El
Aikido o el Arte de la Paz
Morihei Ueshiba
(1883-1969) fue uno de los más grandes maestros de artes marciales de la
historia. Fue el fundador del Aikido que puede ser traducido como el arte de la
paz. Adjuntamos aquí algunas de sus enseñanzas seleccionadas:
El Arte de la Paz
comienza contigo.
Trabaja sobre ti mismo
y con la tarea que te ha sido asignada en el Arte de la Paz.
Todos tenemos un
espíritu que puede ser refinado, un cuerpo que puede ser entrenado de cierta
manera, un sendero conveniente para seguir.
Estás aquí con el solo propósito
de darte cuenta de tu divinidad interior y manifestar tu iluminación innata.
Alimenta la paz en tu propia vida y luego aplica el Arte a todo lo que
encuentres.
El Arte de la Paz está
basado en cuatro grandes virtudes: valor, sabiduría, amor y amistad,
simbolizadas por el Fuego, el Cielo, la Tierra y el Agua.
No son necesarios
edificios, dinero, poder o prestigio para practicar el Arte de la Paz. El cielo
está exactamente allí donde te hallas y ese es el lugar para entrenarse.
Todas las cosas, materiales
y espirituales, surgen de una misma fuente y están relacionadas como si
formaran una familia. El pasado, el presente y el futuro están contenidos en la
fuerza de la vida.
El Universo emergió y
se desarrollo desde una fuente única, y nosotros evolucionamos a través del
proceso óptimo de unificación y armonización.
El Arte de la Paz es la
medicina para un mundo enfermo.
En el mundo existen el
mal y el desorden porque la gente ha olvidado que todas las cosas emanan de una
sola fuente. Regresa a esa fuente y deja atrás todo pensamiento auto centrado,
todo deseo mezquino y toda ira. Aquellos que son poseídos por la nada poseen
todo.
Si no te has unido a la
verdadera vacuidad, nunca comprenderás el Arte de la Paz.
Ocho fuerzas sostienen
la Creación: movimiento y quietud, solidificación y fluidez, extensión y
contracción, unificación y división.
La vida es crecimiento.
Si detenemos el crecimiento, técnica y espiritualmente, somos tan útiles como
cadáveres.
El Arte de la Paz es la
celebración del enlace del cielo, la tierra y la humanidad. Es todo lo
verdadero, lo bueno y lo bello.
Contempla las obras de
este mundo, escucha las palabras del sabio y toma todo lo que es bueno como
propio. Con esto como base, abre tu propia puerta a la verdad. No desprecies la
verdad que está justo ante ti.
Observa como fluye el
agua en el arroyo de un valle, suave y libremente entre las rocas.
Aprende también de los
libros sagrados y de la gente sabia. Cada cosa — incluyendo ríos y montañas,
plantas y árboles — debería ser tu maestro.
No dejes de aprender de
la voz pura del arroyo de montaña que fluye eternamente salpicando las rocas.
La paz se origina con
el fluir de las cosas, su corazón es como el movimiento del viento y de las
olas.
Si estás separado
siquiera un poco de la esencia divina, estás lejos del sendero.
Tu corazón está lleno
de semillas fértiles esperando brotar. Del mismo modo que una flor de loto
surge del lodo para florecer en todo su esplendor, la interacción de la respiración
cósmica hace florecer el espíritu para que de fruto en este mundo.
Estudia las enseñanzas
del pino, del bambú y del pimpollo del ciruelo. El pino está siempre verde,
firmemente enraizado y es venerable. El bambú es fuerte, resistente e
inquebrantable. El pimpollo del ciruelo es vigoroso, perfumado y elegante.
Mantén siempre tu mente
tan luminosa y clara como el vasto cielo, el gran océano y el pico más alto:
vacía de todo pensamiento.
Mantén siempre tu
cuerpo lleno de luz y calor. Llénate a ti mismo con el poder de la sabiduría y
la iluminación.
El Arte de la Paz no es
fácil. Es una lucha hasta el fin, la matanza de los malos deseos y de la
falsedad interior. En algunas ocasiones, la voz de la paz resuena como un
trueno, sacudiendo a los seres humanos y sacándolos de su letargo.
Para practicar
adecuadamente el Arte de la Paz debes: calmar el espíritu y retornar a la
fuente. Eliminar toda malicia, egoísmo y deseo para limpiar el cuerpo y el
espíritu.
Sentir eterna gratitud
por los dones recibidos del Universo, de tu familia, de la Madre Naturaleza y
de tus semejantes.
La única cura para el
materialismo es la limpieza de los 6 sentidos (ojos, oídos, nariz, lengua,
cuerpo y mente). Si los sentidos están
obstruidos, la percepción se enturbia. Cuanto más turbia la percepción, más se
contaminan los sentidos. Esto crea desorden en el mundo y ese es el mal más
grande.
Refina tu corazón,
libera los 6 sentidos y déjalos funcionar sin obstrucciones, y tu cuerpo y alma
enteros brillarán.
Desde tiempos antiguos,
el valor y el conocimiento han sido los dos pilares del Sendero: a través de la
virtud del entrenamiento, ilumina tu cuerpo y tu espíritu.
El camino del guerrero
se basa en la humanidad, el amor y la sinceridad; el corazón del valor marcial
es verdadera valentía, sabiduría, amor y amistad.
Acentuar los aspectos
corporales de la calidad del guerrero es inútil, porque el poder del cuerpo
siempre es limitado.
El verdadero guerrero
siempre cuenta con tres armas: la radiante espada de la pacificación; el espejo
de la valentía, la amistad y la sabiduría; y la piedra preciosa de la
iluminación.
Herir a un oponente es
herirte a ti mismo. El Arte de la Paz es controlar la agresión sin producir
daños.
Una buena postura
refleja la actitud correcta de la mente.
La clave de la técnica
es mantener manos, pies y caderas derechas y centradas. Si estás centrado,
puedes moverte con libertad. El centro de tu cuerpo es el vientre; si tu mente
también está allí, tienes la victoria asegurada en toda acción.
Muévete como un haz de
luz; vuela como el rayo, golpea como el trueno, gira en círculos alrededor de
un centro firme.
Las técnicas emplean
cuatro cualidades que reflejan la naturaleza de nuestro mundo. Según las
circunstancias debes ser duro como el diamante, flexible como el sauce, de
suave fluir como el agua, o tan vacío como el espacio.
Si tu oponente te ataca
con fuego, responde con agua, hazte totalmente móvil y de libre fluir.
El agua, por su naturaleza,
nunca choca con nada ni se quiebra. Por el contrario, absorbe todo ataque y
queda indemne.
Cada día de la vida
humana contiene ira y alegrías, dolor y placer, luz y oscuridad, crecimiento y
decadencia. Cada momento está marcado con el gran propósito de la naturaleza,
no trates de oponerte o negar el orden cósmico de las cosas.
La vida misma es
siempre una prueba. Al adiestrarte debes ponerte a prueba y refinarte para
poder afrontar los grandes desafíos de la vida.
Trasciende los límites
de la vida y la muerte, y entonces serás capaz de enfrentar con calma y
seguridad cualquier crisis que se te presente.
Agradece siempre,
incluso las derrotas, las penurias y a las personas malas. Aprender a moverse
con tales obstáculos es una parte esencial del entrenamiento en el Arte de la
Paz.
El fracaso es la clave
del éxito. Cada error nos enseña algo.
Tu espíritu es el
verdadero escudo.
El Arte de la Paz es
una forma de plegaria que genera luz y calor.
Olvida tu pequeño ser,
libérate del apego a todo objeto, y emanarás luz y calor.
La luz es sabiduría; el
calor es compasión.
O Sensei Morihei Ueshiba
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