miércoles, 25 de enero de 2017

¿Cómo nos cambia el aikido?


¿Cómo nos cambia el aikido?

Tomado de : http://www.afamadrid.com/wp/como-nos-cambia-la-vida-el-aikido/
 

 
 

 

Siempre me impresiono en como las personas quieren o buscan algo, pero no están dispuestas a hacer algo diferente para lograrlo, inclusive sabiendo que lo que están hacienda no funciona. Es simpático como nos asimos en lo que conocemos en lugar de aprender nuevas cosas. Leo esto en los foros de internet casi todo el tiempo. Las personas preguntan, pero están más interesadas en defender sus propias creencias y no quieren escuchar lo que otros están ofreciendo. Un viejo dicho dice que si tú siempre haces lo que hiciste, siempre recibirás lo que recibiste. No obstante, si tú intentas algo y no funciona, la mayoría de nosotros lo intentará de nuevo con mayor intensidad en lugar de tratar algo diferente.
 

Si el Aikido es la cura para un confuso, caótico, y violento mundo, ¿Cómo la práctica de Aikido realmente nos cambia?.
 

El cambio llega en muchas formas y a través de muchas escuelas diferentes de pensamiento. Cada escuela probablemente funcionó para alguien en algún lugar, pero ninguna escuela de pensamiento funciona para todos, en todas partes. Así va nuestra naturaleza humana. Somos todos iguales, pero diferentes. Lo que las escuelas de cambio tienen en común es que últimamente apuntan a cambiar nuestra forma de pensar. La mente tiende a ser la causa de nuestros sufrimientos. Estudios recientes sostienen que la psicoterapia del comportamiento cognoscitivo es el más efectivo método para producir cambios.

 
La práctica física del Aikido sigue diferentes estrategias y formulas de movimientos, más que la mayoría de las artes marciales. Llegando con un pasado de artes marciales de golpes, inicialmente era muy difícil conseguir que mi cuerpo se moviera de acuerdo a los principios y conceptos de Aikido. ¿Armonizar en lugar de resistir? Tienes que estar bromeando. ¿Moverse en un movimiento circular en lugar de una dirección lineal? Yo eso ni siquiera lo hacía cuando bailaba. El cuerpo no quería hacer y la mente no lo entendía. El cuerpo y la mente no estaban peleando entre ellos, ellos peleaban contra el Aikido.

 
Todo el modelo del Aikido de prevención de conflictos, manejo y resolución es diferente. El Aikido no niega ni evita conflictos o huye de ellos. El Aikido entra y armoniza antes de resistirlos. El aikido re-direcciona y desbalancea en lugar de producir daño. El Aikido controla la situación o simplemente la arroja fuera y sigue hacia otra cosa en otro lugar. Mientras todo esto toma lugar, se supone que mantengas el cuerpo relajado y la mente calma. Tu no haces que el Aikido “trabaje”; tan solo sigues las formulas y principios naturales y “dejas” trabajar al Aikido. La mayoría de la práctica física se realiza en forma predecible dentro de un contexto seguro y supervisión del Dojo.

 
Generalizando, la aplicación de las formulas (cuerpo) y los principios (mente) del Aikido fuera del Dojo es realmente el desafío del cambio. Cuando tenemos un enfrentamiento verbal y conflictivo,¿ podemos verbalmente entrar, armonizar y redirigir el conflicto sin usar la fuerza en la forma de miedo o ira? ¿Vemos o sentimos compasión y la conexión entre nosotros y las personas, quienes no simplemente piensan diferente sino que se oponen violentamente a todo lo que creemos y defendemos? ¿Han cambiado las prácticas físicas en el Dojo nuestra forma de pensar acerca del mundo y de nosotros mismos?.

 
Si el Aikido ha cambiado nuestros corazones y mentes, entonces hemos practicado bien. Si aún estamos en la línea de ataque y tomamos todo lo dicho o hecho en forma personal y seriamente, entonces quizás necesitemos practicar más, focalizándonos en el intento de cambiar nosotros mismos en lugar de derrotar a nuestro enemigo, oponente o a nuestro compañero de práctica

 

viernes, 6 de enero de 2017

Shoshin, volver a la motivación original, a lo “auténtico”


Shoshin, volver a la motivación original, a lo “auténtico”

Por Adriana Llanes

2017/01/05



Cerrando el 2016 Yamada Sensei nos envió un emotivo mensaje de Año Nuevo invitándonos a retornar a nuestro “shoshin”, a nuestra motivación original y a disfrutar de nuestra práctica de Aikido sin preocuparnos por nada más. Con esta reflexión en mente, quiero comenzar las publicaciones de este Año.

Shoshin ( ), es un término muy interesante que significa literalmente “la verdad correcta” y se utiliza para denotar una firma auténtica de las obras de arte o para referirse a cualquier cosa o persona que es genuina.

En el entorno de las artes marciales japonesas y del budismo zen, significa “mente de principiante”; y se refiere, a la actitud de entusiasmo, de apertura y de ausencia de ideas preconcebidas sobre un tema. 

Bajo esta connotación el “éxito” o la experticia en un área, es un” fracaso”, porque estanca el crecimiento.  Pero el “fracaso” es “éxito” porque  invita a revisar los errores, las fallas y las premisas falsas, acto  necesario para seguir evolucionando.

Como pregonaba el maestro Zen, Shunryu Suzuki  En la mente de un principiante hay muchas posibilidades, en la mente de un experto muy pocas, por esto conserva siempre la mente de un principiante” (S.Suzuki, Shoshin, 1970); porque esa actitud es la correcta para la práctica del Zen.

Indiscutiblemente la mente de un principiante contiene altas dosis de creatividad, entusiasmo, optimismo y curiosidad, y al no existir límites, contiene una riqueza infinita.

Para un practicante de Aikido la búsqueda de esta actitud lo involucra todo (humildad, disciplina, tenacidad, alegría, búsqueda de un mejoramiento constante, etc), y por ello, más allá de un adoctrinamiento “técnico”, es esencial  que los aikidocas moldeemos nuestro carácter en este sentido, porque sólo con la actitud debida, lo ordinario se convertirá en algo extraordinario; y la magia del Aikido -que permite forjar mejores seres humanos-, aparecerá de manera natural y espontánea. 

Ahora, en esta búsqueda y reflexión personal de volver a mi motivación inicial, a lo que implica la alegría y el gozo de practicar Aikido, considero pertinente y muy justo hacer un pequeño y sentido reconocimiento al Sensei Homero Navas (Q.E.P.D), del Dojo El Paiso de Caracas, Venezuela, a propósito de su reciente trascendencia espiritual.

Mi amistad con senpai Homero (QE.P.D), comenzó con una simpática pregunta el día que nos presentaron: “¿Y tú qué? ¿Estudias? ¿Trabajas? ¿Vendes tu cuerpo? ¿Qué haces en la vida para sobrevivir, Chama?”. Supongo que mi sorpresa y expresión de espanto fue de tal magnitud que quienes estaban a mí alrededor rieron a carcajadas. Obviamente no tuve otro camino que comenzar a reír con ellos.

Así era Homero senpai (Q.E.P.D.): sencillo, extrovertido, alegre, bromista y de trato cálido. Nunca le faltó un gesto, un comentario o una palabra para hacernos reír y relajar el momento.  Era imposible no disfrutar el entrenamiento y la experiencia que se vivía (así fuera adversa), sí él estaba cerca.

Amante del entrenamiento intenso y exigente, solía decir “si no aprende, por lo menos diviértase”. Sus clases eran muy amenas, y a todos sin excepción (como él mismo decía), les “caía a coñazos”. Había que estar listos para recibir sus técnicas y tener un ukemi eficiente. Le molestaban los ukes perezosos o aquellos que iban al dojo con la pretensión de “lucir el uniforme y verse simplemente bonitos”. Recuerdo con gratitud una vez que me reprendió diciéndome, “tu cuerpo y tu mente, están aquí, pero si no pones tu alma, no sirve, vete a hacer otra cosa que nos estorbas en el tatami, fuera de aquí, fastidio, fastidiosa”. Bromeaba (bastante), pero era muy respetuoso, y solía decir entre risas, “sé que me estoy riendo, pero presten atención que lo que estoy diciendo es serio”, y ahora que evoco algunos de esos momentos, tenía mucha razón en ello.

Con Homero senpai (Q.E.P.D.) y su pandilla de “Aiki-malandros” del Dojo El Paraíso, recorrí varios dojos de Latinoamérica y cree profundos lazos de amistad y cariño que espero conservar durante toda mi vida. Siempre me aceptó como una más de su grupo. Incluso, llegó a prestarme las llaves de su Dojo, con ukes incluidos -un grupo de alumnos que como él decía en tono burlón, parecían adheridos a la puerta del establecimiento, porque era imposible ir al dojo y no verlos-, para que entrenáramos a puerta cerrada  durante el periodo de receso.

Recuerdo que el día que presenté mi examen de Sandan, fue uno de mis ukes. Se ubicó frente a mí en suwari waza, y mientras esperaba que me pidieran la primera técnica del examen, me hizo un gesto gracioso, y me dijo en tono bajo “baila”, y luego se me lanzó con un shomenuchi enérgico (y “bailé” y disfrute mi momento. Disipó mi nerviosismo y timidez). Solía decir “si ataco, es aquí y ahora, si no ya está muerto”.

Sin embargo, detrás de esa persona alegre y espontánea existía una fuerte personalidad y determinación inamovible. Una vez tomaba una decisión, era imposible persuadirlo. Cuando algo (o alguien) lo contrariaba, su disgusto era notable y devastador. Pero noté que difícilmente guardaba rencor. En el próximo entrenamiento no era raro escucharle decir a su antagonista, “vente marico, vamo’ a entrená”. Homero senpai (Q.E.P.D.), era pasión. Entrega total y sin medida en todo lo que hacía.

Haciendo este recuento son muchos los recuerdos y gratos momentos que vienen a mi mente y mi corazón. En todos ellos, lo veo sonriente con una coca-cola en su mano y un cigarrillo en la otra.” Homer” fue una persona “autentica”, que amaba entrenar y estudiar las técnicas una y otra vez. Vivía su Aikido y contagiaba su pasión.

Discretamente Homero Navas sensei (Q.E.P.D.) fue el mentor de varios instructores de Aikido, y si bien, varios de sus estudiantes ya no están en Venezuela, continúan activos apoyando y cuidando al sensei y a su nueva familia aikidoca. Siguen siendo ukes enérgicos, que aman entrenar y que transmiten su amor por el entrenamiento. Son Aikidocas comprometidos “de corazón”. Confieso que me emociona observar todo lo que han crecido (en este camino) y entrenar (bailar) una vez más con ellos.

Escribo estas líneas porque considero que este legado de buena energía, de buena vibra y de trabajo ético, merece un reconocimiento frente a toda la Comunidad Aikidoca.  “Homer” no se guardó nada para sí mismo. Lo entregó todo, con sus cualidades, sus defectos, sus dudas, sus certezas, sus desaciertos, y es de la esencia del Budō darle a cada uno el lugar que le corresponde.

GRACIAS senpai Homero (Q.E.P.D.) por tanta inspiración. Por enseñarme tantas cosas. Gracias por tu alegría, carisma contagioso, sencillez, hospitalidad y gratos momentos dentro y fuera del tatami.  Gracias por enseñarme que antes de cualquier cosa, el entrenamiento es para divertirse y para entregarse totalmente. Saluda por favor a Luis Acuña (Q.E.P.D), mi otro hermano de entrenamiento.

Respetuosamente quiero invitar a mis amigos del Dojo El Paraíso y alumnos de Bogotá Aikido, a honrar este legado. A continuar por este camino marcial con alegría y recordar cada vez que nos anudemos nuestro “obi”, que la esencia de este proceso está en el entrenamiento sincero, y que Aikido es para pasarla bien (sin más pretensiones). Como me enseñaron a decir en Venezuela,  “De pana que sí!”. Ahora, si a este propósito se suman otros corazones, estoy segura todo irá por buen camino.

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