miércoles, 28 de agosto de 2019

Violencia y Narcisismo en el Tatami




Violencia y Narcisismo en el Tatami

Por Renato Filippin

https://simonechierchini.wordpress.com/2011/10/21/violencia-y-narcisismo-en-el-tatami/


 



 

Hace como unos 15 o 20 años leí un artículo escrito por Ellis Amdur que me ayudó a no sentirme tan solo con la idea de que en el Aikido existen dos tendencias peligrosas: Por un lado una cierta inclinación hacia la violencia, y por el otro una sutil forma de narcisismo

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Me gustaría repetir aquí la teoría de Ellis Amdur, con la cual estoy completamente de acuerdo, al traducir algunos de sus trabajos y agregando algunas de mis reflexiones personales.

“El Aikido es un arte marcial que es especialmente adecuado para generar maltrato físico en el tatami”.

Detengámonos un momento para observar la práctica diaria del Aikido.

De un uke joven y principiante, se espera que haga las caídas con elegancia y sin resistencia cuando es proyectado por un nage de mayor edad o más avanzado que él. Por otro lado aunque nage sea más avanzado o de mayor edad, se le pide que también reciba ukemi del más joven, con la idea de enseñarle.

Esto puede hacerse como una forma más eficiente de preparar a los jóvenes aikidokas para asumir formas y posiciones adecuadas al ejecutar los movimientos de Aikido. Sin embargo también se puede hacer algo de resistencia, oposición y bloqueos en las técnicas.

En Aikido, se espera que un principiante no pueda resistir a una técnica realizada por un nage más avanzado; pero si el uke principiante tratar de resistir el movimiento, esto sería visto como una insolencia.

En otras artes marciales como el judo, por ejemplo, los dos contendientes tratan de proyectarse utilizando su propia fuerza, técnica, velocidad y experiencia, y vence el mejor. A medida que avance con la edad, un viejo judoka alcanza un cierto nivel de respeto, como un viejo guerrero; esto le da la posibilidad de descansar en sus propios laureles. Cuando un joven judoka empuja demasiado fuerte al mayor, el anciano puede darse el lujo de decir: Mira hijo, soy demasiado viejo para juegos como este…

No muchos aikidokas cuidan de su rendimiento atlético

En Aikido, sin embargo, muchas personas desarrollan una visión extraña de su conciencia. Creo que esto sucede porque en Aikido hay personas que han entendido mal el concepto de Ki el cual es visto como una fuerza especial, casi mística, superior a la fuerza humana. Es de suponer que esta es la razón por la cual muchos aikidokas no cuidan de su rendimiento físico.

En muchos sistemas de entrenamiento, existe una ideología más o menos declarada, según la cual después de cierto número de años de práctica, no sólo debe lograrse una mayor habilidad técnica, a la vez que un tipo de poder paranormal. Este aditamento permitiría superar la natural perdida de energía producida por los años.

Los practicantes son conscientes de que las técnicas del Aikido se puede realizar únicamente a través de la cooperación mutua entre nage y uke. Muchos practicantes avanzados de Aikido, sin embargo, son arrastrados por la ilusión de que proyectar con fuerza y elegancia a un compañero (que está cooperando) y pensar que ello lo califica como un hábil maestro. Por supuesto, se olvidan convenientemente de la deuda que tienen con uke como socio, el trabajo en el interior de la técnica que hacen que se vean tan “eficaces”, prefiriendo creer que una perfecta proyección es gracias y solamente, a su capacidad. Sin embargo, bajo la superficie, son perfectamente conscientes de la situación de interdependencia mutua. Sin un socio amistoso, su Aikido seria solo una maniobra vacía o un puro acto de violencia.

Algunas personas odian este estado de dependencia y viven con miedo de que se descubra que no son realmente tan poderosas como ellos pretenden hacer creer a los demás. Cuando estas personas realizan una técnica, si encuentran resistencia o si uke se mueve de una manera diferente o con otra lógica, no lo piensan dos veces para causar graves daños a uke, que, una vez dentro de la dinámica del ukemi, ofrece su cuerpo por completo a la acción de nage.

En este momento vemos la violencia que acecha en el interior de muchos aikidokas. Basta con mirar a uno de los muchos Embukai en YouTube: por lo general nage proyecta al uke sobre la colchoneta con la máxima fuerza y velocidad y cuándo este se encuentra en la posición más débil. *Nota: Esta posición débil la ofrece uke de manera voluntaria para dar a su compañero la oportunidad de estudiar; o sea que es un instrumento de trabajo. En las técnicas de Aikido, uke pone su propio cuerpo a disposición de nage.

La enorme ambición de poder y dominación sobre el otro, hace caer a muchos maestros de Aikido, en la trampa del narcisismo. Me pregunto, ¿cómo es posible que un maestro de Aikido desarrolle una apariencia de “marionetas marcial”?. Algunos de estos “maestros” no tienen el valor de practicar ni por un minuto en otras de las artes marciales de combate…

El verdadero espíritu del Aikido

Estos individuos crean gran negatividad alrededor del Aikido, que luego cae sobre el arte que tanto amamos. Gracias a estas personas, los practicantes de otras disciplinas, están convencidos de que los aikidokas practican aikido porque no son capaces de hacer nada más, o peor aún, que no saben hacer nada.

Por otro lado, estos seudo-profesionales de Aikido están tan lleno de complejos de inferioridad que recurrirían a la cirugía plástica para parecer más jóvenes, más fuertes, más japoneses, y apenas suben al tatami, se sirven de la hakama para ocultar su verdadero ego. No es raro que estas personas hagan una carrera con el curso de los años, llegando a convertirse inicialmente en responsables de un dojo, y posteriormente escalen a un rango técnico y administrativo en su “propia asociación”, amplificando aún más, a causa de la “responsabilidad,” su narcisismo que se manifiesta, como ya he dicho antes, en violencia sobre el tatami hacia sus estudiantes.

Conclusión personal

Un practicante de Aikido hace bien al preguntarse, si el maestro en el dojo donde practica, es un verdadero maestro de Aikido o si tan sólo es un títere marcial. También hace muy bien el preguntarse si realmente lo que el profesor dice, también lo vive en la vida cotidiana, o si aquello que de vez en cuando deja ver, es lo que realmente no quiere que los demás vean. A los padres de familia les recomiendo informarse muy bien para evitar que sus hijos terminen en las manos de ciertos individuos.

miércoles, 14 de agosto de 2019

El regalo de meditar y estar alerta


El regalo de meditar y estar alerta


https://www.portafolio.co/opinion/gonzalo-gallo-gonzalez/regalo-meditar-alerta-90110

 

 Ese gran sabio que fue Krishnamurti repetía una y otra vez a sus oyentes: ¡está siempre alerta! Aprende a estar atento al movimiento incesante de pensar y a lo que dices. Vive alerta a tus gestos: cómo te sientas, cómo caminas, cómo hablas, atento a tus respuestas, logra un estado de atención lúcida y despierta.

La mayoría de nosotros anda inatento, y darse cuenta de esa inatención es atención. No es fácil estar vigilante o presente y consciente, lo normal es vivir en automático, como robots. Si estás alerta, caes en cuenta de tus errores y los corriges; si estás atento, te conoces y conoces a los otros. Jesús habló de lo mismo, y nos dijo que debíamos estar siempre vigilantes. ¿Cómo lograrlo? Un camino seguro es la meditación.

Meditación es la comprensión de ti mismo, es ver muy claramente, es atención completa. Atención total a ti mismo, a Dios, a la flor, al pájaro que vuela, a un árbol o al verdor. La meditación requiere una formidable rectitud, ya que sin ella meditar es solo un escape, una fantasía y un autoengaño. No es un control forzado de la mente, es dejarla en reposo, en una quietud inocente. No es concentración, porque ahí hay lucha y se pierde la paz interior es el conocimiento de ti mismo, darte cuenta del movimiento del pensar y el sentir. Debes conocer todas las capas de la conciencia, no solo las superficiales, sino las ocultas, el subconsciente o lo que Jung llamaba ‘la sombra’. El sabio bucea con frecuencia en su interior. La meditación es sencilla, pero la complicamos al tejer a su alrededor una telaraña de ideas y técnicas, ella surge natural mientras caminas sobre la arena de la playa o miras con ojos de asombro.

Meditas si aprecias bien la montaña, la luna, o escuchas un trino en un bosque. En la soledad y el silencio sabes lo que es la meditación si no tienes miedo de estar solo. Meditar es desligarse de lo aparente, de lo material, y no estar apegado a cosa alguna. Entonces, al igual que un amanecer que surgió esta mañana, el silencio te eleva y estás en paz. Para meditar necesitas desconectarte y dejar de correr. Meditación es comunión amorosa con Dios, es sentir que mora en ti y que todo lo demás es secundario. La meditación sin fórmulas establecidas es un fenómeno increíble, es una gran explosión que purifica y es muerte. Su pureza es devastadora; no deja un solo rincón secreto donde el pensamiento pueda esconderse entre sus propias sombras.

En la meditación no hay mañana ni pasado, es estar alerta en el presente sin autoengaños. Meditar es conectarse con Dios y huir del ruido para disfrutar la belleza del silencio y del vacío, en el cual todo fluye y existe. Puedes meditar con los ojos abiertos y rodeado de objetos si nada te distrae. La meditación lleva a un gran éxtasis, que brinda al cerebro y al corazón la inocencia, y abre la puerta a lo inconmensurable, a Dios. Detente y haz pausas para meditar y estar alerta; así no ves espejismos, sino la realidad.

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