viernes, 29 de junio de 2018

Sentido de los grados en Aikido

Sentido de los grados en Aikido


Por Nobuyoshi Tamura
Tomado del libro Aikido. Etiqueta y transmisión




Nafuda kake 名札掛け.

1er Dan: Shodan
SHO es el principio, lo que comienza. El cuerpo ha llegado por fin a intentar responder a las ordenes y a reproducir las formas técnicas. Se comienza a tener una vaga idea de lo que es el AIKIDO. Hay que practicar o demostrar tan lento como sea necesario, pero con la máxima precisión y exactitud.

2º Dan: Nidan
Al trabajo del primer Dan se le añade rapidez y potencia al mismo tiempo que se demuestra una mayor estabilidad mental. El practicante tiene la sensación de haber progresado. El jurado nota este progreso constatando una puesta en forma, una orientación del trabajo.

3er Dan: Sandan
Es el principio de la comprensión del Kokyu ryoku. La entrada en la dimensión espiritual del Aikido. La agudeza, la precisión y la eficacia técnica comienzan a manifestarse. Ya es posible enseñar a debutantes.

4º Dan: Yondan
En este nivel técnico avanzado se comienza a vislumbrar los principios que rigen las técnicas. Es posible reemplazar ocasionalmente al profesor.

5º Dan: Godan
El arte respeta los principios y el espíritu comienza a separarse de la forma, ya no permanece prisionero del aspecto exterior de la técnica. Aparecen nuevas técnicas en función de las situaciones.

6º Dan: Rokudan
La técnica es brillante, el movimiento es fluido y potente. Se impone de manera evidente a aquel que mira. La potencia y la flexibilidad físicas así como la limpieza mental se unen sin ambigüedad en el movimiento y se expresan también en la vida cotidiana.

7º Dan: Shichidan
El ser se desembaraza de sus oscuridades y aparece en su verdadera naturaleza, manifiesta su verdadero ser, libre de toda atadura siente la alegría de vivir aquí y ahora.

8º Dan: Hachidan
Más allá de la vida y de la muerte el espíritu claro y abierto, capaz de unificar a los contrarios, sin enemigo, no se pelea. Sin combate, sin enemigo, es el eterno vencedor. Sin ataduras es libre, libre en su libertad O Sensei decía "frente al enemigo basta con que me tenga de pie, sin nada más". Su visión engloba y armoniza la totalidad, pero no se detiene ahí. Incluso el agua más pura puede corromperse en una charca, no hay que olvidar jamás el espíritu del debutante acometiendo su primer paso.

Algunas personas parecen pensar que vacilo al dar grados superiores al 5º Dan, por ello he intentado aquí dar una idea del sentido de estos grados como continuación a lo que ya he escrito sobre los grados del 1º al 4º Dan.
Aprovecharlo para vuestra propia práctica. Los debutantes también encontraran aquí materia de reflexión.
N. TAMURA



---

Kyu = categoría, clase
Dan = nivel, escalón

Mudansha: poseedor del grado Kyu (que no posee el grado Dan)
Mu: es un prefijo negativo

Dan: nivel, grado
Sha: persona

Yudansha: poseedor del grado Dan
Yu: posesión
Dan: nivel, grado
Sha: persona


Existe un título otorgado a partir de 5º ó 6º Dan, llamado Shihan, que significa "ejemplo, modelo".

Una vez recibido el cinturón negro 1er Dan, el aikidoka comienza a portar la Hakama, aunque hay varias escuelas que permiten a sus alumnos llevarla desde el primer día.

Hay que tener en cuenta que este sistema de grados es el que utiliza el Aikikai y es posible que algunos estilos de Aikido no lo sigan de la misma forma.

Los grados

Los grados

Por Nobuyoshi Tamura
Tomado del libro Aikido. Etiqueta y transmisión


Historia

El dan () de los grados de judo o de aikido se escribe con un carácter que significa grado, escalón.

Una escalera se sube o se baja escalón por escalón, no es posible franquearla de una sola vez como por medio de una escalera mecánica o un ascensor.

La palabra dan contiene la idea de separación e indica el método necesario para conseguir una meta. A mi entender por eso se eligió esa palabra para designar los grados. En resumen, la aparición de este sistema de grados en el mundo del budō es reciente.

Kano Jigoro, el fundador del judo, lo instauró durante la era Meiji (1868-1912). En los bujutsu anteriores, los títulos de los grados que existían eran los inka, menyo, etc. Estos sistemas siguen sobreviviendo en los bujutsu y en el budō clásico (kobudo), que aún se practican hoy en día. Este sistema comprende las siguientes clasificaciones:

-Shoden
-Chuden
-Okuden
-Menkyo kaiden
-Mokuroku, inka

(certificados o títulos otorgados por escuelas tradicionales que equivalen a menkyo kaiden). Este sistema asegura la transmisión de los secretos de este arte a los discípulos.

Shoden: transmisión inicial, lo que se transmite para comenzar.
Chuden: transmisión media que asegura que se ha recorrido la mitad del camino.
Okuden: Transmisión profunda de las enseñanzas esenciales en el sentido oculto, es decir, okugi, higi.
Menkyo kaiden: certificado y titulo de aquel a quien se le han transmitido todos los secretos sin reserva alguna.

El que ha recibido el Menkyo kaiden puede ser llamado para suceder al maestro o para fundar una rama de la escuela enseñada por su maestro.
Los sistemas inka o menkyo kaiden (certificado de transmisión) o los dan están ligados de forma indisoluble a los métodos de enseñanza.

El sistema progresivo de los certificados de transmisión que conduce de las técnicas simples a las técnicas complicadas puede parecer perfectamente lógico. Sólo hay que cambiar de punto de vista y verlo desde la perspectiva del bujutsu, que decide sobre la vida o la muerte.

A pesar de que se hable de discípulo y que dentro de la medida o en el seno de este sistema esté en juego su personalidad, será obvio que por prudencia el maestro no habrá enseñado de una sola vez ni todas las técnicas ni todo su contenido.

A lo largo de los años de enseñanza, el maestro puede observar la técnica, la actitud y los actos de su alumno. Entonces puede otorgar un diploma con pleno conocimiento de causa a quien se lo merezca (okugi, inka, menyo kaiden).

Habría que reflexionar sobre el hecho de que kuden (la transmisión oral), i’shi-soden (la transmisión a un solo hijo) así como la prohibición de aceptar o provocar desafíos entre escuelas antes de obtener el menkyo kaiden, parece indicar que la enseñanza no era transmitida en su integridad.

Ahora bien, el budō moderno es el fruto de una época de paz, lo que explica que tienda más hacia una evolución espiritual y física que hacia la perfección de las técnicas. Desde el principio del estudio se desvela la totalidad de las técnicas, nada cambia en las técnicas en sí, sólo la ejecución evoluciona a la vez que el ejecutante gana en precisión y se transforma. La progresión está estructurada de manera que el cuerpo y el espíritu evolucionan de forma conjunta. Los grados dan son los hitos de esta evolución.

Antes de la guerra y hasta el final de la segunda guerra mundial, la universidad de los budō japoneses, el Butokukai otorgaba los grados y los títulos de enseñanza. Los títulos son renshi, kyoshi y hanshi. Los grados van del 1º al 10º dan.

Merece la pena pararse a ver lo que representa el hanshi:

*Un grado mínimo de 5º dan, una vida correcta y un gran conocimiento del budō son las condiciones necesarias para optar al título kyoshi.
Al cabo de siete años y pasada la edad de los sesenta, se puede pretender alcanzar el siguiente nivel: el de hanshi.
**Entonces el conocimiento de la técnica ha alcanzado la perfección. El practicante, además, por el ejemplo que da de una conducta social irreprochable es un modelo para los demás.
***El resultado de las acciones emprendidas a favor del budō se manifiesta a todos los niveles. El título de hanshi, por lo tanto, pone de manifiesto la conjunción de los siguientes elementos: técnica, corazón, espíritu de contribución a la causa de su disciplina.

Dentro del marco del sistema de grados, kyu-dan, cada uno ha de encontrar su lugar con respecto al sistema de títulos de enseñanza. La justificación de este sistema de grados es el hecho de ayudar a evaluar el nivel de trabajo de cada uno y de comprender su finalidad.

Igual que los escalones de una escalera, los grados deben franquearse uno a uno con una voluntad inagotable de progreso. Hoy en día, en Japón se atribuyen los grados en función de los tres siguientes puntos:

-Técnica.
-Personalidad y realización.
-Lo que el practicante por contrapartida aporta a su arte.

Incluso si la técnica es excelente, un practicante cuya vida diaria sea desordenada o cuyo carácter sea inestable no accederá a los grados más elevados.

Al contrario, a un practicante que lleve mucho tiempo cuya técnica pueda dejar que desear pero que ponga de manifiesto grandes cualidades y que haya prestado grandes servicios a su disciplina se le podrá otorgar un grado elevado, ya sea a título ordinario o a título honorífico.

A pesar de que los grados honoríficos pueden ser atribuidos sin mención particular, hay que pensar que el receptor no cometerá el error de tomarlos por otra cosa de lo que son.

Hoy en día, en algunos países como Francia, los grados se atribuyen en el ámbito nacional. No obstante, es corriente que cada escuela, federación, organización o director de escuela distribuya sus propios grados.

En la actualidad, el Aikikai vuelve a la antigua tradición y no concede grados superiores al 8vo dan a practicantes en vida. Es importante recordar que los niveles indicados corresponden a requisitos mínimos de conocimientos, y que no basta con disponer de un conocimiento aproximado de ese mínimo para reivindicar el derecho a un grado.

(…)

Actitud durante los pases de grado

Es evidente que de entrada la actitud durante un pase de grado ha de ser enseñada por los profesores. La única razón de ser de los exámenes de kyu o de dan en aikido es poder medir los progresos técnicos y el nivel mental adquirido en un arte donde no existe competición.

Lo que importa, por lo tanto, es poder manifestar por completo los resultados de la práctica diaria en el sentido de la unidad del ki, el corazón (kokoro), el cuerpo y la técnica. Durante el examen las técnicas se encadenan con rapidez, precisión y potencia: la potencia del cuerpo debe expresarse sin interrupción, tanto en firmeza como en resistencia.

La calma y la intrepidez del corazón deben animar la ejecución técnica con una precisión meticulosa. Sin miedo, sin vacilación, sin altanería, cada gesto debe realizarse con la participación total del cuerpo y el espíritu. Desde esta perspectiva, es conveniente orientar la práctica diaria hacia esa intervención total, lo que nos permitirá durante los exámenes estar distendidos, relajados y mantener el gesto amplio sin dejarnos distraer por nada, sin ningún cambio con respecto al ejercicio ordinario. Hay que permanecer libre.

Corre la voz de que después de la proclamación de los exámenes, algunos se consideran perjudicados. ¡Esto es una conducta inconveniente e inconcebible que sería preferible poder pasar por alto!.

Si usted ha podido expresar los resultados de su práctica diaria de manera entera y completa, debe considerarse afortunado, incluso si ha sido suspendido en el examen.
Si ha aprobado el examen sin haber cumplido los requisitos que en última instancia juzgará usted mismo no debe sentirse orgulloso. Suspender y responsabilizar al examinador le sitúa en el nivel más bajo; ¡no espere llegar jamás a poder comprender algo relacionado con el Aikido si se empeña de esa manera!.

Pensar que el examinador es parcial simplemente demuestra que el corazón de usted es parcial. Debemos agradecer al examinador que le ha indicado los aspectos malos de su comportamiento, de su técnica, antes de estar resentido contra el examinador pensando que no entiende nada del Aikido. Y, si en un caso extremo, el examinador realmente no entiende nada…¿Cambiará eso un ápice su trabajo? Incluso si en ese momento no entiende las intenciones del examinador, llegará el momento en que comprenderá que gracias a esa derrota momentánea ha tenido que trabajar más y su técnica y su espíritu han progresado otro tanto.

Seguramente llegará agradecer a ese examinador que le habrá permitido evolucionar sin orgullo  y sin autosatisfacción. Creo que ese estado de ánimo es el que manifiesta el wa, la armonía y la paz, del que hablaba O Sensei.

La paz no sólo reside dentro de uno mismo, sólo puede puede existir a la vez “dentro” y “alrededor” de uno mismo.

El Aikido es una espada de dos filos: cuando se ha cortado al adversario en dos hay que saber que nos hemos cortado a nosotros mismos en dos.  Si dejamos vivir al adversario estamos salvados. Esto viene a significar que no debemos permitir que se genere esa dualidad adversario / yo. Tomemos como ejemplo un examinador totalmente parcial e injusto. Incluso un examinador de ese tipo, si está bajo ese encanto, no encontrará nada que censurar en un buen examen: con este estado de ánimo es con el que uno se debe presentar. Si a pesar de todo se suspende, no se deje abatir. Aproveche para mejorar sus defectos. Sea recto y digno sin estar resentido contra nadie y es posible que el examinador que lo haya suspendido sienta vergüenza. Si recibe un grado que no merece, sepa que sólo lo ha recibido para señalarle que toda posibilidad de evolución en lo sucesivo le está vetada. Por el contrario, el que se le deniegue un grado debe interpretarse como que se le está pidiendo realizar un trabajo más profundo para el que usted está capacitado.

Actitud del candidato que ha superado el examen de dan

 Todos somos felices cuando aprobamos un examen de dan. No obstante, ello no es razón para salir del dojo sin saludar o abrazarse en el tatami para felicitarse mutuamente, actitud que no se debe fomentar. Aprobar un grado o ganar una competición son dos actos de distinta naturaleza. Lo primero que hay que agradecer es al examinador, luego a su profesor y los sempais, y sólo a partir de entonces, se puede compartir la alegría con los amigos. En Francia, durante los primeros tiempos de mi estancia, los practicantes que acababan de superar el examen también ofrecían a sus profesores y amigos una pequeña fiesta en un bar y no se dudaba en descorchar una botella de champán. Incluso cuando yo era uchi-deshi, las personas de educación formal ofrecían al maestro, a sus sempai y a sus amigos aikidokas una cena de agradecimiento.

Por supuesto, para los jóvenes eso es un poco difícil de sufragar, pero ¿acaso es imposible ofrecer por lo menos el gesto de ofrecer, por ejemplo, un aperitivo para celebrar la ocasión?. Y si esto aún es pedir demasiado, en cualquier caso, por lo menos será posible de dar las gracias.

Es cierto que el hecho de haber conseguido superar un grado se debe al trabajo, los esfuerzos y aptitudes personales, pero no hay que olvidar la ayuda recibida por parte del profesor, los sempais y los ánimos dados por los compañeros de trabajo.


De ahí que se ha de educar a los alumnos en este sentido. Es aconsejable escuchar los comentarios sobre la actitud de uno mismo durante el examen y pedir la opinión del profesor y de los alumnos más antiguos para crearse una base de trabajo.

Eventos y Actividades