encogida arriba justo antes del lanzamiento. Oh practicó Aikido para mejorar sus habilidades de bateo y atribuyó su tremendo éxito a dicha práctica. Esta postura de pata de flamingo era efectiva a causa de que exigía mucha confianza en su equilibrio a pesar de la falta de balance que producía. De modo similar, Murashige Sensei a veces pararentaba desbalance a causa de su extremadamente relajado método interno de Aikido, pero su cuerpo estaba tan integrado que le permitía proyectar a gran distancia con un mínimo de esfuerzo. Yo he sido lanzado frecuentemente por personas con mayor masa corporal que la mía, pero es una experiencia muy diferente cuando me proyecta alguien de una estatura más corta, como Murashige Sensei.
**Benjamin Pincus es el instructor en jefe y director ejecutivo de Aikido of Champlain en Champlain Valley, ubicado en Burlington, Vermont. Aikido of Champlain es una asociación no lucrativa dedicada a crear una comunidad sustentable y un mundo apacible a través del estudio del arte marcial japonés tradicional que es el Aikido.




viernes, 14 de noviembre de 2014

¿Qué significa estar sentado?


Tomado de http://kihon-dojo.blogspot.com/
La gestualidad japonesa. Tada, Michitaro.
Editorial Adriana Hidalgo. Bs. As. Argentina, 2007.




¿En qué postura estás leyendo esto?, ¿cómo está tu espalda, recta?, ¿cómo es tu respiración?.

Normalmente para nosotros los occidentales, nuestra postura es algo a lo que no ponemos mucha atención y curiosamente asociamos ciertas posturas a mayor o menor pasividad: con frecuencia decimos "tendrás que esperar sentado", cuando queremos decir que algo demorará demasiado. Estar sentado usualmente significa eso: estar, indica un estado y no una acción.

En algunas disciplinas tradicionales japonesas (marciales o no), sentarse representa una acción en sí misma; sin embargo, en Aikido estar sentado (seiza) no es tan central como lo es (el sazen) en el budismo, lo cual me ha hecho preguntarme muchas veces qué quiere decir estar sentado en general, más aún en el tatami, espacio en cual se realiza meditación en movimiento.

Una feliz casualidad me llevó a encontrarme un libro llamado La gestualidad japonesa, escrito por un antropólogo japonés, en el que hay reflexiones sobre las más variopintas formas de gestualidad, entre ellas, el estar sentado.  Es un estudio interesante porque ofrece una explicación contemporánea de cómo puede explicarse una costumbre relativamente anticuada para los propios japoneses.

Les comparto fragmentos del capítulo en cuestión, cuyas páginas me causaron tanta sorpresa como al bibliotecario de la Facultad de Filosofía y Letras encontrar a un lector sentado en seiza a medio pasillo, orillado a leer sobre el suelo a falta de asientos en la sala de lectura.

Uriel


"Suwaru II
Estar sentado II

[...]

Se dice que el director de cine Yasujiro Ozu sufría de indigestión porque trabajaba boca abajo durante largos períodos [...], ¿por qué este hombre se recostaba con el peso sobre el estómago por tanto tiempo?, ése era el ángulo de cámara preferido del director y, por lo tanto, el problema estaba relacionado con el concepto estético de Ozu. Todos los equipos de filmación provenían, por supuesto del mundo occidental; los ángulos de cámara normales ofrecían la perspectiva de quien está de pie o sentado en una silla. Sin embargo, estos ángulos no son adecuados si deseamos que las representaciones de las escenas japonesas y del interior de las habitaciones japonesas comuniquen una sensación "estable".


[...]Todos los espacios interiores y objetos japoneses -como el nicho de imágenes tokonoma, el arreglo floral ikebana, y el conjunto de estantes escalonados del tokonoma- están construidos para ajustarse a la perspectiva de una persona que está sentada en el suelo. La mirada de una persona que está sentada es, por así decirlo, uno de los estándares de la cultura japonesa.

[...]El acto de estar sentado, el concepto moral que se asocia a la condición de estar sentado, su estética e incluso a la comodidad física que permite sentir, son todos aspectos incluidos en suatte, (que también significa estar sentado) en la vida cotidiana. Y todos los aspectos, de hecho, señalan estar "equilibrado".

[...]La postura de sentarse erguido se originó, según Kunio Yanagita, en la cortesía de hacer una reverencia al arrodillarse. Las personas se arrodillaban en presencia de los nobles. Suwarru (sentarse) se desarrolló a partir del gesto de kiza (arrodillarse). Estaba prohibido sentarse, es decir, apoyar la cadera en los pies al arrodillarse. Sin embargo, cuando la gente comenzó a recibir invitados en su propia casa con más frecuencia, el gesto de kiza comenzó a desaparecer y la gente comenzó simplemente a suwuaru. Yanagita dice sobre los cambios en estas posturas:

"...especialmente cuando una familia recibía invitados en la residencia de Edo (actualmente Tokio), el anfitrión les dedicaba la cortesía de arrodillarse frente a ellos. Ante este gesto el invitado no podía quedarse de pie y sentirse como en su casa. Entonces, ambas partes se arrodillaban, una en honor a la otra. Mientras tanto, las mujeres y los niños adquirieron la costumbre de relajar sus pies cuando se arrodillaban, por lo que llevaban sus rodillas al piso y luego apoyaban la cadera sobre sus talones. Este es el origen del movimiento actual de arrodillarse para terminar sentado. Es decir, suwaru primero significaba sueru (apoyar la cadera). En dialecto también se decía nemaru." (Minji saji, Cuestiones populares y trivialidades).

Por eso, desde el periodo histórico en que comenzó la residencia urbana del Samurai, iru (estar) se transformó en suwaru (estar sentado), y esta postura quedó establecida como una costumbre nacional.

Esto significa que estar sentado se volvió una postura social de rei (cortesía o "modales"), pero es una postura física más fácil y estable que la de arrodillarse y que sentarse con las piernas cruzadas. Como posición para el cuerpo no es totalmente cómoda ni demasiado rígida. Además, desde que los japoneses eligieron incorporar esta postura intermedia, surgieron muchas normas morales en torno a ella. Notablemente, la postura no surgió de un concepto moral previo. La postura intermedia rápidamente asumió la función de postura formal habitual, y de allí nació el aspecto moral, una consecuencia característica de nuestra forma de ser.

Cuando nos sentados erguidos, la energía del cuerpo se centra debajo del estómago. Se dice que nuestra posición permite que surja un poder único. ¿Por qué? Con frecuencia la gente expresa la idea de que, al sentarse erguidos, nuestros sentimientos ochitsuku (se estabilizan). Podemos tener paz y tranquilidad. Sin embargo, si el objetivo principal es tener paz y tranquilidad, ¿acostarse no sería la postura más estable? No, y que sólo sentirse físicamente estable no es suficiente: lo que necesitamos es una postura que produzca chikara (poder, energía). Aquí entra en juego lo moral.

[...] Me gustaría señalar que en la residencia samurái lo mejor era que todos los muebles y los utensilios diarios estuvieran guardados, no fueran visibles. En otras palabras, había mu (nada). Este mu es, en realidad, una postura de alerta. Si se produjera cualquier emergencia, los residentes podrían rescatar todo lo que necesitaran del armario o del dintel: es bueno guardar todos los objetos innecesarios y tener la casa limpia, inmaculada, porque se considera adecuado y hermoso que las personas estén alertas al cambio.

Los pies son necesarios para caminar, pero no para hablar. La postura que nos obliga a katazukete oku (guardar) los pies debajo de la cadera puede estar impregnada con la estética de alerta al cambio, y por lo tanto también con el código moral que confiere valor a esa actitud. De más está decir que sentarse con las piernas cruzadas es una postura más fácil de mantener, pero en esa posición el cuerpo se ve feo y sin gracia, como si se hubieran dejado a la vista cosas innecesarias y desordenadas.

[...] Bajo la abrumadora influencia de la cultura europea y norteamericana, algunas de las costumbres japonesas que surgieron en la antigüedad se dejaron de utilizar o se están abandonando. Una de ellas es sentarse erguido sobre el tatami. Los jóvenes ya no toleran esa postura porque se sienten demasiado tensos y rígidos. Pero aun cuando nos sentamos en una silla, nos resulta difícil encontrar el lugar adecuado para ubicar nuestros pies, es decir, la posición de nuestros pies es inestable. En Europa y América, las personas tienen la ideología del laissez faire que permite expresar una actitud, en este caso, dejando los pies al aire. Sin embargo, queda por resolver si es correcto en lo que respecta a la cultura de las posturas."

domingo, 26 de octubre de 2014

Entrevista a Iker Arraue


Entrevista a Iker Arrue

Por Uriel Hernández
Tomado de http://kihon-dojo.blogspot.com

 

  
1. En tu trabajo como artista llevas elementos del aikido a la danza, ¿cómo surgió este vínculo? ¿Por qué el Aikido y no otro arte marcial?

Conocí el Aikido de forma más o menos accidental. Mientras hacíamos una producción en Aarhus, Dinamarca. Me acerqué con una compañera a un pequeño Dojo que quedaba cerca de la casa donde nos estábamos quedando. El ambiente de trabajo estaba siendo un tanto pesado, y queríamos hacer algo que nos sacara por completo de aquel estado negativo que el director del teatro estaba empeñado en generar... Fue un período en el que andaba entrando y saliendo del país, y cada vez que tenía oportunidad volvía al Dojo a practicar. El estilo que allá se practica es el de Nishio Sensei, que es especialmente amplio en sus desplazamientos y no enfatiza tanto en las inmovilizaciones como otros estilos, sino que se basa más en los ATEMI y, en consecuencia, en el trabajo de UKE. Puedo estar completamente equivocado con esto, pero esa fue mi sensación. Me llamó la atención desde el primer instante porque era, entre lo que había visto hasta el momento, lo más parecido a una coreografía de danza.

Era consciente que por mi profesión podía reproducir las formas de lo que el instructor mostraba con más facilidad que otros practicantes, pero todo quedaba en eso, en la forma. Sabía que estaba muy lejos de entender la esencia del trabajo, y más aún de reproducirlo.

Cada vez que regresaba al Dojo después de un tiempo habiendo estado ausente, sentía que la práctica me gustaba más y más; los instructores llegaron a ser buenos amigos, vinieron a algunas representaciones y compartimos puntos de vista, hasta que surgió la idea de montar una pieza basada en el Aikido con su ayuda. Ese fue el origen de lo que acabaría siendo la pieza ukeNage, y el inicio de un proceso de búsqueda personal para mí.

Lo primero que me llamó la atención de la práctica fueron obviamente la estética y forma de lo que veía, pero a medida que escuchaba a los instructores hablar sobre su filosofía (el respeto hacia el nivel del otro, hacia los tiempos del otro, hacia las necesidades del otro, etc) encontraba más y más similitudes con la danza, y eso fue lo que acabó por convencerme. En la práctica se mezclan diferentes niveles, cosa que no ocurre en la mayor parte de las disciplinas; esto supone "trabajar" para el otro, hacer todo lo posible para que la práctica del otro sea mejor, más fluida y así, entendiendo que el otro trabajará de la misma forma, el resultado se dispara, crece y dejando de ser dos individuos para ser uno solo. Es la metáfora del 1+1=3, donde ambos elementos se combinan para crear algo más grande que ellos mismos; cuando un grupo de bailarines ejecuta movimientos idénticos, la energía y precisión del grupo supera con creces la de cada uno de los intérpretes. Pero, me pregunto si no es precisamente ahí donde radica la paradoja (o según se mire, la clave) del Aikido (y cualquier trabajo de dúo), la idea de "fluir" con el otro no siempre se cumple. Es entonces cuando uno se para a pensar “¿hasta qué punto está en mi mano? ¿Me equivocaría al afirmar que el trabajo de UKE es casi más importante?” Puede que no, no lo sé, pero esa es mi percepción actual y en consecuencia la manera como abordamos el trabajo de dúo en el estilo que estamos desarrollando en danza; si el trabajo de quien es guiado/manipulado no es lo suficientemente fino, el resultado es muscularmente pesado (además de que estéticamente pierde gran parte de su atractivo, algo que no podemos obviar en las artes escénicas) y, en consecuencia, perjudicial para el cuerpo.

Cuando en danza se trabaja en dúo es muy común que la gente no escuche/respete suficiente, que no trabaje para el otro, que no recuerde que él mismo en una ocasión fue también aprendiz, que iba más lento que su compañero; es entonces cuando quien se suponía tendría que sentirse incentivado ¡se frustra! La danza y el Aikido pueden entenderse como algo meramente corporal, pero nada más lejos de la realidad.


2. Como bailarín y como aikidoka, ¿cómo es tu relación con tu cuerpo, es parecida en ambas disciplinas?

Cada día más. Desde el 2009, en colaboración con diferentes artistas y dentro de la iniciativa “Ai Do Project” hemos desarrollado proyectos en los que el lenguaje coreográfico parte de la unión entre ambas disciplinas: Dos formas de situarse ante el otro, dos formas de interpretar el mundo; danza contemporánea y Aikido.  A partir de ahí y en función de cada producción, el lenguaje coreográfico se define de forma más específica en función de la temática que se abordada, pero siempre desde ese mismo punto de partida.

En consecuencia, a medida que va pasando el tiempo y vamos definiendo los códigos de ese lenguaje de manera más precisa, los límites ente danza y Aikido se van desvaneciendo; o eso creo. Pero esto no es nada nuevo. En general, en el arte contemporáneo, para bien y para mal, los límites entre las disciplinas van desapareciendo poco a poco; creo que es una consecuencia natural dentro del desarrollo/ciclos de su evolución.


3. ¿Consideras que la danza o el baile pueden ayudar a los practicantes de Aikido a mejorar su práctica o que el Aikido puede contribuir a mejorar como bailarín?

Sin duda. Cualquier disciplina corporal aporta un conocimiento y entendimiento extra que siempre será aplicable en la otra, después es sólo cuestión de estilo y de entender qué cosas de una son aplicables en la otra, y cuáles no.

Los caminos para llegar a entender un mismo concepto son infinitos, hay gente que entiende conceptos o sensaciones con mayor facilidad mediante una u otra disciplina y, una vez se asimilan, pueden aplicarse en la primera. Pero la realidad es que cada disciplina requiere muchos años de repetición hasta que uno es capaz de decir "coño, ahora empiezo a bailar" o "ahora empiezo a practicar de forma consciente". Esa sensación de "¡ah!, esto era a lo que se refería tal maestro cuando me decía esto o aquello" es lo más hermoso. ¿No están de acuerdo? La búsqueda, no el resultado.

La sociedad de hoy en día busca la inmediatez, no es paciente, ha perdido valores tan importantes como el esfuerzo y la constancia. ¡Incluso en las escuelas se fuerza a los maestros a buscar cada día caminos diferentes para que los alumnos no se aburran! Van a perdonarme pero ¿acaso alguien les contó que una práctica corporal era sencilla? El trabajo muscular de movimientos específicos repetidos una y otra vez modifica esa misma estructura muscular haciendo posible encontrar sensaciones que antes no era posible sentir; y eso sólo se consigue con la repetición, con la constancia. Más allá del pensamiento o la filosofía detrás de cada disciplina, hay una transformación a nivel muscular que nadie podrá jamás pasar por alto, una musculatura larga jamás tendrá la potencia y explosión de una musculatura corta, y al revés, una musculatura corta nunca tendrá la elasticidad de una larga. Cada disciplina requiere cosas muy específicas y ahí radican las posibilidades y limitaciones de cada cuerpo contra las que, hasta cierto límite, no se puede luchar. Pero lo que puede llegar a dar de sí un cuerpo a priori desfavorable para una práctica, eso nadie lo sabe, y el poder de la constancia es, la mayor parte de las veces, superior a las aptitudes naturales.

Es muy complicado pasar de una disciplina a otra, sólo los cuerpos privilegiados pueden saltar de una a otra sin apenas esfuerzo; se necesitan muchos años para reeducar al cuerpo, para ser capaz de que éste asimile de forma real nuevos lenguajes.

A la hora de jugar a definir un nuevo lenguaje coreográfico, es evidente que ambas disciplinas son complementarias, no hay duda que para el trabajo de dúo en danza la práctica del Aikido ofrece a los bailarines nuevos caminos para entender conceptos comunes: equilibrio y desequilibrio, relación de ambos centros a través de los cuerpos en contacto, fluidez, mínimo trabajo muscular. Para saber si realmente lo contrario también es cierto, habría que preguntar a quien haya pasado por ese proceso, ¡o tentar a algunos aikidokas con alguna propuesta descabellada!


4. ¿Cómo han percibido tus colegas artistas el Aikido (visual y/o experiencialmente)?

Ni idea (es broma). Creo que en danza se traduce más como estilo, ya que intentamos transformar conceptos propios del Aikido a algo más bailado; nos alejamos de los fundamentos puros e intentamos llevarlos a nuestro terreno, los transformamos a nuestra conveniencia. El lenguaje de las manos que se deriva de los agarres o proyecciones aplicado a algo más formal o estético se entiende como estilo personal desde el punto de vista de la danza. El volumen y la distancia, tanto delante como detrás, toman también relevancia a la hora de buscar moviendo: todo se reduce a generar situaciones de desequilibrio extremas para, de la forma más orgánica posible, volver a una situación de equilibrio; o más bien diríamos a pasar por una situación de equilibrio, ya que el objetivo es crear una situación casi constante de desequilibrio que dé lugar al desplazamiento, con un trabajo muscular mínimo. A través de ese trabajo muscular lo más económicos posible, pretendemos generar posiciones extremas orgánicas, que no generen ningún tipo de estrés muscular ni articular. Así, escrito, puede sonar hasta demasiado teórico, pero a la hora de la verdad es muy intuitivo, lógico y gustoso. Si tuviera que resumir en una metáfora el trabajo, utilizaría algo que leí en una ocasión y que aún sacado de contexto nos sirve: "el desequilibrio es movimiento, es crecimiento, es vida. El equilibrio es la muerte".


5. ¿Por qué crees que el Aikido sea un “arte” marcial?

"Arte marcial" como por definición se entendería como "arte militar" y, en consecuencia, técnica de lucha; para ser sincero no la entiendo, y menos cuando se aplican definiciones como "someter o defenderse mediante la fuerza". Hoy en día, si no me equivoco, no es ese el planteamiento., es más bien una forma de desarrollo personal y disciplina mental, o así es como yo lo veo al menos. Pero puestos a reflexionar, cualquier disciplina (artística o no) que requiriera como años de práctica para empezar a entender sus fundamentos, es para mí un arte marcial, militar y, en consecuencia, para la lucha; como decía antes, eso ya no lo creo. Yo no la considero un arte de lucha, ya que precisamente el Aikido evita la confrontación, pretende hacer entender a quién ataca que ese no es el camino, que tienes el conocimiento para hacer daño a tu oponente pero lo invitas a renunciar y marcharse, a que reflexione y entienda.

¿O es "marcial" de marcha y, en consecuencia, elegancia? Porque elegante, ¡lo es un rato! La verticalidad, la sencillez de su práctica para quienes han asimilado sus principios, la limpieza en su ejecución, la tranquilidad a pesar de la tensión de la situación de un ataque; hacen que desde un punto de vista estético, la práctica sea extremadamente elegante. Tal y como lo entiendo, la forma en la que se practica hoy en día, marcando un ATEMI en lugar de efectuar el golpe que ya daría por terminado el enfrentamiento, la convierte además de en una práctica fluida, en un arte. Eso sí, ¡muy elegante!


6. ¿En qué se parece el trabajo a dúo en el Aikido y en la danza?

Además de las ya mencionadas hay algo que me llama especialmente la atención, y es la distancia entre ambos cuerpos; lo que en Aikido es distancia para evitar un golpe, en danza es arquitectura. Me refiero a que al trabajar con dos cuerpos, además de contar con éstos, existe también el espacio que se genera entre ellos. Cuando en lugar de pensar en el cuerpo del otro uno piensa en ese espacio que está generando en relación al otro, la amplitud y volumen total son muchísimo mayores; es algo maravilloso de observar, de hecho cuando uno se fija como observador en ese espacio ENTRE, la percepción cambia también; es un bonito ejercicio que merece la pena hacer de vez en cuando.

Si a esto le añadimos que en danza no existe peligro de aproximarse al otro cuentas con una gran ventaja; al poder variar la cercanía/lejanía entre los cuerpos, al poder variar las dimensiones de ese espacio ENTRE, las posibilidades se multiplican y, en lugar de buscar la forma de un cuerpo, uno puede jugar a esculpir o diseñar el vacío entre éstos. Al fin y al cabo, no es más que hacer arquitectura: diseñar un espacio vacío entre cuerpos sólidos.


Bueno, puede que en lugar de una respuesta a "en qué se parecen" haya sido más bien una respuesta a "en qué se diferencian" pero, al fin y al cabo, es lo mismo, ¿no? Porque ¿qué es lo que nos define, la similitud o la diferencia con respecto al resto?. 


Para ver AI DO PROJECT sigue este link: 
http://www.youtube.com/watch?v=N5Z__ooyPXY

domingo, 12 de octubre de 2014

Chiba Sensei: Descubriendo el Cuerpo

Chiba Sensei: Descubriendo el Cuerpo

(Título original “Chiba Sensei: On discovering the body”,
Traducción: Atziri Servin



Quien piense que poner más horas en el entrenamiento necesariamente resultará en un mayor logro para su Aikido, está pensando como un niño. Fundamentalmente, esta actitud materialista no lleva a ninguna parte sino a un problema sin solución. No importa cuántas horas de entrenamiento acumulemos, no podemos evitar, día a día, estar más cerca de la tumba.

Muchos estudiantes piensan que por medio del entrenamiento pueden volver sus cuerpos sensibles y controlables, capaces de moverlos como deseen. No niego que un cuerpo sensible es una parte importante del aprendizaje. Sin embargo, es sólo una parte del mismo, una parte con relación a un principio más importante, que es el desarrollo de una actitud introspectiva en la formación, con una mirada seria hacia la autoexploración. En muchos sentidos, positiva o negativamente, nuestro cuerpo es el producto de nuestra conciencia y, a fin de descubrir lo que es, se requiere un estrecho autoexamen dentro de nuestro entrenamiento. No es útil añadir más y más información, detalles, energía, etc, externamente y sin fin a lo "demasiado" que ya está ahí.

El reconocimiento de un desequilibrio, falta de armonía o trastorno dentro de un sistema, detectado dentro del cuerpo, así como entre el cuerpo y la conciencia, es un punto de partida para el crecimiento. Se podría caracterizar el desarrollo de este reconocimiento como una conversación o diálogo que se produce entre el propio cuerpo y su conciencia. A medida que este diálogo se desarrolla, la conciencia se vuelve más clara, y uno empieza a percibir el poder natural o capacidad potencial que, hasta entonces, había estado oculta. En lugar de añadirle un elemento externo al cuerpo, cambiándolo para adaptarlo a un deseo o voluntad, uno simplemente ve lo que ya está dentro. Más importante aún, la conciencia misma -la forma en que el individuo percibe- comienza a cambiar a medida que se descubre el "verdadero" cuerpo, en comparación con el cuerpo que uno cambia de acuerdo a la voluntad.

Lo vital, el único elemento que hace al Aikido lo que es, es que el progreso en este arte avance en proporción al descubrimiento del poder natural que todo lo que, junto con un núcleo orgánico o dinámico, ya existe dentro de cada individuo. Este es el verdadero elemento que ayuda al cuerpo a funcionar en armonía en su conjunto.

Cuando uno sigue el camino del Aikido, de manera progresiva, con asombro y alegría, se encuentra con el verdadero yo, oculto, el ‘yo distanciado’ que, con su potencial inagotable, espera sin ser descubierto por muchas personas que mueren sin saber que existe.

Este pasaje de Dogen Zenji, fundador del Soto Zen, toca el tema de mi conversación de esta mañana de una manera profunda. "La práctica budista a través del cuerpo es más difícil que la práctica a través de la mente. La comprensión intelectual en el aprendizaje a través de la mente tiene que estar unida a la práctica a través de nuestro cuerpo. Esta unidad se llama SHINJUTSUNINTAI', el cuerpo real del hombre. Es percibir la mente todos los días, a través del mundo de los fenómenos. Si armonizamos la práctica de la iluminación con el cuerpo, el mundo entero se verá en su forma verdadera".

Por último, el descubrimiento del cuerpo verdadero, con su valor y belleza, no ha de estar sujeta a comparación o discriminación competitiva, más bien debe destacar por propia cuenta dentro de cada individuo. De ello se desprende como conclusión natural que el estudio del arte del Aikido es y debe ser no competitivo. Hace algunos años tuve la suerte de asistir a una conferencia en el Smith College, en Hampshire, Massachusetts; dada por un Maestro Zen de Vietnam. Durante el periodo de preguntas y respuestas, una mujer se puso de pie y le preguntó qué pensaba del sistema de meditación practicada por los cuáqueros. Él le contestó: “¿Cómo puede compararse la belleza de la flor de cerezo con la de una rosa?”.


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