MOKUSO
Mokuso es el acto de meditación antes o después de un entrenamiento. Se usa
al empezar para concentrarse en el entrenamiento. En el trabajo que se va a
realizar.
Al terminar, para relajarse de la tensión mantenida durante el
entrenamiento y para volver al estado normal.
La meditación (considerada como la actividad pasiva perfecta para la salud
y como antídoto recomendable para el estrés) siempre ha estado vinculada a la
práctica marcial, tanto en Japón como en China, como medio intrínseco y necesario
para alcanzar la maestría. La
meditación es para la práctica mental lo mismo que la parte física para el
cuerpo, a pesar de que algunos practicantes la desestimen por considerarla
inútil para la lucha.
La meditación en las artes marciales japonesas tiene una clara influencia
del budismo zen, pero no una connotación religiosa.
Introducción
La sociedad japonesa adora los rituales y un arte marcial requiere
comprensión (y práctica reiterada) para progresar y evitar convertirnos en
robots, repitiendo un gesto sin tener conocimiento sobre lo que estamos
haciendo.
Mokuso está estrechamente ligado al concepto de Mushin (literalmente, “la
mente de la no mente”. Es un estado en
que la mente permanece abierta y receptiva sin emociones ni sentimientos),
siendo necesario para la práctica de este último.
Cada practicante realiza Mokuso de una forma y con objetivos distintos. Relajación,
preparación para o liberación de son algunos conceptos que se vinculan al
Mokuso. Puede ser cualquiera de ellos, en función del momento en el que
estemos, pero siempre en un intento de búsqueda del Mushin.
El acondicionamiento físico es más fácil, por lo que se obtienen resultados
positivos primero. Pero un estado mental adecuado maximizará el rendimiento
físico, eliminando pensamientos no adecuados, fundamental en situación de
combate, donde no hay que pensar, sino actuar.
Significado de
Mokuso
El término Mokuso (黙 想) está compuesto por los caracteres:
•黙 Moku: no decir nada, mantener en silencio
•想 So: Pensamiento, idea, imaginación, consideración,
concebir, imagen
Podríamos, por lo tanto, traducirlo como “el acto de silenciar nuestros
pensamientos” o “pensar en la nada”.
Objetivos
Al inicio: eliminar todos aquellos pensamientos y preocupaciones que nos
puedan perturbar o distraer y prepararnos para absorber las enseñanzas y
centrarnos en la práctica.
Al final: relajarnos, dejar fluir los pensamientos y analizar lo estudiado,
puesto que liberar la mente después del estudio mejora el aprendizaje.
¿Cómo realizamos
Mokuso?
Normalmente se realizará en silencio, para evitar distracciones. En la
mayoría de los Dojos está basado en una combinación de la postura corporal, la
respiración y la concentración mental, siendo sus características más generales
las siguientes:
Posición
Nos sentaremos adoptando la posición de seiza.
Debemos relajar los hombros, dejando caer los brazos naturalmente, con la
espalda erguida y sin inclinar la cabeza.
El rostro también debe estar relajado.
En cuanto a las manos, como siempre, hay una gran variedad de
opciones. Quizá la más extendida sea la
adoptada del Budismo Zen, que es colocar la mano izquierda sobre la derecha
(palmas hacia arriba), tocando ligeramente la parte inferior del abdomen, con
los dedos juntos, pero sin presiones, y los pulgares tocándose las puntas
formando un ovalo con las palmas.
La mano izquierda representa la calma, el espíritu… La derecha representa
la acción, lo material, el ego… Ambas acaban unidas por los dos pulgares.
Habitualmente se cierran los ojos, evitando los posibles estímulos y
distracciones circundantes. Si bien
esto ayuda a la realización de Mokuso (sobre todo a los occidentales y a los
principiantes) no es necesario cerrar los ojos para ello, basta con entornar
los parpados, en lo que se conoce como los Ojos de Buda (medio cerrados pero
viéndolo todo).
Respiración
La respiración es para muchos el aspecto más importante en la práctica del
Mokuso. Un control de la respiración
reduce el ritmo cardíaco y el estrés, relajándonos física y mentalmente. No es necesario mantener ningún ritmo ni
tipo de respiración (no se debe forzar, solamente hacerla relajado).
Lo habitual es inhalar lentamente por la nariz (usando el diafragma)
expandiendo el vientre, sin tensiones musculares, hasta que percibamos que no
podemos inspirar más. Aquí deberíamos
aguantar el aire un instante, momento en el cual empieza la exhalación (por
nariz o boca), suavemente, contrayendo el vientre hasta sentir que necesitamos
inspirar otra vez. Debemos empujar el
aire por el espacio formado entre la lengua y el paladar.
Una situación de miedo o estrés nos provoca un desajuste respiratorio, con
la consiguiente sensación de bloqueo óseo-muscular o temblores. Una respiración adecuada (fruto de un
entrenamiento diligente) evitaría estos síntomas.
Mente
La mente debe de estar libre de pensamientos que nos distraigan, pero
completamente alerta y despierta, en un estado calmado, imperturbable, algo
fácil de decir pero no de hacer.
Adoptar una postura facilitadora (en nuestro caso Seiza) y centrarnos en la
respiración reduce la cantidad de pensamientos y ayuda a alcanzar el estado
adecuado. La inmovilidad del cuerpo
ayudará a retener la mente.
Conclusiones
Parece claro que no es necesario ser un experto practicante de artes
marciales para meditar ni adoptar una postura o acción concreta. Sencillamente debemos dejar a un lado
cualquier pensamiento que nos aparte de la acción que vamos a emprender, puesto
que una mente calmada y controlada, como resultado de la práctica correcta y
prolongada, tiene efectos beneficiosos (reducción de estrés, descenso del
consumo de oxígeno, la presión sanguínea y el pulso…).
Vemos que el Mokuso es un entrenamiento mental que nos enseña a alejar los
problemas y preocupaciones personales fuera del dojo. A muchos les llegará conocer el aspecto
externo para cubrir sus necesidades, pero no a un verdadero budoka. Debe ser una práctica individual y
continuada, siempre buscando un conocimiento más profundo del arte, y quizá
convertirlo en una parte indispensable de nuestro día a día.
Podemos afirmar que el Mokuso nos enseña a optimizar nuestro “interruptor
mental” necesario para la práctica (o situación real).
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