Shoshin,
volver a la motivación original, a lo “auténtico”
Por Adriana
Llanes
2017/01/05
Cerrando el 2016 Yamada
Sensei nos envió un emotivo mensaje de Año Nuevo invitándonos a retornar a
nuestro “shoshin”, a nuestra motivación original y a disfrutar de nuestra
práctica de Aikido sin preocuparnos por nada más. Con esta reflexión en mente,
quiero comenzar las publicaciones de este Año.
Shoshin (正 真), es un término muy interesante que significa literalmente
“la verdad correcta” y se utiliza para denotar una firma auténtica de las obras
de arte o para referirse a cualquier cosa o persona que es genuina.
En el entorno de las
artes marciales japonesas y del budismo zen, significa “mente de principiante”;
y se refiere, a la actitud de entusiasmo, de apertura y de ausencia de ideas
preconcebidas sobre un tema.
Bajo esta connotación
el “éxito” o la experticia en un área, es un” fracaso”, porque estanca el
crecimiento. Pero el “fracaso” es “éxito”
porque invita a revisar los errores, las
fallas y las premisas falsas, acto necesario
para seguir evolucionando.
Como pregonaba el
maestro Zen, Shunryu Suzuki “En la mente de un principiante hay muchas posibilidades,
en la mente de un experto muy pocas, por esto conserva siempre la mente de un
principiante” (S.Suzuki, Shoshin, 1970); porque esa actitud es la correcta para
la práctica del Zen.
Indiscutiblemente la mente de un principiante contiene altas dosis de
creatividad, entusiasmo, optimismo y curiosidad, y al no existir límites,
contiene una riqueza infinita.
Para un practicante de Aikido
la búsqueda de esta actitud lo involucra todo (humildad, disciplina, tenacidad,
alegría, búsqueda de un mejoramiento constante, etc), y por ello, más allá de
un adoctrinamiento “técnico”, es esencial
que los aikidocas moldeemos nuestro carácter en este sentido, porque
sólo con la actitud debida, lo ordinario se convertirá en algo extraordinario;
y la magia del Aikido -que permite forjar mejores seres humanos-, aparecerá de
manera natural y espontánea.
Ahora, en esta búsqueda
y reflexión personal de volver a mi motivación inicial, a lo que implica la alegría
y el gozo de practicar Aikido, considero pertinente y muy justo hacer un
pequeño y sentido reconocimiento al Sensei Homero Navas (Q.E.P.D), del Dojo El
Paiso de Caracas, Venezuela, a propósito de su reciente trascendencia
espiritual.
Mi amistad con senpai
Homero (QE.P.D), comenzó con una simpática pregunta el día que nos presentaron:
“¿Y tú qué? ¿Estudias? ¿Trabajas? ¿Vendes tu cuerpo? ¿Qué haces en la vida para
sobrevivir, Chama?”. Supongo que mi sorpresa y expresión de espanto fue de tal
magnitud que quienes estaban a mí alrededor rieron a carcajadas. Obviamente no
tuve otro camino que comenzar a reír con ellos.
Así era Homero senpai
(Q.E.P.D.): sencillo, extrovertido, alegre, bromista y de trato cálido. Nunca le
faltó un gesto, un comentario o una palabra para hacernos reír y relajar el
momento. Era imposible no disfrutar el
entrenamiento y la experiencia que se vivía (así fuera adversa), sí él estaba
cerca.
Amante del
entrenamiento intenso y exigente, solía decir “si no aprende, por lo menos diviértase”.
Sus clases eran muy amenas, y a todos sin excepción (como él mismo decía), les
“caía a coñazos”. Había que estar listos para recibir sus técnicas y tener un
ukemi eficiente. Le molestaban los ukes perezosos o aquellos que iban al dojo
con la pretensión de “lucir el uniforme y verse simplemente bonitos”. Recuerdo
con gratitud una vez que me reprendió diciéndome, “tu cuerpo y tu mente, están
aquí, pero si no pones tu alma, no sirve, vete a hacer otra cosa que nos estorbas
en el tatami, fuera de aquí, fastidio, fastidiosa”. Bromeaba (bastante), pero
era muy respetuoso, y solía decir entre risas, “sé que me estoy riendo, pero
presten atención que lo que estoy diciendo es serio”, y ahora que evoco algunos
de esos momentos, tenía mucha razón en ello.
Con Homero senpai
(Q.E.P.D.) y su pandilla de “Aiki-malandros” del Dojo El Paraíso, recorrí varios
dojos de Latinoamérica y cree profundos lazos de amistad y cariño que espero
conservar durante toda mi vida. Siempre me aceptó como una más de su grupo.
Incluso, llegó a prestarme las llaves de su Dojo, con ukes incluidos -un grupo
de alumnos que como él decía en tono burlón, parecían adheridos a la puerta del
establecimiento, porque era imposible ir al dojo y no verlos-, para que entrenáramos
a puerta cerrada durante el periodo de
receso.
Recuerdo que el día que
presenté mi examen de Sandan, fue uno de mis ukes. Se ubicó frente a mí en
suwari waza, y mientras esperaba que me pidieran la primera técnica del examen,
me hizo un gesto gracioso, y me dijo en tono bajo “baila”, y luego se me lanzó con
un shomenuchi enérgico (y “bailé” y disfrute mi momento. Disipó mi nerviosismo y timidez).
Solía decir “si ataco, es aquí y ahora, si no ya está muerto”.
Sin embargo, detrás de
esa persona alegre y espontánea existía una fuerte personalidad y determinación
inamovible. Una vez tomaba una decisión, era imposible persuadirlo. Cuando algo
(o alguien) lo contrariaba, su disgusto era notable y devastador. Pero noté que
difícilmente guardaba rencor. En el próximo entrenamiento no era raro
escucharle decir a su antagonista, “vente marico, vamo’ a entrená”. Homero
senpai (Q.E.P.D.), era pasión. Entrega total y sin medida en todo lo que hacía.
Haciendo este recuento
son muchos los recuerdos y gratos momentos que vienen a mi mente y mi corazón.
En todos ellos, lo veo sonriente con una coca-cola en su mano y un cigarrillo
en la otra.” Homer” fue una persona “autentica”, que amaba entrenar y estudiar
las técnicas una y otra vez. Vivía su Aikido y contagiaba su pasión.
Discretamente Homero
Navas sensei (Q.E.P.D.) fue el mentor de varios instructores de Aikido, y si
bien, varios de sus estudiantes ya no están en Venezuela, continúan activos
apoyando y cuidando al sensei y a su nueva familia aikidoca. Siguen siendo ukes
enérgicos, que aman entrenar y que transmiten su amor por el entrenamiento. Son
Aikidocas comprometidos “de corazón”. Confieso que me emociona observar todo lo
que han crecido (en este camino) y entrenar (bailar) una vez más con ellos.
Escribo estas líneas porque
considero que este legado de buena energía, de buena vibra y de trabajo ético, merece
un reconocimiento frente a toda la Comunidad Aikidoca. “Homer” no se guardó nada para sí mismo. Lo
entregó todo, con sus cualidades, sus defectos, sus dudas, sus certezas, sus
desaciertos, y es de la esencia del Budō darle a cada uno el lugar que le
corresponde.
GRACIAS senpai Homero
(Q.E.P.D.) por tanta inspiración. Por enseñarme tantas cosas. Gracias por tu
alegría, carisma contagioso, sencillez, hospitalidad y gratos momentos dentro y
fuera del tatami. Gracias por enseñarme
que antes de cualquier cosa, el entrenamiento es para divertirse y para
entregarse totalmente. Saluda por favor a Luis Acuña (Q.E.P.D), mi otro hermano
de entrenamiento.
Respetuosamente quiero
invitar a mis amigos del Dojo El Paraíso y alumnos de Bogotá Aikido, a honrar
este legado. A continuar por este camino marcial con alegría y recordar cada
vez que nos anudemos nuestro “obi”, que la esencia de este proceso está en el
entrenamiento sincero, y que Aikido es para pasarla bien (sin más pretensiones).
Como me enseñaron a decir en Venezuela, “De pana que sí!”. Ahora, si a este propósito
se suman otros corazones, estoy segura todo irá por buen camino.
Excelente Adriana!!!
ResponderBorrarMuy acertada descripción de Homero y lo extrañaremos mucho...
Muchos besos...
Emmanuel
bellas y ciertas palabras gracias por compartirlas
ResponderBorrarComparto el comentario de Emmanuel. Homero, gracias por todo lo que nos diste.
ResponderBorrarLeandro.