lunes, 25 de enero de 2016

El Vórtice Negro - Una Entrevista con Yamada Sensei

El Vórtice Negro—Una Entrevista con Yamada Sensei

Traducida por Masako Nakatsugawa de una revista japonesa en 2004




¿Nos podría contar lo que le impulsó a empezar a hacer Aikido?

Cuando era un niño, antes de que el Aikido fuese abierto para el público, había escuchado de ello con mi tío, Tadashi Abe. Hasta tuve el privilegio de ver la demostración que dio O-Sensei en la casa de alguien. Él dio la demostración con un kimono negro; parecía que yo estaba viendo un vórtice negro haciendo remolinos alrededor. Desde entonces quise hacer Aikido, y cuando entré a la universidad, Kisshomaru Sensei (Doshu) gentilmente me dejó entrar como uchideshi. Así que en mi caso, el primer día de mi Aikido fue el primer día como uchideshi.

En mi primer día, llegué al dojo con mis pertenencias en un baúl de bambú. Kisshomaru Sensei me dijo que guardara el baúl de bambú. Encontré un closet, y lo guardé allí. ¡Ese closet resulta que era de Arikawa Sensei (Sadateru Arikawa Shihan)! Cuando él regresó esa noche, él preguntó, “¿Quién puso esto en mi closet?" Y lanzó afuera mi baúl. Yo estaba verdaderamente molesto, y casi regresé a mi casa. Pero Arikawa Sensei resultó ser un hombre gentil, y ¡desde entonces él siempre me cuidaba mucho!.

Yo tenía dieciocho años, quizás ocho años antes de llegar a los Estados Unidos en 1964. El solo hecho que me dejaran practicar me emocionaba. Nunca imaginé que iba a ser un Aikidoka profesional en el futuro. Nadie se hubiese imaginado que uno podría ganarse la vida mediante Aikido en esa época. Quizás sea un cliché, pero fueron buenos tiempos. El dojo era un verdadero dojo tradicional, con un tatami de verdad. ¿Una estructura de madera tiene carácter, no es así? La práctica era muy dura, pero yo era joven. La resistencia o aguante que había adquirido por el basketball me sirvió bien. Desde luego, el Aikido tiene kansetsu waza (técnicas para articulaciones). Yo no estaba preparado. ¡Sí que dolió!.

¿Podría contarnos sobre su recuerdo de O-Sensei?

Cuando primero conocí a O-Sensei, él ya estaba en sus años de madurez y no daba una imagen temerosa. Era un hombre viejo y gentil con humor hasta en sus clases. De vez en cuando yo tuve el privilegio de ser su uke. En ese entonces, yo estaba tan tenso y fuera de mí por la emoción, que solo me descubría tirado en el tatami. No sentía que me estaba lanzando. En vez de estar lastimado físicamente y cayendo, sentí que me había agarrado un gran tifón. La enseñanza de O-Sensei, para decir la verdad, estaba más allá de mi comprensión en ese momento. Qué lástima que no estaba en ese nivel para comprender lo que decía. Habiendo dicho esto, no puedo decir aún que he llegado a ese nivel ahora.

¿Cuál fue la impresión que le dio Kisshomaru Doshu?

Él era una persona seria y cordial. Para decir la verdad, la impresión que daba era que tenía que ser venerado y mantenido a una distancia de respeto. Permítanme indicar que solamente un hombre de un alto calibre dejaría que jóvenes como nosotros pudiéramos vivir en el dojo. En aquella época, los espacios del hogar de la familia de O-Sensei no estaban separados. La familia de O-Sensei y los Uchideshi cenaban juntos en el mismo lugar y al mismo tiempo. Aquellos eran tiempos difíciles económicamente no solamente en Aikikai, pero en todo el Japón de la posguerra. Tenernos con ellos debe haber sido una gran carga.

Kisshomaru Doshu enseñaba las clases de la mañana, y todos los uchideshi asistían. Sería una osadía de mi parte decir que las enseñanzas de Kisshomaru Doshu carecían de pretensiones, eran fieles a lo básico y ortodoxas. Estoy tratando de seguir su enseñanza aun ahora en mis clases. Yo creo que la individualidad y la personalidad en el Aikido reciente son loables, pero a veces yo veo técnicas muy alocadas. Si el uke es suficientemente bueno, él podría caer como usted quiere, pero usted no podrá escapar de nuestras miradas. Para nosotros la diferencia es claramente evidente entre la técnica que es fiel a lo básico, y otra que se burla de otros.

LA EXPERIENCIA INVALORABLE

¿Podría contarnos cómo decidió venir a Nueva York?

Yo tuve un deseo de ir a un país extranjero. Amaba la música y solía escuchar jazz de la estación de radio de las fuerzas americanas de ocupación en Japón. No era tan buen estudiante en el colegio, pero manejaba bastante bien el inglés. Así que enseñé Aikido en una base americana mientras yo estaba en Japón, y logré algunos contactos con americanos. Yo tuve una opción, a través de la conexión de mi tío, de ir a Francia, pero terminé yendo a Nueva York porque yo podía hablar inglés.

¿Cómo estaba organizado el Aikido en Nueva York en ese momento?

Aikido era bastante popular en la costa oeste, pero le faltaba un largo trecho para recorrer en la costa este, como Nueva York. Era la época en la cual la palabra, Aikido, se estaba difundiendo entre los judokas. Cuando vine a Nueva York, yo podía contar el número de personas que estaban interesadas en Aikido: gente insatisfecha con el judo, personas que encontraban el judo demasiado extenuante dado a la edad, gente que encontró concordancia con la filosofía del Aikido, y hasta personas que habían estado en Japón para aprender el Aikido.

En aquella época no había video. Los medios de comunicación no mostraban interés. La única manera de introducir Aikido era haciendo demostraciones. Hice tantas demostraciones hasta odiar las palabras, “Demostración de Aikido”. Durante ese tiempo, el karate experimentaba un alza de popularidad en los Estados Unidos, y había muchas competencias. Los instructores americanos de karate como también los instructores de karate quienes habían inmigrado a los Estados Unidos, gentilmente me ofrecieron oportunidades para demostrar Aikido en aquellas ocasiones. Hice muchas demostraciones bajo muchas condiciones—hasta en las aceras de las calles.

Evocando el pasado, fueron días maravillosos de mi juventud. Por supuesto, había momentos difíciles. Había dificultades financieras. Pero tuve experiencias que no se compran con el dinero. No dudaría en hacerlas de nuevo. Había cosas que no podía hacer en ese momento.
Quizás yo podía haber hallado una mejor dirección. Si hubiese tenido el pensamiento y la experiencia de hoy y la resistencia o vigor de mi juventud, eso sería fantástico.

Desafortunadamente la vida no funciona así y siempre es demasiado tarde cuando nos damos cuenta. Es porque estoy en esta encrucijada que puedo decir, “Yo lo haría todo de nuevo.”

¿Alguna vez ha sentido una brecha entre los Estados Unidos y el Japón mientras usted enseñaba Aikido?

Básicamente es todo igual, yo creo. Algunos hacen Aikido porque les gustan las técnicas, y algunos buscan el Aikido por su espiritualidad. Lo bueno del Aikido es que muchas personas diferentes pueden estar unidas y juntas. Yo nunca me siento fuera de lugar. Quizás sea por mi adaptabilidad. Quizás sea por mi personalidad. Yo nunca me sentí que estaba en un país extranjero porque ya conocía a los americanos en Japón. Sentí que tanto los americanos como los japoneses eran el mismo ser humano. Por supuesto que hay diferencias entre las dos culturas, pero eso no fue un obstáculo ya que lo conocía antes de venir a los Estados Unidos.

¿Cuáles dificultades tuvo usted al enseñar la cultura japonesa?

No tendría sentido decir, “Yo he venido para enseñarles la cultura japonesa, y por lo tanto ustedes deben deshacerse de la cultura americana.” Los americanos tienen sus propias columnas vertebrales tales como el espíritu pionero, que no es parte de la cultura japonesa. Yo debo hacer algún acuerdo porque la enseñanza de una cultura diferente se basa sobre la comprensión de cada ser humano. Esta es mi idea sincera de enseñar, eso es todo. Quizás esto fue lo que la gente sentía cuando aceptaron el Aikido y a mí.

Yo creo que el carácter nacional de América me vino bien, también. Los americanos son personas de la libertad porque vinieron a este país buscando el Nuevo Mundo. Si usted insistiera en su propia cultura antigua y las tradiciones de su origen, usted no podría unirse a la construcción de un nuevo país. Yo de verdad respeto los Estados Unidos de América porque la gente está unida más allá de la diferencia de religiones y razas. En nuestro dojo, los alumnos vienen de muchos países, como los judíos y los alemanes, practican juntos de forma pacífica… ¡es increíble! I En Nueva York, si usted insiste en una vieja historia, no podrá vivir. No podrá realizar nada.

SE APRENDE PARA SIEMPRE

¿Podría contarnos sobre el lema o consigna para practicar Aikido?

Depende del nivel; las personas cercanas a la perfección y las personas que necesitan consejos detallados precisan de orientaciones diferentes. A mí no me gusta enseñar bajo un estilo fijo porque hay diferentes movimientos que calzan diferentes tipos de cuerpos. Si enseño detalles y el alumno no lo disfruta, no va a durar en clase. No hay sentido en forzar algo que el alumno no disfruta. Es muy importante dar a los alumnos una atmósfera y un espíritu que sean agradables.

Usted debe hacer correcciones si hace falta hacerlas. Pero algunos alumnos se confunden o no pueden mejorar si constantemente están siendo corregidos. Luego de sostener las manos de una persona ciega, y de dirigirla muchas veces a un lugar determinado, la persona podrá ir allá por sí solo porque su cuerpo aprende la dirección. El Aikido funciona en la misma manera. Deje que el cuerpo aprenda a moverse aún con los ojos cerrados. Si usted detiene un proceso a la mitad para explicar los detalles, usted podría estar frenando el progreso.

¿Quiere decir, dejar que sus cuerpos aprendan el movimiento?

Cuando yo era joven, yo enfatizaba en tomar ukemi. Usted puede aprender la temporalidad de la técnica y el movimiento al hacer o tomar ukemi. Así que cuando yo era joven, sentí y aprendí la técnica al ser lanzado o proyectado por los superiores. Y en mi forma de enseñar, yo dejo que el alumno enseñe cuando éste haya alcanzado un cierto nivel. A través de enseñar, usted puede ver cosas que antes no veía. Esto es un entrenamiento importante. Yo también obtuve mucho a través de enseñar. Todavía tengo tantas cosas que aprender.

Todo el mundo tiene algo que yo no tengo, algo que todos podemos aprender. Cuando yo veo la clase de los Senpai (los alumnos avanzados o superiores), o veo la práctica de otros, y encuentro algo bueno, no dudo en pasarlo a mis alumnos. A mí no me importa si alguien diga que estoy copiando de otros. De ninguna manera es de avergonzarse copiarse de algo bueno, ya que la actitud para el aprendizaje siempre es importante.

Si yo paso las cosas que he aprendido a los alumnos, se me retorna en diferentes maneras. Es un círculo. Es realmente interesante. Mientras enseño, yo a veces encuentro una manera nueva de enseñar. La confianza parece crecer en un círculo compuesto por mí y mis alumnos.

lunes, 11 de enero de 2016

El Aikido o el Arte de la Paz

El Aikido o el Arte de la Paz




Morihei Ueshiba (1883-1969) fue uno de los más grandes maestros de artes marciales de la historia. Fue el fundador del Aikido que puede ser traducido como el arte de la paz. Adjuntamos aquí algunas de sus enseñanzas seleccionadas: 

El Arte de la Paz comienza contigo.

Trabaja sobre ti mismo y con la tarea que te ha sido asignada en el Arte de la Paz.

Todos tenemos un espíritu que puede ser refinado, un cuerpo que puede ser entrenado de cierta manera, un sendero conveniente para seguir.

Estás aquí con el solo propósito de darte cuenta de tu divinidad interior y manifestar tu iluminación innata. Alimenta la paz en tu propia vida y luego aplica el Arte a todo lo que encuentres.

El Arte de la Paz está basado en cuatro grandes virtudes: valor, sabiduría, amor y amistad, simbolizadas por el Fuego, el Cielo, la Tierra y el Agua.

No son necesarios edificios, dinero, poder o prestigio para practicar el Arte de la Paz. El cielo está exactamente allí donde te hallas y ese es el lugar para entrenarse.

Todas las cosas, materiales y espirituales, surgen de una misma fuente y están relacionadas como si formaran una familia. El pasado, el presente y el futuro están contenidos en la fuerza de la vida.

El Universo emergió y se desarrollo desde una fuente única, y nosotros evolucionamos a través del proceso óptimo de unificación y armonización.

El Arte de la Paz es la medicina para un mundo enfermo.

En el mundo existen el mal y el desorden porque la gente ha olvidado que todas las cosas emanan de una sola fuente. Regresa a esa fuente y deja atrás todo pensamiento auto centrado, todo deseo mezquino y toda ira. Aquellos que son poseídos por la nada poseen todo.

Si no te has unido a la verdadera vacuidad, nunca comprenderás el Arte de la Paz.

Ocho fuerzas sostienen la Creación: movimiento y quietud, solidificación y fluidez, extensión y contracción, unificación y división.

La vida es crecimiento. Si detenemos el crecimiento, técnica y espiritualmente, somos tan útiles como cadáveres.

El Arte de la Paz es la celebración del enlace del cielo, la tierra y la humanidad. Es todo lo verdadero, lo bueno y lo bello.

Contempla las obras de este mundo, escucha las palabras del sabio y toma todo lo que es bueno como propio. Con esto como base, abre tu propia puerta a la verdad. No desprecies la verdad que está justo ante ti.

Observa como fluye el agua en el arroyo de un valle, suave y libremente entre las rocas.
Aprende también de los libros sagrados y de la gente sabia. Cada cosa — incluyendo ríos y montañas, plantas y árboles — debería ser tu maestro.

No dejes de aprender de la voz pura del arroyo de montaña que fluye eternamente salpicando las rocas.

La paz se origina con el fluir de las cosas, su corazón es como el movimiento del viento y de las olas. 
Si estás separado siquiera un poco de la esencia divina, estás lejos del sendero.

Tu corazón está lleno de semillas fértiles esperando brotar. Del mismo modo que una flor de loto surge del lodo para florecer en todo su esplendor, la interacción de la respiración cósmica hace florecer el espíritu para que de fruto en este mundo.

Estudia las enseñanzas del pino, del bambú y del pimpollo del ciruelo. El pino está siempre verde, firmemente enraizado y es venerable. El bambú es fuerte, resistente e inquebrantable. El pimpollo del ciruelo es vigoroso, perfumado y elegante.

Mantén siempre tu mente tan luminosa y clara como el vasto cielo, el gran océano y el pico más alto: vacía de todo pensamiento.

Mantén siempre tu cuerpo lleno de luz y calor. Llénate a ti mismo con el poder de la sabiduría y la iluminación.

El Arte de la Paz no es fácil. Es una lucha hasta el fin, la matanza de los malos deseos y de la falsedad interior. En algunas ocasiones, la voz de la paz resuena como un trueno, sacudiendo a los seres humanos y sacándolos de su letargo.

Para practicar adecuadamente el Arte de la Paz debes: calmar el espíritu y retornar a la fuente. Eliminar toda malicia, egoísmo y deseo para limpiar el cuerpo y el espíritu.

Sentir eterna gratitud por los dones recibidos del Universo, de tu familia, de la Madre Naturaleza y de tus semejantes.

La única cura para el materialismo es la limpieza de los 6 sentidos (ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente). Si los sentidos están obstruidos, la percepción se enturbia. Cuanto más turbia la percepción, más se contaminan los sentidos. Esto crea desorden en el mundo y ese es el mal más grande.

Refina tu corazón, libera los 6 sentidos y déjalos funcionar sin obstrucciones, y tu cuerpo y alma enteros brillarán.

Desde tiempos antiguos, el valor y el conocimiento han sido los dos pilares del Sendero: a través de la virtud del entrenamiento, ilumina tu cuerpo y tu espíritu.

El camino del guerrero se basa en la humanidad, el amor y la sinceridad; el corazón del valor marcial es verdadera valentía, sabiduría, amor y amistad.

Acentuar los aspectos corporales de la calidad del guerrero es inútil, porque el poder del cuerpo siempre es limitado.

El verdadero guerrero siempre cuenta con tres armas: la radiante espada de la pacificación; el espejo de la valentía, la amistad y la sabiduría; y la piedra preciosa de la iluminación.

Herir a un oponente es herirte a ti mismo. El Arte de la Paz es controlar la agresión sin producir daños.

Una buena postura refleja la actitud correcta de la mente.

La clave de la técnica es mantener manos, pies y caderas derechas y centradas. Si estás centrado, puedes moverte con libertad. El centro de tu cuerpo es el vientre; si tu mente también está allí, tienes la victoria asegurada en toda acción.

Muévete como un haz de luz; vuela como el rayo, golpea como el trueno, gira en círculos alrededor de un centro firme.

Las técnicas emplean cuatro cualidades que reflejan la naturaleza de nuestro mundo. Según las circunstancias debes ser duro como el diamante, flexible como el sauce, de suave fluir como el agua, o tan vacío como el espacio.

Si tu oponente te ataca con fuego, responde con agua, hazte totalmente móvil y de libre fluir.

El agua, por su naturaleza, nunca choca con nada ni se quiebra. Por el contrario, absorbe todo ataque y queda indemne.

Cada día de la vida humana contiene ira y alegrías, dolor y placer, luz y oscuridad, crecimiento y decadencia. Cada momento está marcado con el gran propósito de la naturaleza, no trates de oponerte o negar el orden cósmico de las cosas.

La vida misma es siempre una prueba. Al adiestrarte debes ponerte a prueba y refinarte para poder afrontar los grandes desafíos de la vida.

Trasciende los límites de la vida y la muerte, y entonces serás capaz de enfrentar con calma y seguridad cualquier crisis que se te presente.

Agradece siempre, incluso las derrotas, las penurias y a las personas malas. Aprender a moverse con tales obstáculos es una parte esencial del entrenamiento en el Arte de la Paz.

El fracaso es la clave del éxito. Cada error nos enseña algo.

Tu espíritu es el verdadero escudo.

El Arte de la Paz es una forma de plegaria que genera luz y calor.

Olvida tu pequeño ser, libérate del apego a todo objeto, y emanarás luz y calor.

La luz es sabiduría; el calor es compasión.

O Sensei Morihei Ueshiba

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