viernes, 6 de enero de 2017

Shoshin, volver a la motivación original, a lo “auténtico”


Shoshin, volver a la motivación original, a lo “auténtico”

Por Adriana Llanes

2017/01/05



Cerrando el 2016 Yamada Sensei nos envió un emotivo mensaje de Año Nuevo invitándonos a retornar a nuestro “shoshin”, a nuestra motivación original y a disfrutar de nuestra práctica de Aikido sin preocuparnos por nada más. Con esta reflexión en mente, quiero comenzar las publicaciones de este Año.

Shoshin ( ), es un término muy interesante que significa literalmente “la verdad correcta” y se utiliza para denotar una firma auténtica de las obras de arte o para referirse a cualquier cosa o persona que es genuina.

En el entorno de las artes marciales japonesas y del budismo zen, significa “mente de principiante”; y se refiere, a la actitud de entusiasmo, de apertura y de ausencia de ideas preconcebidas sobre un tema. 

Bajo esta connotación el “éxito” o la experticia en un área, es un” fracaso”, porque estanca el crecimiento.  Pero el “fracaso” es “éxito” porque  invita a revisar los errores, las fallas y las premisas falsas, acto  necesario para seguir evolucionando.

Como pregonaba el maestro Zen, Shunryu Suzuki  En la mente de un principiante hay muchas posibilidades, en la mente de un experto muy pocas, por esto conserva siempre la mente de un principiante” (S.Suzuki, Shoshin, 1970); porque esa actitud es la correcta para la práctica del Zen.

Indiscutiblemente la mente de un principiante contiene altas dosis de creatividad, entusiasmo, optimismo y curiosidad, y al no existir límites, contiene una riqueza infinita.

Para un practicante de Aikido la búsqueda de esta actitud lo involucra todo (humildad, disciplina, tenacidad, alegría, búsqueda de un mejoramiento constante, etc), y por ello, más allá de un adoctrinamiento “técnico”, es esencial  que los aikidocas moldeemos nuestro carácter en este sentido, porque sólo con la actitud debida, lo ordinario se convertirá en algo extraordinario; y la magia del Aikido -que permite forjar mejores seres humanos-, aparecerá de manera natural y espontánea. 

Ahora, en esta búsqueda y reflexión personal de volver a mi motivación inicial, a lo que implica la alegría y el gozo de practicar Aikido, considero pertinente y muy justo hacer un pequeño y sentido reconocimiento al Sensei Homero Navas (Q.E.P.D), del Dojo El Paiso de Caracas, Venezuela, a propósito de su reciente trascendencia espiritual.

Mi amistad con senpai Homero (QE.P.D), comenzó con una simpática pregunta el día que nos presentaron: “¿Y tú qué? ¿Estudias? ¿Trabajas? ¿Vendes tu cuerpo? ¿Qué haces en la vida para sobrevivir, Chama?”. Supongo que mi sorpresa y expresión de espanto fue de tal magnitud que quienes estaban a mí alrededor rieron a carcajadas. Obviamente no tuve otro camino que comenzar a reír con ellos.

Así era Homero senpai (Q.E.P.D.): sencillo, extrovertido, alegre, bromista y de trato cálido. Nunca le faltó un gesto, un comentario o una palabra para hacernos reír y relajar el momento.  Era imposible no disfrutar el entrenamiento y la experiencia que se vivía (así fuera adversa), sí él estaba cerca.

Amante del entrenamiento intenso y exigente, solía decir “si no aprende, por lo menos diviértase”. Sus clases eran muy amenas, y a todos sin excepción (como él mismo decía), les “caía a coñazos”. Había que estar listos para recibir sus técnicas y tener un ukemi eficiente. Le molestaban los ukes perezosos o aquellos que iban al dojo con la pretensión de “lucir el uniforme y verse simplemente bonitos”. Recuerdo con gratitud una vez que me reprendió diciéndome, “tu cuerpo y tu mente, están aquí, pero si no pones tu alma, no sirve, vete a hacer otra cosa que nos estorbas en el tatami, fuera de aquí, fastidio, fastidiosa”. Bromeaba (bastante), pero era muy respetuoso, y solía decir entre risas, “sé que me estoy riendo, pero presten atención que lo que estoy diciendo es serio”, y ahora que evoco algunos de esos momentos, tenía mucha razón en ello.

Con Homero senpai (Q.E.P.D.) y su pandilla de “Aiki-malandros” del Dojo El Paraíso, recorrí varios dojos de Latinoamérica y cree profundos lazos de amistad y cariño que espero conservar durante toda mi vida. Siempre me aceptó como una más de su grupo. Incluso, llegó a prestarme las llaves de su Dojo, con ukes incluidos -un grupo de alumnos que como él decía en tono burlón, parecían adheridos a la puerta del establecimiento, porque era imposible ir al dojo y no verlos-, para que entrenáramos a puerta cerrada  durante el periodo de receso.

Recuerdo que el día que presenté mi examen de Sandan, fue uno de mis ukes. Se ubicó frente a mí en suwari waza, y mientras esperaba que me pidieran la primera técnica del examen, me hizo un gesto gracioso, y me dijo en tono bajo “baila”, y luego se me lanzó con un shomenuchi enérgico (y “bailé” y disfrute mi momento. Disipó mi nerviosismo y timidez). Solía decir “si ataco, es aquí y ahora, si no ya está muerto”.

Sin embargo, detrás de esa persona alegre y espontánea existía una fuerte personalidad y determinación inamovible. Una vez tomaba una decisión, era imposible persuadirlo. Cuando algo (o alguien) lo contrariaba, su disgusto era notable y devastador. Pero noté que difícilmente guardaba rencor. En el próximo entrenamiento no era raro escucharle decir a su antagonista, “vente marico, vamo’ a entrená”. Homero senpai (Q.E.P.D.), era pasión. Entrega total y sin medida en todo lo que hacía.

Haciendo este recuento son muchos los recuerdos y gratos momentos que vienen a mi mente y mi corazón. En todos ellos, lo veo sonriente con una coca-cola en su mano y un cigarrillo en la otra.” Homer” fue una persona “autentica”, que amaba entrenar y estudiar las técnicas una y otra vez. Vivía su Aikido y contagiaba su pasión.

Discretamente Homero Navas sensei (Q.E.P.D.) fue el mentor de varios instructores de Aikido, y si bien, varios de sus estudiantes ya no están en Venezuela, continúan activos apoyando y cuidando al sensei y a su nueva familia aikidoca. Siguen siendo ukes enérgicos, que aman entrenar y que transmiten su amor por el entrenamiento. Son Aikidocas comprometidos “de corazón”. Confieso que me emociona observar todo lo que han crecido (en este camino) y entrenar (bailar) una vez más con ellos.

Escribo estas líneas porque considero que este legado de buena energía, de buena vibra y de trabajo ético, merece un reconocimiento frente a toda la Comunidad Aikidoca.  “Homer” no se guardó nada para sí mismo. Lo entregó todo, con sus cualidades, sus defectos, sus dudas, sus certezas, sus desaciertos, y es de la esencia del Budō darle a cada uno el lugar que le corresponde.

GRACIAS senpai Homero (Q.E.P.D.) por tanta inspiración. Por enseñarme tantas cosas. Gracias por tu alegría, carisma contagioso, sencillez, hospitalidad y gratos momentos dentro y fuera del tatami.  Gracias por enseñarme que antes de cualquier cosa, el entrenamiento es para divertirse y para entregarse totalmente. Saluda por favor a Luis Acuña (Q.E.P.D), mi otro hermano de entrenamiento.

Respetuosamente quiero invitar a mis amigos del Dojo El Paraíso y alumnos de Bogotá Aikido, a honrar este legado. A continuar por este camino marcial con alegría y recordar cada vez que nos anudemos nuestro “obi”, que la esencia de este proceso está en el entrenamiento sincero, y que Aikido es para pasarla bien (sin más pretensiones). Como me enseñaron a decir en Venezuela,  “De pana que sí!”. Ahora, si a este propósito se suman otros corazones, estoy segura todo irá por buen camino.

3 comentarios:

  1. Excelente Adriana!!!
    Muy acertada descripción de Homero y lo extrañaremos mucho...
    Muchos besos...
    Emmanuel

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  2. bellas y ciertas palabras gracias por compartirlas

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  3. Comparto el comentario de Emmanuel. Homero, gracias por todo lo que nos diste.

    Leandro.

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