miércoles, 20 de octubre de 2010

El Aikido y "los Aikidos"

El Aikido y "los Aikidos"
Nobuyoshi Tamura (Shihan 8º Dan de Aikido)
Tomado de la Revista de la Federación Europea de Aikido No. 07 de 1979 Traducción: Manuel Fernández


Hoy en día cualquiera de nosotros puede ver en el supermercado, en un restaurante o sobre una tumba, e incluso en las iglesias, flores artificiales.
Dichas flores son fabricadas tan delicadamente que a veces podemos confundirlas con las verdaderas flores; son prácticas, no necesitan sol ni agua, son eternas y por largo tiempo una alegría para los ojos.
Sin embargo, no puedo soportar tales flores cerca de mí. Sin duda porque no tienen verdadera vida. Son todas parecidas, ninguna difiere de la otra, ninguna yema que contenga vida, sin brotes, sin perfume y, cuando llega el otoño, no hay semillas, ni hojas amarillentas o rojizas. Estas ni siquiera caen. Es la inmovilidad y, a pesar de la belleza de colores y formas, la impresión que se experimenta es la de un mundo muerto.
Por contra, cerca de las flores verdaderas, frágiles, efímeras, cambiantes, jamás estables, sentimos el flujo de una vida eterna. Flores desaparecidas, hojas caídas en el suelo húmedo del otoño, el silencio inmóvil del invierno, sabemos que ahí, hay una promesa de vida, la vuelta de la primavera.
Las flores artificiales, tan bellas, tan parecidas a las verdaderas, que han requerido para su fabricación tanta imaginación y talento, no serán nunca verdaderas flores. Esas flores llevan consigo la tristeza eterna, el pesar de una vida que no hemos sabido, que no sabemos darles.
El Maestro Ueshiba falleció en 1969, hace diez años. Pero su imagen está siempre presente ante mis ojos. Todavía le veo, sonriente, yendo y viniendo, enseñando.
Diez años es poco tiempo, sin embargo ¿qué es lo que vemos?, ¿qué es lo que oímos?. Cuantos dicen: "mi Aikido es el verdadero Aikido", "mi Aikido es la evolución moderna del Aikido", "Yo enseño Aikido". Surgen escuelas pero... ¿de dónde vienen?.
Confieso que no lo comprendo, que éste fenómeno no me entra en la cabeza.
Sin embargo, el Aikido, todos los Aikidos, provienen de una semilla plantada por O Sensei. Si son tan diferentes es, sin duda, porque no todos crecieron en la misma tierra, porque no han recibido el mismo sol, eso es lo que explicaría su diferente color, su aroma más o menos intensa, pero de todas formas se trata de Aikido nacido de la misma especie, de la misma familia.
Sin embargo, a veces, llamamos Aikido a una flor que no ha surgido de la misma familia de flores. Por ejemplo, en Francia y Bélgica se llama "achicoria" a dos plantas totalmente diferentes. Esto es todavía aceptable, y se explica por el hecho de que los hombres pueden confundir las palabras y dar, así, una falsa denominación sin graves consecuencias.
Pero si alguien dice que un tulipán artificial es de la misma familia que un verdadero tulipán y que, en consecuencia, hay que catalogarlo al lado de éste, esto resulta inaceptable.
Un falsificador que imita el cuadro de un gran maestro comete una falta que no obstante, no es la misma que la de quien quería hacer creer que la flor artificial es una verdadera flor. En la flor real hay vida, por el contrario la otra está sin vida.
Este tipo de falta es un ataque a la divinidad, una blasfemia.
Por otro lado, aquel que pretende aprender Aikido en un libro o con una filiación, o aún más, gracias a su imaginación que le permite inventarse un movimiento, y que después recibe dinero por su enseñanza, éste debe saber que en su Aikido no hay ni rastro de la herencia de O Sensei, no hay la vida que el Maestro ha transmitido. Es un Aikido artificial. Percibir dinero y engañar a la gente en este asunto es, creo, un acto criminal.


jueves, 7 de octubre de 2010

Recuerdo de Tamura Shihan Por Yoshimitsu Yamada Sensei

Recuerdo de Tamura Shihan
Por Yoshimitsu Yamada Sensei


Foto tomada en Buenos Aires (Argentina)
10 de noviembre de 2007


Otra, tal vez la última de las grandes estrellas de la sociedad de Aikido, se ha ido.

El conocimiento del Aikido de Tamura Sensei lo hizo una de las mayores influencias en Europa y el resto del mundo durante los últimos 45 años. Sempai (así lo llamo yo) era muy conocido por ser uke de O’Sensei mientras fue uchideshi, y no es necesario aclarar que fue el otomo de O’Sensei cuando O’Sensei fue a Hawai hace casi cincuenta años. Para los japoneses de aquellos tiempos, era un sueño ir a Hawai así que todos lo envidiamos mucho.

Los movimientos y técnicas de alta calidad de Aikido de Sempai vinieron mayormente de ser el uke de O’Sensei. Nadie lo puede copiar y si lo hacen, simplemente queda gracioso. Sin embargo, yo intenté robarle todo lo que pensé que me podría ser de ayuda.

En marzo último, estuve con él dirigiendo un seminario anual en Madrid y en abril notó un cierto cambio en su condición. En mayo y junio lo fui a visitar un par de veces a su casa. En mi segunda visita quedé muy impresionado por su actitud, tan calma, serena y relajada. Parecía como que se iba a unas largas vacaciones.

Sempai ya era uchideshi cuando yo me hice uchideshi. Pasábamos la mayor parte del tiempo juntos. En las calurosas noches de verano, luchábamos contra los mosquitos y en las frías noches de invierno poníamos nuestros futones uno al lado del otro, pero la verdad es que los mosquitos solo me atacaban a mí y usábamos dos futones superiores separados, en lugar de usar un futón pegado el uno al otro toda la noche, solo por si acaso.

En 1964, dejé Japón hacia Nueva York y en otoño de ese mismo año, Sempai también se fue de Japón, con su esposa, a Francia. Sempai solía decir en broma, “esperé a que te fueras primero para que nos mostraras cómo lo hacías. Ahora que lo lograste, ya me puedo decidir.” Eso no es cierto. No hay nadie con tanta confianza en sí mismo como él. Debido a esa confianza en sí mismo es que no solamente sobrevivió sino que fue un gran éxito en Europa.

Estoy escribiendo este artículo durante el seminario anual del sur de Francia. Hemos hecho este seminario juntos por casi treinta años, así que es muy emotivo para mí. Así es que lo que me viene a la cabeza son los muchos buenos momentos que pasamos juntos durante los seminarios en varios países.

En Niza nadamos rodeados de bellezas en topless, anduvimos en burro bordeando un precipicio en Marruecos; en Marrakesh, Marruecos me enroscaron una serpiente en el cuello para una foto. Volamos cerca del Salto del Ángel en Venezuela en un pequeño avión Cesna. El olor en un gimnasio en Yugoeslavia era tan feo que Sempai se fue del gimnasio diciendo “hazte cargo del resto de la clase”. Viajamos por nuestro país, Japón, junto con miembros. Durante ese viaje fuimos al Karaoke y tuve que cantar a dúo con Sempai quien no tenía sentido musical.

Muchísimas gracias por esos maravillosos recuerdos que tuvimos juntos. Me siento orgulloso de haber sido su compañero.

Él solía decir que conocer tanta gente a través del Aikido era su felicidad. Teniendo presente esa palabra, voy a hacer lo mejor de mi parte para tratar con la gente que pueda conocer en mi vida.

Creí en un milagro, pero no ocurrió. Sin embargo, me hizo feliz saber que estuvo en los brazos de su esposa en los últimos momentos. Siempre estuvo con su amada esposa, casi las 24 horas del día, así que merecía eso. Déjenme decir una vez más que estoy tan feliz por él. Lo envidio tanto como lo envidié cuando lo veía como uke de O’Sensei. Lo envidié por todo lo que hizo en su Aikido.

Por favor, vuelve de tus vacaciones lo antes posible. Tengo un Bordeaux 1995 esperándonos. Bebamos juntos nuevamente.


Yoshimitsu Yamada.

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