miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Qué es el Budō (武道) y es relevante para nuestra vida hoy en día?

¿Qué es el Budō (武道) y es relevante para nuestra vida hoy en día?

Por: Justine Soques[1]

Caracas, Venezuela

3 de Marzo de 2010



Me encomendaron el honor de escribir, desde mi humilde punto de vista, y sobre todo desde el punto de vista de practicante de Aikidō, qué significa el Budō. Me atreví a agregarle a la tarea de investigación, si el Budō es relevante en tiempos actuales.

Pensé que lo más fácil sería simplemente copiar y pegar a este artículo el significado de Budō que sale en Wikipedia. Es un buen comienzo. Varios autores de renombre y con gran experiencia en la investigación de artes marciales también han escrito sobre el Budō, y aquí los citaré.

Wikipedia define el Budō como “…un término compuesto por la raíz bu (:), significando guerra o marcial; y (:どう), significando camino o vía.” Específicamente, se deriva de la palabra Sanscrito budista mārga (significa el “camino” hacia la iluminación).[1] El término se refiere a la idea de formular proposiciones, sometiéndolas a una crítica filosófica, y luego seguir un “camino” para realizarlas en vida.[2] significa “un camino de vida”. en el contexto japonés, es un término basado a la experiencia, en el sentido de que la práctica (el camino de vida) es la norma para verificar la validez de la disciplina cultivada a través de una forma de arte. El budō moderno no tiene ningún enemigo externo, sólo tiene un enemigo interno, y es el propio ego (estado de Muga-mushin[3]). Similarmente al budō, el bujutsu es un término compuesto por las raíces bu (), y jutsu (:じゅつ), significando ciencia, oficio, o arte. Por lo tanto, el budō suele ser traducido como “el camino del guerrero”, o “el camino marcial”, mientras que bujutsu se traduce como “la ciencia de la guerra” o “el oficio marcial”. Sin embargo, [para algunas personas] tanto el budō y bujutsu son términos intercambiables con el término “artes marciales”. Budō y bujutsu tienen una diferencia bastante delicada [pero muy clara]. El bujutsu sólo presta atención al [desarrollo de] la parte física de lucha (cuál es la mejor manera de vencer un enemigo), mientras que el budō pone atención a la mente [tanto como al cuerpo] y como uno debe desarrollar su [carácter o] propia persona. El budō moderno usa aspecto

s del estilo de vida de un samurai de la época feudal de Japón, y lo traduce para el desarrollo de la persona en la vida moderna.”

Referencias: http://en.wikipedia.org/wiki/Budō

1. ^ Morgan, Diane (2001). The Best Guide to Eastern Philosophy and Religion. New York: Renaissance Books. pp.38.

2. ^ Kiyota, Minoru (1995). Kendo, Its Philosophy, History and Means to Personal Growth. Kegan Paul International. pp.15.

3. ^ Craig, Darrell Max (2002). Mugai Ryu - The Classical Samurai Art of Drawing the Sword. Boston, Mass.: YMAA Publication Center. pp.2.

Entonces habiendo leído esta definición tan bien investigada y soportada del Budō, ¿por qué debo hacer una mayor investigación si no hay nada nuevo que decir sobre el Budō?.

Ésta es la pregunta que usted, yo, y todos que practican un arte marcial, y sobre todo aquellos que han decido enamorarse del camino de Aiki, debemos hacernos todos los días, al salir de nuestros hogares y andar concientemente en las calles de nuestras ciudades como Bogotá, por dar un ejemplo.

Es tan fácil simplemente hacer una búsqueda por Google para conseguir información de cualquier disciplina o arte marcial, y aparecerán miles de definiciones. Pero como dijo alguna vez Wee Wow Dumlao Sensei (aikidoka, quien recientemente dio luz a su primera hija, jefe instructora de la escuela Gold Coast Aikikai, Miami, Florida, U.S.A, con grado de 4º Dan y grado Shidoin de instructora certificada por la USAF), en un seminario en la Isla de Margarita (Venezuela), “Si la maestría del Aikido fuese tan fácil como leer muchos libros sobre Aikido, entonces la persona con la biblioteca más vasta sería la persona con mayor sabiduría y conocimiento de Aikido… ¡Pero todos sabemos que eso no es cierto!”.

El Aikido y cualquier Budō, más allá de ser un concepto hermoso y honorable, es una realidad palpable: se siente, se vive y se aprende a través del sudor, del ensayo y el error, de risas y llantos, de caer y volver a levantarse, marcando la tarjeta de trabajo físico-mental-espiritual en el tatami. Es el trabajo arduo, constante y sobre todo con la voluntad de disfrute, de vivir en cuerpo y espíritu las energías traducidas en una práctica consciente.

De allí viene la relevancia de Budō para nuestros tiempos, ya que no son meramente conceptos sentimentales de las siete virtudes en el Bushidō(*) (rectitud, coraje, benevolencia, respeto, honestidad, honor y lealtad) que uno lee y admira.

El significado verdadero de Budō para usted, para mí, y para todos que deseamos practicar Aikido u otro arte marcial (japonés) es calzarnos, los zapatos, las botas para la lluvia o lasa sandalias tropicales y accionar la paz, el respeto, la convivencia, la bondad, la productividad, y la consonancia de amor en un camino de armonía que cada quien le tocará definir conscientemente, día y día, y sobretodo con el mayor disfrute pues la única persona que le obliga a ir al dojo es usted mismo/a con esa voz que le susurra felizmente que está en un camino exacto y perfecto para el auto conocimiento.

(*) ”Es un término traducido como "el camino del guerrero". Es un código ético estricto y particular al que muchos samurai (o bushi) entregaban sus vidas, que exigía lealtad y honor hasta la muerte…” (Wikipedia en Español: http://es.wikipedia.org/wiki/Bushido).

Budō (武道)


[1] Justine ha dedicado gran parte de su vida al estudio y práctica de las artes marciales japonesas (Karate, y ahora Aikido), artista consagrada, goza de gran talento para la danza y la música. Traductora.

viernes, 6 de agosto de 2010

Lo que me gusta del AIKIDO

Lo que me gusta del Aikido
Por Yesid Sierra
Kihon Dojo, México DF, Distrito Federal

http://kihon-dojo.blogspot.com



Dos cosas que parecen superfluas, fueron las que me condenaron a sentir un profundo amor por el Aikido. Fue un flechazo a primera vista. Me atraparon la falda japonesa y la belleza del movimiento. Los giros en el aire de quien recibe la técnica, los movimientos sin esfuerzo de quien ejecuta el waza. La perfección que refleja el Aikido cuando se hace bien; que más que un arte marcial, lo hacen parecer un baile de esos que contienen un alto grado de dificultad, un alto grado de improvisación y una profunda conexión del ejecutante con su interior. Lo confieso abiertamente; me enamoré a primera vista del Aikido gracias a la falda japonesa y a la gracia y belleza de los movimientos.

Ahora bien, como todo amor exige compromiso y alimento cotidiano. Luego de la primera impresión y de la novedosa sensación de enamoramiento vinieron otros detalles que fortalecieron mi sentimiento y me fueron haciendo víctima de una profunda necesidad de ir al tatami una y otra vez, para repetir una y otra vez los mismos movimientos.

En cuanto a la falda japonesa debo decir que luego de comenzar a entrenar descubrí algo de su historia y significado. Esta prenda al inicio fue diseñada como un pantalón usado por los guerreros japoneses, conocidos como samurái, para montar a caballo y prevenir los daños en la piel ocasionados por el roce con el pelo de aquellos animales. Esta falda pantalón, como la mayor parte de los elementos de la cultura, al inicio, fue la respuesta a una necesidad de protección y supervivencia. Con los años se transformó, adquiriendo un significado profundo y se fundió con un camino de vida, el budo, la senda del guerrero. Es claro que esta falda es reflejo de muchos otros símbolos de la cultura japonesa. Al principio sólo fueron respuestas a un entorno agreste de guerra, de escasez de recursos y de miedo; luego esos símbolos se convirtieron en sendas de vida. La misma Adriana, para quien escribo este texto, alguna vez redactó una muy buena reseña sobre el significado y la historia del hakama. Ella les puede decir claramente lo que significa esa prenda. Yo sólo les diré que cada uno de los siete pliegues significa algo y por supuesto, el simple hecho de vestirla, tiene implicaciones.

En cuanto a la estética del Aikido, creo que es algo que debe juzgar quien lo ve, que debe sentir el espectador. Personalmente me encantó observar el vuelo de la gente mientras los amplios pantalones pintaban círculos en el vacío. Aún me encanta ser testigo de la coordinación y la justeza para manejar el tiempo y el espacio de un practicante experimentado. Qué decir de la impresión estética que me dejaron los viejos videos de O sensei proyectando sin dificultad atacantes que lo doblaban en peso y apenas llegaban a tener una cuarta parte de su edad. La estética del Aikido bien ejecutado sin duda raya con el arte.

Con el tiempo me fue gustando el contenido ideológico o la filosofía del Aikido; como se le quiera llamar. El sólo hecho de saber que O sensei transformó toda una serie de técnicas que podían producir daños irreversibles o la muerte misma, en técnicas de control o proyección que buscan fundamentalmente prevenir una agresión sin lastimar al oponente, es algo de una hondura increíble. Saber que practicar Aikido constantemente, lleva en el fondo la idea de entrenar tu cuerpo para defenderse sin hacer daño a tu agresor, es algo que merece un profundo respeto. Mi apuesta personal es que si hago eso todos los días en el tatami, esta actitud debe, en algún momento, reflejarse en mis actos cotidianos. Repito con mi cuerpo una idea que luego se vuelve hábito en mi vida cotidiana. Aprendo a defenderme y a resolver conflictos sin hacer daño y luego eso lo llevo a mis relaciones de vida. Seguro mis días serán más felices si no le hago daño a la gente.

Otro aspecto filosófico muy interesante es el respeto por las leyes de la naturaleza que lleva a aprender el uso eficiente del cuerpo como herramienta productora de energía. No me refiero a un “ki” intangible; me refiero al comprender tu cuerpo de tal manera que puedes guiar a alguien mucho más pesado que tú, a ser consciente de tu centro en cada giro, proyección o inmovilización. Al aprender a respetar ciertas reglas básicas del movimiento universal y aplicarlas con tu cuerpo en el entrenamiento cotidiano, te conviertes en una espada afilada que más que aprender a destruir, deviene en instrumento creador.

No diré más de la filosofía o ideología del Aikido pues es un tema de nunca acabar. Sin embargo, tan sólo con citar estos dos temas, nos damos cuenta que el Aikido es una filosofía en acción. El Aikido no es un argumento escrito en un largo y tedioso tratado, es un argumento que se traza con las manos, los tai sabakis y el cuerpo, en cada clase. Pensar que el entrenamiento de Aikido te permite aprender a resolver conflictos y a usar eficientemente tu cuerpo es algo que en sí mismo encierra un valor incalculable.

Las anteriores son sólo unas notas para mi amiga Adriana que inicia un largo camino al encargarse de un grupo. El sólo hecho de comenzar a jugar al Sensei es algo de lo que quería escribir pero que por ahora queda en suspenso para un próximo escrito. Por ahora me quedo con la reflexión acerca de lo que me enamoró del Aikido (la falda y la estética del movimiento) y de lo que ha alimentado esa primera impresión (su filosofía de resolución de conflictos y de uso eficiente del cuerpo). Este es un amor que ya cumplió más de 20 años y se solidifica con los días.

Felicidades a Adriana por su nuevo grupo y espero que estas notas hayan cumplido con el objetivo de ser un buen texto para incluir en el blog de su reciente dojo. Larga vida al grupo que recién inicia.

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