El regalo de meditar y estar alerta
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Ese gran sabio
que fue Krishnamurti repetía una y otra vez a sus oyentes: ¡está siempre
alerta! Aprende a estar atento al movimiento incesante de pensar y a lo que
dices. Vive alerta a tus gestos: cómo te sientas, cómo caminas, cómo hablas,
atento a tus respuestas, logra un estado de atención lúcida y despierta.
La mayoría de
nosotros anda inatento, y darse cuenta de esa inatención es atención. No es
fácil estar vigilante o presente y consciente, lo normal es vivir en
automático, como robots. Si estás alerta, caes en cuenta de tus errores y los
corriges; si estás atento, te conoces y conoces a los otros. Jesús habló de lo
mismo, y nos dijo que debíamos estar siempre vigilantes. ¿Cómo lograrlo? Un
camino seguro es la meditación.
Meditación es la
comprensión de ti mismo, es ver muy claramente, es atención completa. Atención
total a ti mismo, a Dios, a la flor, al pájaro que vuela, a un árbol o al
verdor. La meditación requiere una formidable rectitud, ya que sin ella meditar
es solo un escape, una fantasía y un autoengaño. No es un control forzado de la
mente, es dejarla en reposo, en una quietud inocente. No es concentración,
porque ahí hay lucha y se pierde la paz interior es el conocimiento de ti
mismo, darte cuenta del movimiento del pensar y el sentir. Debes conocer todas
las capas de la conciencia, no solo las superficiales, sino las ocultas, el
subconsciente o lo que Jung llamaba ‘la sombra’. El sabio bucea con frecuencia
en su interior. La meditación es sencilla, pero la complicamos al tejer a su
alrededor una telaraña de ideas y técnicas, ella surge natural mientras caminas
sobre la arena de la playa o miras con ojos de asombro.
Meditas si
aprecias bien la montaña, la luna, o escuchas un trino en un bosque. En la
soledad y el silencio sabes lo que es la meditación si no tienes miedo de estar
solo. Meditar es desligarse de lo aparente, de lo material, y no estar apegado
a cosa alguna. Entonces, al igual que un amanecer que surgió esta mañana, el
silencio te eleva y estás en paz. Para meditar necesitas desconectarte y dejar
de correr. Meditación es comunión amorosa con Dios, es sentir que mora en ti y
que todo lo demás es secundario. La meditación sin fórmulas establecidas es un
fenómeno increíble, es una gran explosión que purifica y es muerte. Su pureza
es devastadora; no deja un solo rincón secreto donde el pensamiento pueda
esconderse entre sus propias sombras.
En la meditación
no hay mañana ni pasado, es estar alerta en el presente sin autoengaños.
Meditar es conectarse con Dios y huir del ruido para disfrutar la belleza del
silencio y del vacío, en el cual todo fluye y existe. Puedes meditar con los
ojos abiertos y rodeado de objetos si nada te distrae. La meditación lleva a un
gran éxtasis, que brinda al cerebro y al corazón la inocencia, y abre la puerta
a lo inconmensurable, a Dios. Detente y haz pausas para meditar y estar alerta;
así no ves espejismos, sino la realidad.
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