viernes, 27 de julio de 2012

Los cinco espíritus del budo

Los cinco espíritus del budo
Traducción del artículo The Five Spirits of Budo por Dan Penrod,

En el Budo existen cinco “espíritus” fundamentales: shoshin, zanshin, mushin, fudoshin y senshin. Se trata de conceptos muy antiguos y prácticamente olvidados en los modernos dojo de aikido. El budoka que se toma el tiempo para entender las lecciones de estos cinco espíritus en su corazón madurará para convertirse en una persona y artista marcial fuerte y competente. El alumno que no dedica el tiempo para conocer y abrazar estos espíritus siempre presentará carencias en su entrenamiento.

Shoshin


El estado de shoshin es el estado de la mente del principiante. Es el estado de atención de aquel que permanece siempre completamente consciente, atento y preparado para verlo todo como si fuera la primera vez. La actitud de shoshin es esencial para aprender constantemente. O Sensei dijo una vez lo siguiente:

“No esperéis que sea yo quien os enseñe. Debéis robar las técnicas por vosotros mismos.”

El estudiante debe tomar un papel activo en cada clase, observando todo con la mente de Shoshin para poder “robar” la lección de cada día.

Zanshin


El espíritu de zanshin es el estado de un espíritu constante y persistente. A menudo se lo describe como un estado sostenido y elevado de consciencia y constancia mental. En Aikido zanshin puede definirse como el estado de concentración anterior, durante y posterior a la ejecución de una técnica, donde se establece un enlace o conexión entre uke y tori. Zanshin es el estado mental que nos permite permanecer conectados espiritualmente, no tan sólo a un único atacante, sino a múltiples atacantes e incluso a todo un contexto, un espacio, un tiempo o un suceso.

Mushin


El manual ASU, define mushin como un estado de “no mente, mente sin ego. Una mente como un espejo que refleja y no juzga”. El término original para referirse a ushin era “mushin no shin” que significa “mente de la no mente.” Se trata de un estado mental sin miedo, ira o ansiedad. A menudo se describe el mushin con la frase “mizu no kokoro” que significa “corazón como el agua”. La frase es una metáfora que describe al lago que refleja claramente su entorno cuando se encuentra calmado pero cuyas imágenes se distorsionan cuando lanzamos una piedra a sus aguas.

Fudoshin


Fudoshin. Es la valentía y la estabilidad que se muestra tanto mental como físicamente. Más que indicar rigidez e inflexibilidad, fudoshin describe una condición que nos ayuda a evitar que los pensamientos internos o las fuerzas externas nos afecten fácilmente. Nos permite recibir un fuerte ataque y mantener nuestro balance y compostura. Este estado nos permite recibir y ceder fácilmente, nos arraiga a la tierra y refleja la agresión devolviéndola a su origen.

Senshin


Senshin es un espíritu que transciendo los cuatro estados de la mente. Es un espíritu que protege y armoniza el universo. Senshin es un espíritu de compasión que abarca y sirve a toda la humanidad y cuya función es reconciliar las discordias en el mundo. Mantiene la santidad de la vida. Es la mente del Buddha y la percepción de O Sensei de la función del aikido.

Abrazar completamente el estado de senshin es esencialmente el equivalente a llegar a un estado de iluminación y puede superar perfectamente el alcance del entrenamiento diario en aikido. En cambio, los primeros cuatro espíritus pueden ser alcanzados muy probablemente por el estudiante serio a través de la atención constante y el trabajo duro. Alcanzar estos estados mentales puede recompensar al estudiante en multitud de formas.

Shoshin puede liberar al estudiante de las frustrantes barreras del aprendizaje, proporcionándole la visión para ver aquellas cosas que le pasaban inadvertidas anteriormente.

Zanshin puede elevar la propia conciencia mejorando nuestro rendimiento en randoris y el entrenamiento libre.

Mushin puede liberar al estudiante de la ansiedad que se genera en situaciones de presión permitiéndole un mejor rendimiento en las situaciones que les ponen a prueba.

Fudoshin, proporciona la confianza para defendernos ante ataques físicos que aparentemente deberían superarnos.

lunes, 16 de julio de 2012

El Kamae

El Kamae

Por Fernando Martínez
Yoshinkan Aikido Ryu Argentina
Tomado de Blogspot Kokyu-Dosa



La primera definición que podemos intentar de Kamae, es “postura básica”. Sin embargo, eso no nos dice demasiado acerca de su importancia y profundidad.

Muchas veces se asocia con una postura de guardia, pero Kamae es un concepto que no se limita a las artes marciales. También se aplica en artes tan heterogéneas como el Shoodo (Camino de la Escritura) o el Ikebana (Arte del arreglo floral).

De ello podemos inferir que, más que una posición o postura de combate, Kamae implica una disposición física, mental y espiritual óptima para enfrentar una situación determinada.

Hecha la aclaración, aquí trataremos de explicar sus alcances en el Aikido y su vital importancia en el estilo Yoshinkan.

Hacia el final de su vida, O Sensei Morihei Ueshiba decía que Kamae es “abrir los pies a las seis direcciones” (norte, sur, este, oeste, arriba y abajo). También escribió: “El Kamae completo es lo que aparece donde los Dioses te guían, dependiendo del tiempo, la situación, la configuración del terreno y el espíritu del momento: Kamae es lo que está dentro de tu corazón”. Estas palabras de O Sensei describen el “Kokoro Kamae” o Kamae del Corazón.

A pesar de la belleza de estas palabras, muchos estudiantes se extravían en ellas y se desentienden de la práctica concreta. Al anclarse en la mística, se olvida que Kamae es la parte más básica de un entrenamiento que nos permite desarrollar la potencia de la respiración o Kokyu ho.

La práctica de Kamae nos enseña los fundamentos de todas las técnicas:

• Sostener un equilibrio erguido
• Mantener las manos, pies y caderas sobre la línea central del cuerpo (Chushin Ryoku).
• Adoptar una postura correcta sin realizar ningún esfuerzo
• Proyectar una intención fuerte

Al principio la postura puede parecer antinatural, aunque en verdad, esa sensación se debe a la debilidad física de nuestros cuerpos, desnaturalizados por la vida moderna: pies frágiles envueltos en calzados, rodillas y caderas anquilosadas por el uso de sillas y sillones, espaldas desequilibradas por el sedentarismo y las malas posturas, etc.

La práctica de Kamae nos restablece a la condición natural, no sin esfuerzos. Shioda Sensei decía que el cuerpo más fuerte es el cuerpo natural. Pero para alcanzar una postura verdaderamente natural hay que practicarla mucho. Llevamos un estilo de vida en el que incluso algunos músculos no son utilizados nunca.

Su entrenamiento constante nos permite que, finalmente, el cuerpo adopte la postura con naturalidad. Recién allí, estaremos en condiciones de desarrollar verdaderamente la potencia de la respiración. Eso se debe a que el diafragma se sitúa correctamente y los pulmones encuentran su espacio. La columna se alinea de la manera más perfecta para que la información circule por el sistema nervioso con fluidez, la actividad cerebral se desplaza del cerebro frontal al hipotálamo y la percepción se agudiza.

Por otra parte, “corregir la postura es corregir el espíritu”: Un buen Kamae refleja un estado de ánimo claro. No exageramos ni un ápice si decimos que en el Kamae están todos los elementos del Aikido.

En Yoshinkan practicamos Kamae cientos de veces cada clase. Sin embargo, cada Kamae es único y se debe buscar la perfección en todos, a pesar del cansancio, etc.

No puede haber desarrollo del Ki si partimos de una postura incorrecta.

Desde el punto de vista estrictamente técnico, podemos describir los tópicos a tener en cuenta:

1. Los Pies

Los pies mantienen una distancia equivalente a una vez y media la longitud de nuestro propio pie.

Ambos pies se sitúan en una misma línea, con los dedos señalando hacia afuera, formando un ángulo de 90 grados entre el talón del pie adelantado y la punta del pie de atrás. Esta posición viene del Kenjutsu (estilos como Kashima Shinden Ryu), donde a diferencia del Kendo deportivo, es necesario cortar con una base sólida, y no solo golpear con el Shinai. Al colocar los pies en ese ángulo, no sólo se gana en firmeza por ampliar la base de sustentación, sino que permite bajar más el peso y desplazarse rápidamente a Irimi o tenkan moviéndose sin perder la línea central.

La base de ambos dedos pulgares es el principal punto de enraizamiento. Desde allí parten todos los movimientos, desde el suelo hacia las caderas, y su proyección a las extremidades superiores. La fortaleza del dedo pulgar (que se practica puntualmente en ejercicios como Seiza ho y Shikko ho) es esencial para obtener un sólido equilibrio.

Ambos talones permanecen en contacto con el suelo.

2. Las rodillas

La rodilla adelantada se flexiona suavemente mientras que la de la pierna de atrás se mantiene firmemente extendida, de modo que se asemeje a una estaca clavada a 45 grados que se extiende por la columna vertebral hasta la nuca. Si bien el peso se reparte en un 60% sobre la pierna de adelante y un 40 % en la de atrás, la rodilla adelantada no debe recibir peso. El peso debe colocarse sobre el vacío que provoca la basculación de la pelvis (esta enseñanza debe impartirse en forma personal) a fin de permitir a la rodilla adelantada soltarse para moverse rápida y libremente, a pesar de su firmeza.

3. Caderas

Ambas cabezas de fémur deben estar a la misma altura, atravesando la línea frontal del cuerpo y mirando hacia adelante, con el peso bajo y estable. El error más común es desarticular ambos lados de la cadera, lo que provoca una apertura (tsuki). A partir de ese error, resulta imposible utilizar la fuerza de la totalidad del cuerpo ensamblada en un momento determinado. La tensión se fija en el sacro, puntualmente sobre la zona del koshi (espalda baja) y dentro de la cavidad pélvica, hacia un punto que se encuentra a unos 3 cm. Por debajo del ombligo (no sobre la superficie del cuerpo, sino dentro de la cavidad).

4. Parte superior del cuerpo

El cuello se mantiene recto, la nuca estirada, el mentón recogido, la pelvis basculada, la lengua relajada sobre el paladar y los dientes superiores.

Mantener una sola línea desde el talón del pie de atrás hasta la coronilla, pasando por toda la columna vertebral.

Los hombros relajados y lejos de la orejas. Procuremos no abrir las axilas y mantener el cuerpo inclinado levemente hacia adelante en una sola línea.

5. Manos y brazos

Las manos se mantienen sobre la misma línea central, con los dedos bien abiertos y apuntando a la garganta del oponente. La de arriba a la altura del pecho y la de abajo a la altura del abdomen, separada de este por un puño de distancia.

Los codos no deben estar ni flexionados ni sobre extendidos, sino mantener la leve curvatura de una espada (te katana).

Al principio resulta difícil mantener los dedos abiertos por mucho tiempo, por debilidad en los músculos y tendones del antebrazo.

6. Mirada y rostro

La mirada y el rostro deben ser calmos y profundos. El rostro denotando ecuanimidad y la mirada desenfocada, como observando “una montaña lejana”.

7. Actitud

Si bien nuestra postura debe reflejar una fuerte intención hacia adelante, internamente debe practicarse Fudoshin (mente inconmovible), y estar abiertos y perceptivos a todo lo que nos rodea y sucede precisamente en ese instante.

Por otra parte, la práctica de Kamae con un compañero desarrolla la percepción de los movimientos sutiles del adversario, la noción de distancia y el tiempo exacto para moverse coordinadamente.

En resumen, Kamae guarda la esencia del Aikido y nunca termina de perfeccionarse.

En lo “sencillo” radica siempre el secreto de lo complejo."

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