Cara a cara con Chiba Kazuo Shihan (1940-2015)
Por Raymond Kwok¹(Entrevista
traducida al castellano por Cristian
Casares, para Pequeños Universos)
En Agosto
de 1998, Raymond Kwok participó de un seminario dictado por Chiba Kazuo shihan (8vo. dan Aikikai), en Mejannes, al
sur de Francia. Kwok tuvo la posibilidad de hablar con el gran maestro sobre
Aikido y otros temas complementarios.
Presentamos a continuación algunos extractos de la
entrevista. La misma apareció publicada, por primera vez, en un número de la
revista Kuala Lumpur YMCA Aikido Club, en 1999.
Raymond Kwok: Shihan, usted entró al Hombu dojo como uchi-deshi
en febrero de 1958. ¿Qué influenció su decisión de practicar Aikido?
T. K. Chiba: Bueno, esa es una larga historia. Antes de empezar
con el Aikido había practicado un poco de Judo y de Karate, pero las dos
disciplinas me habían dejado insatisfecho, y por eso empecé a buscar algo más.
Fue cuando tenía dieciocho años, antes de haber terminado la escuela
secundaria. Un día, me cruce con un libro de Aikido en una tienda; ese fue el
primer libro de Aikido publicado.
RK: ¿Era “Budo”?
TKC: No, era “Aikido”. En la primera página había una
pequeña imagen de O Sensei. Cuando vi esa imagen me di cuenta instantáneamente
de que él sería mi maestro y que eso era lo que estaba buscando. No lo conocía
todavía y tampoco tenía idea acerca de cómo era el Aikido. Nunca había visto a
O Sensei antes. Nunca había escuchado sobre la disciplina. De esa manera me
decidí a ir a verlo. En realidad, no me interesaba demasiado cómo era el
Aikido; fui capturado por la imagen de O Sensei, y eso fue todo.
RK: Entonces, sensei, cuando llegó a Hombu Dojo,
¿quiénes eran sus compañeros?
TKC: Primero, Tamura sensei y Yamada sensei; luego,
Kanai sensei, Sugano sensei y Kurita sensei, de Nuevo México. Más tarde,
Saotome sensei y Tohei Akira sensei. Creo que esos fueron todos.
RK: Sensei, ¿cómo era la vida de un uchi-deshi por
aquellos días?
TKC: Consistía nada más que en practicar, desde la
mañana hasta la noche, sólo eso.
RK: ¿Tres, cuatro horas? ¿Cinco, seis horas?
TKC: Más que eso… Practicábamos todo el día, cinco veces
a la semana, y en nuestro tiempo libre nos encargábamos de las clases privadas.
RK: Usted, sensei, era muy joven en ese momento, aunque
debió resultar verdaderamente agotador aquel ritmo, ¿no es así?
TKC: Era muy agotador, sí; me dejaba exhausto. Japón se
estaba recuperando de la guerra, la economía caminaba lentamente y la gente
vivía tiempos difíciles. Por eso mismo, teníamos comida simple, arroz y sopa.
RK: De modo que fue el espíritu o “Kokoro” lo que los
mantuvo en el camino, ¿verdad?
TKC: Sí, algo así. Yo no tenía gran interés en
convertirme en maestro. Creo que a la mayoría le sucedía lo mismo. Todos amaban
el arte y la práctica. Nadie pensaba en transformarse en profesor.
RK: Leí, hace no mucho tiempo en “Aiki Journal”, una
entrevista a Sugano sensei en la que él comenta que la vida de uchi-deshi de
hoy es mucho más sencilla que la de aquella época. Él decía: “en aquella época
tenías que hacer todas las clases; ahora los uchi-deshi dicen “esta clase no la
hago” o “estoy muy cansado” o “no tengo ganas de hacer esta clase.” ¿Qué opina
de esto, sensei?
TKC: Honestamente, no sé cómo es la vida de los
uchi-deshi en la actualidad, así que no puedo comparar, pero además de nuestro
propio entrenamiento (entrenamiento físico) teníamos que encargarnos de la
administración del dojo, de la oficina, de las necesidades del maestro
(ayudando o cuidando personalmente a Osensei), de hacer las compras, de lavar
la ropa, de todo. Todas las tareas domésticas estaban en manos de los
uchi-deshi. No es justo comparar la vida de los alumnos de ahora con la
nuestra; la situación es totalmente distinta. En aquella época, los uchi-deshi
vivían con el maestro; ahora, por el contrario, viven separados de él. Por eso
creo que llamarlos “uchi-deshi”, hoy en día, no es del todo correcto.
“Uchi-deshi” significa “estudiante que vive en la casa”, o más bien, “que vive
adentro”.
RK: Cuando usted estuvo en Hombu dojo, además de
O Sensei, ¿quiénes eran los restantes maestros que daban clases?
TKC: Nuestro maestro inmediato era Ueshiba Kisshomaru
Doshu; luego, Koichi Tohei sensei (Jefe de instructores) y varios sensei más,
como Tada sensei, Arikawa sensei y otros mayores graduados.
RK: ¿Y Osawa (padre) sensei?
TKC: Sí, él también estaba.
RK: Usted es conocido por el poder de su técnica.
¿Esto es debido a alguna influencia en particular?
TKC: ¿Te refieres a mí (risas)? No, no se debe a
ninguna en particular, pues fui influenciado por todos esos maestros que
mencione anteriormente.
RK: Sensei, sus enseñanzas involucran mucho uso de Jo y
Ken, especialmente entre sus alumnos más graduados.
TKC: Sí, así es.
RK: Creo que ahora, en Hombu dojo, no se practica
mucho con armas. ¿Quién lo influenció en el método de enseñar Jo y Ken?
TKC: Bueno, en primer lugar, O Sensei. Él usaba el Jo y
el Ken, especialmente, cuando uno lo acompañaba de viaje. Un uchi-deshi lo
acompañaba a todos lados. Y yo era uno de esos alumnos; también Tamura sensei
lo hizo. Había que estudiar Jo y Ken porque tenías que tomar ukemi con armas.
No se presentaba otra opción. Saito sensei también lo hacía; él vivió con el
maestro muchos años en Iwama.
RK: Entendí, a partir del relato de algunas personas,
que O Sensei nunca enseñó un método sistemático de armas. ¿Fue muy difícil para
usted incorporar sus enseñanzas?
TKC: Sí, fue muy difícil.
RK: ¿Sus métodos de enseñanza fueron influenciados por
el estilo Iwama?
TKC: No realmente. Mi experiencia personal está basada
en lo que aprendí con O Sensei. Creo que lo que proponía el Fundador en ese
entonces es muy diferente al método de Saito Sensei. O Sensei no era muy joven
cuando yo me convertí en su discípulo. Ya tenía 70 años, y su estado era
diferente al que había conocido de él Saito sensei durante su propia formación.
Por supuesto, yo practiqué constantemente mis armas, así que mi idea y mi
experiencia maduraron.
RK: Sensei, se considera que usted fue el primero que
empezó con el sistema de “Fukushidoin”. ¿Puede comentarnos algo acerca de esto?
TKC: Bueno, el sistema está básicamente fundamentado en
la regulación internacional propia de Hombu dojo. Hay dos categorías de
instructores, y los Shidoin pueden tomar exámenes hasta 1er. kyu, dejando a los
shihan el trabajo de evaluar a los cinturones negros.
RK: Tengo entendido que, en la época sobre la que
estamos hablando, O Sensei explicaba durante las clases cosas que resultaban
muy difíciles de entender. ¿Le sucedió esto durante su entrenamiento como
uchi-deshi?
TKC: Sí, me tocó vivir eso.
RK: ¿Recuerda alguna anécdota con Osensei que quiera
contarnos?
TKC: Para empezar, recuerdo lo bello que era O Sensei,
todo su cuerpo, su postura, la manera en que caminaba, la manera en que miraba,
todo en perfecto balance. En una ocasión fui con él de viaje. Teníamos que
tomar un taxi para ir a la estación de tren y yo debía comprar los boletos,
pero él no esperaba. Así como llegamos, salió del taxi y entró a la estación,
sin tener pasaje; la forma en la que caminaba era tan hermosa… Para él no
representaba un problema entrar a la estación sin boleto: nadie le iba a decir
nada. Cuando por fin los conseguí, lo que tomaba algo de tiempo, tuve que
llevar mi bolso, el de él, las armas, todo. De alguna manera logré ayudarlo
para que bajara la escalera del tren. Tenías que poner tu hombro derecho para
que pudiera apoyarse y bajar suavemente. Nunca esperaba. Cuando viajaba,
siempre nos quedábamos en habitaciones conjuntas. Él dormía en la habitación
principal y yo en el cuarto contiguo. Sólo había una puerta corrediza entre
nosotros. O Sensei ya estaba mayor como para levantarse e ir solo al baño.
Solía meterse en tu habitación y, si estabas dormido, sabías que era el fin,
porque en un sentido marcial ya estarías muerto; él podría haberte matado, así
que tenías que estar despierto a toda hora.
RK: ¿Todo el tiempo?
TKC: Sí, sin dormir, por 3 años. Porque cuando se
despertaba tenías que abrirle la puerta corrediza, llevarlo al baño, ayudarlo,
lavarle las manos y dejarlo en la cama. Luego volvías a dormir, para
despertarte al otro día a entrenar, viajar en tren, y así por dos semanas
consecutivas. Quedabas exhausto.
RK: ¿Qué pasaba si él se despertaba y quien estaba a
cargo no se daba cuenta?
TKC: Nunca lo aceptaba. Lo sabíamos. Somos estudiantes
de un arte marcial, no podemos permitirnos dormir cuando alguien entra en
nuestro cuarto.
RK: ¿Entonces, sensei, tenía que estar todo el tiempo
en zanshin?
TKC: Sí, él nunca bromeaba. No hay comunicación oral
entre alumno y maestro en el sistema japonés. Yo no le hablaba, y él tampoco me
dirigía la palabra. El viaje más largo duraba de dos a cinco semanas, sin
hablar. Dos semanas en completo silencio, excepto por “quiero té”. Aquella era
una relación maestro-alumno muy estricta; por entonces, Japón era así. Hasta
solíamos decir “no pises su sombra” o “no duermas con tu pie apuntando a tu
maestro”; todo era así de estricto.
RK: Sensei, esta pregunta quizás sea un poco personal,
pero me gustaría conocer su opinión al respecto. Escuché muchos comentarios
sobre cómo el poder de su técnica, en el pasado, provocó que algunos
estudiantes terminaran lastimados. Al parecer, la gente le tenía miedo. ¿Qué le
parece esto?
TKC: No lo sé. Pongámoslo de esta manera: cuando yo era
alumno de Hombu dojo no había tanta gente; en las clases más grandes había
veinte personas. La mayoría de los practicantes de esa época, además, eran
individuos muy bien entrenados. Hasta había artistas marciales establecidos que
acudían, por la fama que tenía O Sensei, para aprender Aikido bajo su tutela.
Eran realmente guerreros apasionados, en busca de su propio camino. A menudo
practicábamos cómo lastimar a otros y no nos importaba eso.
O Sensei se enojaba mucho si algún shihan, en una
demostración, hacía grandes movimientos redondeados; no aceptaba ese tipo de
movimientos. Era muy difícil hacer una demostración si O Sensei estaba
presente. Por eso mismo, tratábamos de llevarlo a un cuarto separado y darle
dulces. Le encantaban los dulces, los dulces tradicionales japoneses y las
chicas jóvenes. Dos o tres muchachas bien arregladas hacían que se olvidara de
la demostración. De aquella manera no nos detenía en medio de la muestra; eso
era muy embarazoso.
RK: Escuché que en los últimos años de O Sensei,
cuando uno era proyectado no se sentía nada, como si no hubiera esfuerzo de su
parte.
TKC: Si, así era. Cuando uno alcanza la perfección, es
así. No mucha gente puede hacerlo. Yo tomé ukemi con él durante muchos años,
pero nunca sentí verdadero dolor.
RK: ¿Nunca?
TKC: No, en ninguna técnica. Ya fuese nikkyo, shiho
nage o kotegaeshi. Nada de dolor.
RK: ¿Él era especial?
TKC: Así es, era especial.
RK: Quiero hacerle una última pregunta,
sensei. ¿Cuál es el secreto de su poder?
TKC: La pasión por el arte (risas).
Pasé muchas noches desvelado pensando en una técnica. He llegado a levantarme
de la cama, despertar a mi mujer y pedirle que me haga de uke.