El Vórtice Negro—Una Entrevista con Yamada Sensei
Traducida por Masako Nakatsugawa de
una revista japonesa en 2004
¿Nos podría
contar lo que le impulsó a empezar a hacer Aikido?
Cuando era un niño, antes
de que el Aikido fuese abierto para el público, había escuchado de ello con mi
tío, Tadashi Abe. Hasta tuve el privilegio de ver la demostración que dio
O-Sensei en la casa de alguien. Él dio la demostración con un kimono negro;
parecía que yo estaba viendo un vórtice negro haciendo remolinos alrededor.
Desde entonces quise hacer Aikido, y cuando entré a la universidad, Kisshomaru
Sensei (Doshu) gentilmente me dejó entrar como uchideshi. Así que en mi caso,
el primer día de mi Aikido fue el primer día como uchideshi.
En mi primer día,
llegué al dojo con mis pertenencias en un baúl de bambú. Kisshomaru Sensei me
dijo que guardara el baúl de bambú. Encontré un closet, y lo guardé allí. ¡Ese closet resulta que
era de Arikawa Sensei (Sadateru Arikawa Shihan)! Cuando él regresó esa noche, él preguntó, “¿Quién puso esto
en mi closet?" Y lanzó afuera mi baúl. Yo estaba verdaderamente molesto, y
casi regresé a mi casa. Pero Arikawa Sensei resultó ser un hombre gentil, y
¡desde entonces él siempre me cuidaba mucho!.
Yo tenía dieciocho
años, quizás ocho años antes de llegar a los Estados Unidos en 1964. El solo
hecho que me dejaran practicar me emocionaba. Nunca imaginé que iba a ser un
Aikidoka profesional en el futuro. Nadie se hubiese imaginado que uno podría ganarse
la vida mediante Aikido en esa época. Quizás sea un cliché, pero fueron buenos
tiempos. El dojo era un verdadero dojo tradicional, con un tatami de verdad.
¿Una estructura de madera tiene carácter, no es así? La práctica era muy dura,
pero yo era joven. La resistencia o aguante que había adquirido por el
basketball me sirvió bien. Desde luego, el Aikido tiene kansetsu waza (técnicas
para articulaciones). Yo no estaba preparado. ¡Sí que dolió!.
¿Podría
contarnos sobre su recuerdo de O-Sensei?
Cuando primero conocí a
O-Sensei, él ya estaba en sus años de madurez y no daba una imagen temerosa.
Era un hombre viejo y gentil con humor hasta en sus clases. De vez en cuando yo
tuve el privilegio de ser su uke. En ese entonces, yo estaba tan tenso y fuera
de mí por la emoción, que solo me descubría tirado en el tatami. No sentía que
me estaba lanzando. En vez de estar lastimado físicamente y cayendo, sentí que
me había agarrado un gran tifón. La enseñanza de O-Sensei, para decir la
verdad, estaba más allá de mi comprensión en ese momento. Qué lástima que no
estaba en ese nivel para comprender lo que decía. Habiendo dicho esto, no puedo
decir aún que he llegado a ese nivel ahora.
¿Cuál fue
la impresión que le dio Kisshomaru Doshu?
Él era una persona
seria y cordial. Para decir la verdad, la impresión que daba era que tenía que
ser venerado y mantenido a una distancia de respeto. Permítanme indicar que
solamente un hombre de un alto calibre dejaría que jóvenes como nosotros
pudiéramos vivir en el dojo. En aquella época, los espacios del hogar de la
familia de O-Sensei no estaban separados. La familia de O-Sensei y los
Uchideshi cenaban juntos en el mismo lugar y al mismo tiempo. Aquellos eran
tiempos difíciles económicamente no solamente en Aikikai, pero en todo el Japón
de la posguerra. Tenernos con ellos debe haber sido una gran carga.
Kisshomaru Doshu
enseñaba las clases de la mañana, y todos los uchideshi asistían. Sería una
osadía de mi parte decir que las enseñanzas de Kisshomaru Doshu carecían de
pretensiones, eran fieles a lo básico y ortodoxas. Estoy tratando de seguir su
enseñanza aun ahora en mis clases. Yo creo que la individualidad y la
personalidad en el Aikido reciente son loables, pero a veces yo veo técnicas
muy alocadas. Si el uke es suficientemente bueno, él podría caer como usted
quiere, pero usted no podrá escapar de nuestras miradas. Para nosotros la
diferencia es claramente evidente entre la técnica que es fiel a lo básico, y
otra que se burla de otros.
LA
EXPERIENCIA INVALORABLE
¿Podría contarnos
cómo decidió venir a Nueva York?
Yo tuve un deseo de ir
a un país extranjero. Amaba la música y solía escuchar jazz de la estación de
radio de las fuerzas americanas de ocupación en Japón. No era tan buen
estudiante en el colegio, pero manejaba bastante bien el inglés. Así que enseñé
Aikido en una base americana mientras yo estaba en Japón, y logré algunos
contactos con americanos. Yo tuve una opción, a través de la conexión de mi
tío, de ir a Francia, pero terminé yendo a Nueva York porque yo podía hablar
inglés.
¿Cómo
estaba organizado el Aikido en Nueva York en ese momento?
Aikido era bastante
popular en la costa oeste, pero le faltaba un largo trecho para recorrer en la
costa este, como Nueva York. Era la época en la cual la palabra, Aikido, se
estaba difundiendo entre los judokas. Cuando vine a Nueva York, yo podía contar
el número de personas que estaban interesadas en Aikido: gente insatisfecha con
el judo, personas que encontraban el judo demasiado extenuante dado a la edad,
gente que encontró concordancia con la filosofía del Aikido, y hasta personas
que habían estado en Japón para aprender el Aikido.
En aquella época no
había video. Los medios de comunicación no mostraban interés. La única manera
de introducir Aikido era haciendo demostraciones. Hice tantas demostraciones
hasta odiar las palabras, “Demostración de Aikido”. Durante ese tiempo, el
karate experimentaba un alza de popularidad en los Estados Unidos, y había
muchas competencias. Los instructores americanos de karate como también los
instructores de karate quienes habían inmigrado a los Estados Unidos,
gentilmente me ofrecieron oportunidades para demostrar Aikido en aquellas
ocasiones. Hice muchas demostraciones bajo muchas condiciones—hasta en las
aceras de las calles.
Evocando el pasado,
fueron días maravillosos de mi juventud. Por supuesto, había momentos
difíciles. Había dificultades financieras. Pero tuve experiencias que no se
compran con el dinero. No dudaría en hacerlas de nuevo. Había cosas que no
podía hacer en ese momento.
Quizás yo podía haber
hallado una mejor dirección. Si hubiese tenido el pensamiento y la experiencia
de hoy y la resistencia o vigor de mi juventud, eso sería fantástico.
Desafortunadamente la
vida no funciona así y siempre es demasiado tarde cuando nos damos cuenta. Es
porque estoy en esta encrucijada que puedo decir, “Yo lo haría todo de nuevo.”
¿Alguna vez
ha sentido una brecha entre los Estados Unidos y el Japón mientras usted
enseñaba Aikido?
Básicamente es todo
igual, yo creo. Algunos hacen Aikido porque les gustan las técnicas, y algunos
buscan el Aikido por su espiritualidad. Lo bueno del Aikido es que muchas
personas diferentes pueden estar unidas y juntas. Yo nunca me siento fuera de
lugar. Quizás sea por mi adaptabilidad. Quizás sea por mi personalidad. Yo
nunca me sentí que estaba en un país extranjero porque ya conocía a los
americanos en Japón. Sentí que tanto los americanos como los japoneses eran el
mismo ser humano. Por supuesto que hay diferencias entre las dos culturas, pero
eso no fue un obstáculo ya que lo conocía antes de venir a los Estados Unidos.
¿Cuáles
dificultades tuvo usted al enseñar la cultura japonesa?
No tendría sentido
decir, “Yo he venido para enseñarles la cultura japonesa, y por lo tanto
ustedes deben deshacerse de la cultura americana.” Los americanos tienen sus
propias columnas vertebrales tales como el espíritu pionero, que no es parte de
la cultura japonesa. Yo debo hacer algún acuerdo porque la enseñanza de una
cultura diferente se basa sobre la comprensión de cada ser humano. Esta es mi
idea sincera de enseñar, eso es todo. Quizás esto fue lo que la gente sentía
cuando aceptaron el Aikido y a mí.
Yo creo que el carácter
nacional de América me vino bien, también. Los americanos son personas de la
libertad porque vinieron a este país buscando el Nuevo Mundo. Si usted
insistiera en su propia cultura antigua y las tradiciones de su origen, usted
no podría unirse a la construcción de un nuevo país. Yo de verdad respeto los
Estados Unidos de América porque la gente está unida más allá de la diferencia
de religiones y razas. En nuestro dojo, los alumnos vienen de muchos países,
como los judíos y los alemanes, practican juntos de forma pacífica… ¡es
increíble! I En Nueva York, si usted insiste en una vieja historia, no podrá
vivir. No podrá realizar nada.
SE APRENDE
PARA SIEMPRE
¿Podría
contarnos sobre el lema o consigna para practicar Aikido?
Depende del nivel; las
personas cercanas a la perfección y las personas que necesitan consejos
detallados precisan de orientaciones diferentes. A mí no me gusta enseñar bajo
un estilo fijo porque hay diferentes movimientos que calzan diferentes tipos de
cuerpos. Si enseño detalles y el alumno no lo disfruta, no va a durar en clase.
No hay sentido en forzar algo que el alumno no disfruta. Es muy importante dar
a los alumnos una atmósfera y un espíritu que sean agradables.
Usted debe hacer
correcciones si hace falta hacerlas. Pero algunos alumnos se confunden o no
pueden mejorar si constantemente están siendo corregidos. Luego de sostener las
manos de una persona ciega, y de dirigirla muchas veces a un lugar determinado,
la persona podrá ir allá por sí solo porque su cuerpo aprende la dirección. El
Aikido funciona en la misma manera. Deje que el cuerpo aprenda a moverse aún
con los ojos cerrados. Si usted detiene un proceso a la mitad para explicar los
detalles, usted podría estar frenando el progreso.
¿Quiere
decir, dejar que sus cuerpos aprendan el movimiento?
Cuando yo era joven, yo
enfatizaba en tomar ukemi. Usted puede aprender la temporalidad de la técnica y
el movimiento al hacer o tomar ukemi. Así que cuando yo era joven, sentí y
aprendí la técnica al ser lanzado o proyectado por los superiores. Y en mi
forma de enseñar, yo dejo que el alumno enseñe cuando éste haya alcanzado un
cierto nivel. A través de enseñar, usted puede ver cosas que antes no veía.
Esto es un entrenamiento importante. Yo también obtuve mucho a través de
enseñar. Todavía tengo tantas cosas que aprender.
Todo el mundo tiene
algo que yo no tengo, algo que todos podemos aprender. Cuando yo veo la clase
de los Senpai (los alumnos avanzados o superiores), o veo la práctica de otros,
y encuentro algo bueno, no dudo en pasarlo a mis alumnos. A mí no me importa si
alguien diga que estoy copiando de otros. De ninguna manera es de avergonzarse
copiarse de algo bueno, ya que la actitud para el aprendizaje siempre es
importante.
Si yo paso las cosas
que he aprendido a los alumnos, se me retorna en diferentes maneras. Es un
círculo. Es realmente interesante. Mientras enseño, yo a veces encuentro una
manera nueva de enseñar. La confianza parece crecer en un círculo compuesto por
mí y mis alumnos.