domingo, 26 de octubre de 2014

Entrevista a Iker Arraue


Entrevista a Iker Arrue

Por Uriel Hernández
Tomado de http://kihon-dojo.blogspot.com

 

  
1. En tu trabajo como artista llevas elementos del aikido a la danza, ¿cómo surgió este vínculo? ¿Por qué el Aikido y no otro arte marcial?

Conocí el Aikido de forma más o menos accidental. Mientras hacíamos una producción en Aarhus, Dinamarca. Me acerqué con una compañera a un pequeño Dojo que quedaba cerca de la casa donde nos estábamos quedando. El ambiente de trabajo estaba siendo un tanto pesado, y queríamos hacer algo que nos sacara por completo de aquel estado negativo que el director del teatro estaba empeñado en generar... Fue un período en el que andaba entrando y saliendo del país, y cada vez que tenía oportunidad volvía al Dojo a practicar. El estilo que allá se practica es el de Nishio Sensei, que es especialmente amplio en sus desplazamientos y no enfatiza tanto en las inmovilizaciones como otros estilos, sino que se basa más en los ATEMI y, en consecuencia, en el trabajo de UKE. Puedo estar completamente equivocado con esto, pero esa fue mi sensación. Me llamó la atención desde el primer instante porque era, entre lo que había visto hasta el momento, lo más parecido a una coreografía de danza.

Era consciente que por mi profesión podía reproducir las formas de lo que el instructor mostraba con más facilidad que otros practicantes, pero todo quedaba en eso, en la forma. Sabía que estaba muy lejos de entender la esencia del trabajo, y más aún de reproducirlo.

Cada vez que regresaba al Dojo después de un tiempo habiendo estado ausente, sentía que la práctica me gustaba más y más; los instructores llegaron a ser buenos amigos, vinieron a algunas representaciones y compartimos puntos de vista, hasta que surgió la idea de montar una pieza basada en el Aikido con su ayuda. Ese fue el origen de lo que acabaría siendo la pieza ukeNage, y el inicio de un proceso de búsqueda personal para mí.

Lo primero que me llamó la atención de la práctica fueron obviamente la estética y forma de lo que veía, pero a medida que escuchaba a los instructores hablar sobre su filosofía (el respeto hacia el nivel del otro, hacia los tiempos del otro, hacia las necesidades del otro, etc) encontraba más y más similitudes con la danza, y eso fue lo que acabó por convencerme. En la práctica se mezclan diferentes niveles, cosa que no ocurre en la mayor parte de las disciplinas; esto supone "trabajar" para el otro, hacer todo lo posible para que la práctica del otro sea mejor, más fluida y así, entendiendo que el otro trabajará de la misma forma, el resultado se dispara, crece y dejando de ser dos individuos para ser uno solo. Es la metáfora del 1+1=3, donde ambos elementos se combinan para crear algo más grande que ellos mismos; cuando un grupo de bailarines ejecuta movimientos idénticos, la energía y precisión del grupo supera con creces la de cada uno de los intérpretes. Pero, me pregunto si no es precisamente ahí donde radica la paradoja (o según se mire, la clave) del Aikido (y cualquier trabajo de dúo), la idea de "fluir" con el otro no siempre se cumple. Es entonces cuando uno se para a pensar “¿hasta qué punto está en mi mano? ¿Me equivocaría al afirmar que el trabajo de UKE es casi más importante?” Puede que no, no lo sé, pero esa es mi percepción actual y en consecuencia la manera como abordamos el trabajo de dúo en el estilo que estamos desarrollando en danza; si el trabajo de quien es guiado/manipulado no es lo suficientemente fino, el resultado es muscularmente pesado (además de que estéticamente pierde gran parte de su atractivo, algo que no podemos obviar en las artes escénicas) y, en consecuencia, perjudicial para el cuerpo.

Cuando en danza se trabaja en dúo es muy común que la gente no escuche/respete suficiente, que no trabaje para el otro, que no recuerde que él mismo en una ocasión fue también aprendiz, que iba más lento que su compañero; es entonces cuando quien se suponía tendría que sentirse incentivado ¡se frustra! La danza y el Aikido pueden entenderse como algo meramente corporal, pero nada más lejos de la realidad.


2. Como bailarín y como aikidoka, ¿cómo es tu relación con tu cuerpo, es parecida en ambas disciplinas?

Cada día más. Desde el 2009, en colaboración con diferentes artistas y dentro de la iniciativa “Ai Do Project” hemos desarrollado proyectos en los que el lenguaje coreográfico parte de la unión entre ambas disciplinas: Dos formas de situarse ante el otro, dos formas de interpretar el mundo; danza contemporánea y Aikido.  A partir de ahí y en función de cada producción, el lenguaje coreográfico se define de forma más específica en función de la temática que se abordada, pero siempre desde ese mismo punto de partida.

En consecuencia, a medida que va pasando el tiempo y vamos definiendo los códigos de ese lenguaje de manera más precisa, los límites ente danza y Aikido se van desvaneciendo; o eso creo. Pero esto no es nada nuevo. En general, en el arte contemporáneo, para bien y para mal, los límites entre las disciplinas van desapareciendo poco a poco; creo que es una consecuencia natural dentro del desarrollo/ciclos de su evolución.


3. ¿Consideras que la danza o el baile pueden ayudar a los practicantes de Aikido a mejorar su práctica o que el Aikido puede contribuir a mejorar como bailarín?

Sin duda. Cualquier disciplina corporal aporta un conocimiento y entendimiento extra que siempre será aplicable en la otra, después es sólo cuestión de estilo y de entender qué cosas de una son aplicables en la otra, y cuáles no.

Los caminos para llegar a entender un mismo concepto son infinitos, hay gente que entiende conceptos o sensaciones con mayor facilidad mediante una u otra disciplina y, una vez se asimilan, pueden aplicarse en la primera. Pero la realidad es que cada disciplina requiere muchos años de repetición hasta que uno es capaz de decir "coño, ahora empiezo a bailar" o "ahora empiezo a practicar de forma consciente". Esa sensación de "¡ah!, esto era a lo que se refería tal maestro cuando me decía esto o aquello" es lo más hermoso. ¿No están de acuerdo? La búsqueda, no el resultado.

La sociedad de hoy en día busca la inmediatez, no es paciente, ha perdido valores tan importantes como el esfuerzo y la constancia. ¡Incluso en las escuelas se fuerza a los maestros a buscar cada día caminos diferentes para que los alumnos no se aburran! Van a perdonarme pero ¿acaso alguien les contó que una práctica corporal era sencilla? El trabajo muscular de movimientos específicos repetidos una y otra vez modifica esa misma estructura muscular haciendo posible encontrar sensaciones que antes no era posible sentir; y eso sólo se consigue con la repetición, con la constancia. Más allá del pensamiento o la filosofía detrás de cada disciplina, hay una transformación a nivel muscular que nadie podrá jamás pasar por alto, una musculatura larga jamás tendrá la potencia y explosión de una musculatura corta, y al revés, una musculatura corta nunca tendrá la elasticidad de una larga. Cada disciplina requiere cosas muy específicas y ahí radican las posibilidades y limitaciones de cada cuerpo contra las que, hasta cierto límite, no se puede luchar. Pero lo que puede llegar a dar de sí un cuerpo a priori desfavorable para una práctica, eso nadie lo sabe, y el poder de la constancia es, la mayor parte de las veces, superior a las aptitudes naturales.

Es muy complicado pasar de una disciplina a otra, sólo los cuerpos privilegiados pueden saltar de una a otra sin apenas esfuerzo; se necesitan muchos años para reeducar al cuerpo, para ser capaz de que éste asimile de forma real nuevos lenguajes.

A la hora de jugar a definir un nuevo lenguaje coreográfico, es evidente que ambas disciplinas son complementarias, no hay duda que para el trabajo de dúo en danza la práctica del Aikido ofrece a los bailarines nuevos caminos para entender conceptos comunes: equilibrio y desequilibrio, relación de ambos centros a través de los cuerpos en contacto, fluidez, mínimo trabajo muscular. Para saber si realmente lo contrario también es cierto, habría que preguntar a quien haya pasado por ese proceso, ¡o tentar a algunos aikidokas con alguna propuesta descabellada!


4. ¿Cómo han percibido tus colegas artistas el Aikido (visual y/o experiencialmente)?

Ni idea (es broma). Creo que en danza se traduce más como estilo, ya que intentamos transformar conceptos propios del Aikido a algo más bailado; nos alejamos de los fundamentos puros e intentamos llevarlos a nuestro terreno, los transformamos a nuestra conveniencia. El lenguaje de las manos que se deriva de los agarres o proyecciones aplicado a algo más formal o estético se entiende como estilo personal desde el punto de vista de la danza. El volumen y la distancia, tanto delante como detrás, toman también relevancia a la hora de buscar moviendo: todo se reduce a generar situaciones de desequilibrio extremas para, de la forma más orgánica posible, volver a una situación de equilibrio; o más bien diríamos a pasar por una situación de equilibrio, ya que el objetivo es crear una situación casi constante de desequilibrio que dé lugar al desplazamiento, con un trabajo muscular mínimo. A través de ese trabajo muscular lo más económicos posible, pretendemos generar posiciones extremas orgánicas, que no generen ningún tipo de estrés muscular ni articular. Así, escrito, puede sonar hasta demasiado teórico, pero a la hora de la verdad es muy intuitivo, lógico y gustoso. Si tuviera que resumir en una metáfora el trabajo, utilizaría algo que leí en una ocasión y que aún sacado de contexto nos sirve: "el desequilibrio es movimiento, es crecimiento, es vida. El equilibrio es la muerte".


5. ¿Por qué crees que el Aikido sea un “arte” marcial?

"Arte marcial" como por definición se entendería como "arte militar" y, en consecuencia, técnica de lucha; para ser sincero no la entiendo, y menos cuando se aplican definiciones como "someter o defenderse mediante la fuerza". Hoy en día, si no me equivoco, no es ese el planteamiento., es más bien una forma de desarrollo personal y disciplina mental, o así es como yo lo veo al menos. Pero puestos a reflexionar, cualquier disciplina (artística o no) que requiriera como años de práctica para empezar a entender sus fundamentos, es para mí un arte marcial, militar y, en consecuencia, para la lucha; como decía antes, eso ya no lo creo. Yo no la considero un arte de lucha, ya que precisamente el Aikido evita la confrontación, pretende hacer entender a quién ataca que ese no es el camino, que tienes el conocimiento para hacer daño a tu oponente pero lo invitas a renunciar y marcharse, a que reflexione y entienda.

¿O es "marcial" de marcha y, en consecuencia, elegancia? Porque elegante, ¡lo es un rato! La verticalidad, la sencillez de su práctica para quienes han asimilado sus principios, la limpieza en su ejecución, la tranquilidad a pesar de la tensión de la situación de un ataque; hacen que desde un punto de vista estético, la práctica sea extremadamente elegante. Tal y como lo entiendo, la forma en la que se practica hoy en día, marcando un ATEMI en lugar de efectuar el golpe que ya daría por terminado el enfrentamiento, la convierte además de en una práctica fluida, en un arte. Eso sí, ¡muy elegante!


6. ¿En qué se parece el trabajo a dúo en el Aikido y en la danza?

Además de las ya mencionadas hay algo que me llama especialmente la atención, y es la distancia entre ambos cuerpos; lo que en Aikido es distancia para evitar un golpe, en danza es arquitectura. Me refiero a que al trabajar con dos cuerpos, además de contar con éstos, existe también el espacio que se genera entre ellos. Cuando en lugar de pensar en el cuerpo del otro uno piensa en ese espacio que está generando en relación al otro, la amplitud y volumen total son muchísimo mayores; es algo maravilloso de observar, de hecho cuando uno se fija como observador en ese espacio ENTRE, la percepción cambia también; es un bonito ejercicio que merece la pena hacer de vez en cuando.

Si a esto le añadimos que en danza no existe peligro de aproximarse al otro cuentas con una gran ventaja; al poder variar la cercanía/lejanía entre los cuerpos, al poder variar las dimensiones de ese espacio ENTRE, las posibilidades se multiplican y, en lugar de buscar la forma de un cuerpo, uno puede jugar a esculpir o diseñar el vacío entre éstos. Al fin y al cabo, no es más que hacer arquitectura: diseñar un espacio vacío entre cuerpos sólidos.


Bueno, puede que en lugar de una respuesta a "en qué se parecen" haya sido más bien una respuesta a "en qué se diferencian" pero, al fin y al cabo, es lo mismo, ¿no? Porque ¿qué es lo que nos define, la similitud o la diferencia con respecto al resto?. 


Para ver AI DO PROJECT sigue este link: 
http://www.youtube.com/watch?v=N5Z__ooyPXY

domingo, 12 de octubre de 2014

Chiba Sensei: Descubriendo el Cuerpo

Chiba Sensei: Descubriendo el Cuerpo

(Título original “Chiba Sensei: On discovering the body”,
Traducción: Atziri Servin



Quien piense que poner más horas en el entrenamiento necesariamente resultará en un mayor logro para su Aikido, está pensando como un niño. Fundamentalmente, esta actitud materialista no lleva a ninguna parte sino a un problema sin solución. No importa cuántas horas de entrenamiento acumulemos, no podemos evitar, día a día, estar más cerca de la tumba.

Muchos estudiantes piensan que por medio del entrenamiento pueden volver sus cuerpos sensibles y controlables, capaces de moverlos como deseen. No niego que un cuerpo sensible es una parte importante del aprendizaje. Sin embargo, es sólo una parte del mismo, una parte con relación a un principio más importante, que es el desarrollo de una actitud introspectiva en la formación, con una mirada seria hacia la autoexploración. En muchos sentidos, positiva o negativamente, nuestro cuerpo es el producto de nuestra conciencia y, a fin de descubrir lo que es, se requiere un estrecho autoexamen dentro de nuestro entrenamiento. No es útil añadir más y más información, detalles, energía, etc, externamente y sin fin a lo "demasiado" que ya está ahí.

El reconocimiento de un desequilibrio, falta de armonía o trastorno dentro de un sistema, detectado dentro del cuerpo, así como entre el cuerpo y la conciencia, es un punto de partida para el crecimiento. Se podría caracterizar el desarrollo de este reconocimiento como una conversación o diálogo que se produce entre el propio cuerpo y su conciencia. A medida que este diálogo se desarrolla, la conciencia se vuelve más clara, y uno empieza a percibir el poder natural o capacidad potencial que, hasta entonces, había estado oculta. En lugar de añadirle un elemento externo al cuerpo, cambiándolo para adaptarlo a un deseo o voluntad, uno simplemente ve lo que ya está dentro. Más importante aún, la conciencia misma -la forma en que el individuo percibe- comienza a cambiar a medida que se descubre el "verdadero" cuerpo, en comparación con el cuerpo que uno cambia de acuerdo a la voluntad.

Lo vital, el único elemento que hace al Aikido lo que es, es que el progreso en este arte avance en proporción al descubrimiento del poder natural que todo lo que, junto con un núcleo orgánico o dinámico, ya existe dentro de cada individuo. Este es el verdadero elemento que ayuda al cuerpo a funcionar en armonía en su conjunto.

Cuando uno sigue el camino del Aikido, de manera progresiva, con asombro y alegría, se encuentra con el verdadero yo, oculto, el ‘yo distanciado’ que, con su potencial inagotable, espera sin ser descubierto por muchas personas que mueren sin saber que existe.

Este pasaje de Dogen Zenji, fundador del Soto Zen, toca el tema de mi conversación de esta mañana de una manera profunda. "La práctica budista a través del cuerpo es más difícil que la práctica a través de la mente. La comprensión intelectual en el aprendizaje a través de la mente tiene que estar unida a la práctica a través de nuestro cuerpo. Esta unidad se llama SHINJUTSUNINTAI', el cuerpo real del hombre. Es percibir la mente todos los días, a través del mundo de los fenómenos. Si armonizamos la práctica de la iluminación con el cuerpo, el mundo entero se verá en su forma verdadera".

Por último, el descubrimiento del cuerpo verdadero, con su valor y belleza, no ha de estar sujeta a comparación o discriminación competitiva, más bien debe destacar por propia cuenta dentro de cada individuo. De ello se desprende como conclusión natural que el estudio del arte del Aikido es y debe ser no competitivo. Hace algunos años tuve la suerte de asistir a una conferencia en el Smith College, en Hampshire, Massachusetts; dada por un Maestro Zen de Vietnam. Durante el periodo de preguntas y respuestas, una mujer se puso de pie y le preguntó qué pensaba del sistema de meditación practicada por los cuáqueros. Él le contestó: “¿Cómo puede compararse la belleza de la flor de cerezo con la de una rosa?”.


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