sábado, 25 de junio de 2016

Entrevista a Sensei Tomita (por Rev. Cinturón Negro)

Entrevista a Sensei Tomita ( por Revista Cinturón Negro )
Tomado de la revista Cinturón Negro, 2010



Inexorablemente, nuevas voces pueblan el panorama del Aikido a nivel mundial. El recambio generacional es un hecho; pese a las buenas palabras de unos y otros, diferentes corrientes surcan las aguas revueltas del intempestivo estuario del arte de Ueshiba en los albores del siglo XXI. En esta labor de traeros a los más destacados personajes del Aikido internacional hoy os presentamos al Maestro Tomita Seiji.
Tomita tiene no sólo un gran interés como maestro, sino también como persona; pude percibir en él una gran sensibilidad hacia lo abstracto, un sexto sentido enfocado siempre en lo intangible, un espacio interior vivo en el que la descripción de sus percepciones personales del mundo se superpone continuamente a la comprensión de la realidad. Indudablemente está interesado en las formas pero para él, éstas únicamente tienen valor en función de una experiencia y de unos contenidos que sólo responden a sus propias pautas en la manera de afrontar el hecho de la vida y la evolución propias.
Espero que esta presentación no resulte demasiado abstracta pero, creedme! Tomita me contagia con su forma de ser. Es difícil describir a una persona que vive enfocada en lo intangible. Al tratar de visualizarla te encuentras ante esa bruma en la que habita. De Morihei Ueshiba se decía lo mismo. El mismo Tomita nos habla de ello, si bien él lo achaca al cambio generacional y educativo.
Tomita es un guerrero, en el sentido de aquel que busca batirse consigo mismo. Viene a Europa para instalarse en Bruselas y crea la sede europea del Aikikai de Osaka, organización de la que formó parte en Japón. Y lo hace para ponerse en situación de encontrarse a sí mismo. Aparentemente contradictorio y evasivo en persona, se abre sorprendentemente claro y sincero al responder a nuestras preguntas.
Gran interés especialmente para aquellos interesados en el Aikido como una vía de auto encuentro y desarrollo personal. Es sin duda un hombre peculiar, de esos que no se prodigan en los medios, pero también es ese tipo de individuos que ha vivido mucho y con mucha intensidad. ¡Estos!, ¡estos son los hombres de los que se puede aprender a aprender! Por eso hoy os lo traemos a éstas que son vuestras páginas.
Tomita Seiji Shihan, nació cerca de Kyoto en 1938. A la edad de 6 años comenzó a practicar Sumo, Kendo, Judo, Karate y, más tarde, se inició en el laido y en el Aikido. Su profesor fue el maestro Tanaka Bansen. O Sensei Morihei Ueshiba, originario de la zona, visitaba frecuentemente su Dojo en Osaka para impartir sus enseñanzas. Tomita Shihan recibió el grado de Shodan en 1957, y continuó la práctica intensiva con el maestro Tanaka Bansen.
En 1969 crea la Fundación del Aikikai de Osaka y más tarde el Aikikai de Taiwán. En 1988 se instala en Bélgica y abre en Bruselas la BAN SEN JUKU, la escuela de las corrientes infinitas, como sede central en Europa del Aikikai de Osaka. Está sumamente interesado en el principio único fundamental, común a todas las Artes Marciales. Cuando enseña Aikido, Tomita Shihan hace un amplio uso de armas y también combina la práctica diaria del Aikido con el Iai (el arte de desenvainarla espada).
Cinturón Negro: ¿Por qué practica diferentes Artes Marciales como el IAIDO?
Tomita Seiji Shihan: Para mí es completamente imposible explicar Aikido sin el sable real. Todos los movimientos del Aikido surgieron básicamente bajo el sable. El lai es, por consiguiente, la entrada. Sin el sable como arma fundamental, las Artes Marciales tradicionales japonesas no existen. El lai es representativo, es el Arte Marcial tradicional básico. No me refiero al laido moderno, principalmente con formas superfluas y moviéndose a lo largo de líneas rectas, en el que la idea tradicional del Taisabaki está casi perdida y olvidada. Algunos dicen que no es más que una actuación con sable.
Pero como concepto básico, el lai todavía nos transmite la forma de manejar el sable como una técnica tradicional e incluye todos los elementos del Arte Marcial con sable, como la cortesía e incluso la fuente de la respiración. Un sable real puede herirnos, es necesario concentrarse, tener cuidado. Antes de desenvainar, debemos de tener en cuenta las circunstancias que nos rodean. Hoy, el uso del Ken en Aikido casi ha llegado a ser egoísta. Para el entrenamiento básico tememos que guardar la esencia, mantener la línea de corte para poder hacer un marcado Taisabaki hacia la línea de ataque y, en el mismo sentido, también la idea del Atemi.
C.N.: ¿Cómo aprendió laido?
T.S.S.: Mientras estaba practicando Aikido en Japón, tuve la suerte de que el Gran Maestro Oomori Masao, de la Muso Jikiden Hasegawa Eishin Ryu y Hooki Ryu Ogura Sinpu, fundador de la Shin Shin Ryu, KENBU y SHIGIN (danza con sable y recitación de poesía china) asistiera a nuestras clases de Aikido. Al acabar, me daba clases particulares.
C.N.: ¿Qué sentido tiene hoy la práctica del Budo?
T.S.S.: Podemos escoger cómo ver la vida, cómo dirigirla, pero inevitablemente surgirán complicaciones, dentro de nosotros y con los demás. La vida diaria es como un campo de batalla. Nuestro mayor desafío es mantener nuestra mente libre y vivir apaciblemente a lo largo de nuestra existencia.
La valiosa experiencia guerrera del SAMURAI con la espada, fue reducida a su esencia por el sencillo carácter japonés y así se creó el espíritu del BUDO, que nos enseña a vivir.
Actualmente, la vida es bastante pacífica, apenas necesitamos las Artes Marciales para la defensa propia. Pero los logros del Budo nos ofrecen la oportunidad de entrenar nuestra mente para actuar con cuidado, para desarrollar la perspicacia, la concentración y salud, y para mantener nuestra mente en calma mientras estamos ocupados.
El BUDO nos da el valor necesario para enfrentarnos con dificultades, nos enseña a resolver problemas fríamente y sin miedo.
C.N.: ¿Qué importancia tienen las técnicas?
T.S.S.: Debemos sobrevivir todos y no solamente los especialistas en Artes Marciales. Cada uno de nosotros es, en esencia, un artista marcial, tenemos técnicas naturales de supervivencia. Somos guerreros desde la misma concepción: hay muchos competidores entre los espermatozoides. Todos debemos ser profesionales de la vida, no aficionados.
Cómo vivir es un sincero problema del BUDO. Vivir y morir es una sola cosa, una única oportunidad. Queremos asimilar la mayor cantidad posible de técnicas. Pero cuando tenemos que utilizarlas, sólo necesitamos una. Debemos, por así decirlo, "cortarnos la cabeza y simplemente actuar". En este sentido, la técnica se puede fundir con nuestras acciones. Éste es un aspecto del BUDO, cómo manejar nuestro Kl en sí mismo, como vida.
C.N.: Entonces ¿debemos olvidarnos de las técnicas?
T.S.S.: Así es. Siguiendo la mentalidad del BUDO, si empezamos a pensar en qué técnica usar, perdemos la oportunidad. Es necesario actuar: sólo lo suficiente, inmediatamente, espontáneamente, simultáneamente.
C.N.: ¿Es el principio único común a todas las Artes Marciales?
T.S.S.: Al final, no hay Arte Marcial. ¿Cómo vivir mejor? Si se comprende el Aikido no hay necesidad de darle el nombre de "Aikido". Después de haber pescado el pez hay que olvidarse de la red, pero hasta ese momento es necesario tejer una red sólida y fuerte. Existen muchos estilos de Artes Marciales. Pero el principio es uno: MUSHIN, cómo vivir con todas tus fuerzas, de acuerdo con las condiciones actuales. Sólo la apariencia es diferente.
C.N.: ¿Cuál es el papel del equilibrio?
T.S.S.: Cuando se llevaban armaduras era muy difícil hacer un corte o golpear con éxito. Entonces lo más importante era cómo mantenerse en una situación favorable. Por otro lado, si se controla el equilibrio del adversario y se lleva a su peor situación, no se necesita ninguna técnica específica. Es la idea de YAWARA, la suave flexibilidad del bambú o un muelle. Sea cual sea la técnica, y en cualquier circunstancia, la práctica debe hacernos aprender la forma de mantener bien el equilibrio en todo el momento. Para lograrlo, es necesario moverse desde el HARÁ como el centro del propio equilibrio y desarrollar el verdadero significado de HARÁ: el sentimiento de no tener brazos, ni piernas, el saber que nunca se pierde el equilibrio incluso al rodar. No debemos movernos por medio de las manos y de las piernas, sino por medio del punto de equilibrio, y todo nuestro cuerpo seguirá las órdenes del comandante. Hay que moverse, pero sin moverse, sin perder el equilibrio. Entonces podremos absorber el Kl de nuestro adversario dentro de nuestro equilibrio, dejándolo así impotente. Si logramos hacerlo de esta forma, podremos actuar todo el tiempo libremente, sólo como nosotros mismos. Entonces no necesitaremos ninguna otra técnica.
Estar en equilibrio significa cooperar con los principios del universo, significa estar en equilibrio con la gravedad de la tierra y a través de ello con el universo entero. En ese sentido, estando en equilibrio perfecto, somos parte del universo, somos el propio universo, como dijo el fundador del Aikido.
C.N.: ¿Qué nos puede decir sobre el Ki?
T.S.S.: La forma de hacer surgir y mejorar el poder natural del Kl es la especialidad del AIKI como BUDO. Debemos confiar en el poder vital que todos tenemos como energía potencial, Kl o poder de la mente. Entonces podremos manejarnos totalmente, no sólo con la fuerza muscular.
Todos podemos usarlo, todos tenemos igual Kl, grandes y pequeños, hombres y mujeres, jóvenes y viejos. La corriente de Kl, como un arroyo de agua, es mucho más importante que las formas o técnicas. Es la señal de estar vivo, es nuestra propia vida. Nuestra vida existe con la corriente, desde el HARÁ con la respiración abdominal como una corriente de aire, que estalla por medio de las técnicas como Kl a presión. De esa manera podemos envolver a nuestro adversario en un torbellino de Kl. Los movimientos que surgen espontáneamente de ese torrente son las técnicas reales. Entonces podemos actuar de una manera libre, exactamente como el propio Kl espontáneo. Ése es el significado de TAKE MUSU AIKI, o el nacimiento fresco de técnicas según las circunstancias. El propósito principal del AIKIDO es alcanzar este punto.
C.N.: ¿Cómo conoció a OSensei?
T.S.S.: Gracias a mi maestro Tanaka Bansen, a través de cursos. Ueshiba visitaba con frecuencia el Dojo de Osaka.
C.N.: ¿Tuvo oportunidad de beneficiarse de las enseñanzas esotéricas de OSensei?
T.S.S.: La manera que OSensei describía sus técnicas era casi una explicación sintoísta. Era muy complicado, más allá del entendimiento, incluso sin la barrera del idioma. Él utilizaba conceptos SHINTO que los jóvenes no podían comprender.
Después de la guerra, la educación cambió mucho. Además, era muy desconcertante para nosotros, su movimiento era cada vez diferente, no mostraba dos veces la misma forma y realmente detestaba sólo transmitir formas. Con la idea de entender a OSensei, intenté pasar por la misma experiencia que él tuvo, hice purificación MISOGI y aprendí de tres diferentes maestros que casi dieron una nueva traducción a sus explicaciones. Tanaka Bansen estaba muy cerca de sus conceptos religiosos y de su vivido interés en el Kotodama. Otro gran traductor fue Koichi Tohei (Ki no Kenkyukai), quién explicaba el Aiki desde un punto de vista del Kl, y también Morihiro Saito (Iwama), que insistía obstinadamente en la dura práctica básica y armas en las que OSensei siempre hacía hincapié.
C.N.: ¿Por qué abandonó Japón?
T.S.S.: Yo vine a Occidente para comprender la cultura oriental desde la distancia, desde el exterior, viviendo en Bruselas, la capital de la UE. Dicen que hay que irse al extranjero para tener noticias de casa. Quedándome en Japón, elegiría la comodidad de la evidencia y allí no pensaría mucho en ello.
C.N.: ¿Qué sentido tiene una escuela en los tiempos de las grandes organizaciones de Aikido?
T.S.S.: El número de alumnos a los que puede llegar la enseñanza es limitado. OSensei enseñaba a pequeños grupos en privado, una tradición del Budo. En un hipermercado se pueden encontrar muchos artículos, pero si se quieren encontrar realmente productos de calidad hay que ir a una tienda especializada. Cada uno es libre de elegir. Debes de encontrar un maestro con el que congenies, si no lamentarás el tiempo que has perdido. Todavía hay algunos maestros adecuados.
C.N.: ¿Qué diferencia existe entre profesor y alumno?
T.S.S.: La actitud es importante para ambos, como el filo del sable. Un buen sable necesita una buena piedra de afilar. El maestro debe tener buenos alumnos y estos un buen maestro. Enseñar es aprender.
C.N.: ¿Cómo ve Vd. la evolución del Aikido en estos momentos?
T.S.S.: Existen muchos puntos de vista, algunos más psicológicos y otros solamente físicos. En el peor caso, se llega a convertir en una danza irreal, solamente idealista. El Aikido se desarrolla por diferentes caminos. Pero, como en la historia de los ciegos y el elefante, lo que necesitamos es atrapar la esencia, una visión global, en directa intuición. La corriente principal del Aikido se basa en el segundo Doshu, KISHOMARU SENSEI, que lo tradujo para las nuevas generaciones y popularizó el Aikido. Pero parece que el sabor de la época de OSensei se está perdiendo cada vez más. ¿La política?, el Aikido es más "armonizar", sin embargo otros piensan en "controlar". Las asociaciones deben favorecer las condiciones para un buen entrenamiento, no para la política.

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Los seis ciegos y el elefante ( cuento popular)

Nuestra verdad es solo la porción de realidad que percibimos.-



En la Antigüedad, vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era el más sabio. Exponían sus saberes y luego decidían entre todos quién era el más convincente.

Un día, discutiendo acerca de la forma exacta de un elefante, no conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y así salir de dudas.

Puestos en fila, con las manos en los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva. Pronto se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Llenos de alegría, los seis sabios ciegos se felicitaron por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema.

El más decidido, se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron tropezar y caer de bruces contra el costado del animal. “El elefante  –exclamó– es como una pared de barro secada al sol”.

El segundo avanzó con más precaución. Con las manos extendidas fue a dar con los colmillos. “¡Sin duda la forma de este animal es como la de una lanza!”.

Entonces avanzó el tercer ciego justo cuando el elefante se giró hacía él. El ciego agarró la trompa y la resiguió de arriba a abajo, notando su forma y movimiento. “Escuchad, este elefante es como una larga serpiente”.

Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos. El sabio agarró la cola y la resiguió con las manos. No tuvo dudas, “Es igual a una vieja cuerda” exclamo.

El quinto de los sabios se encontró con la oreja y dijo: “Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano”.

El sexto sabio que era el más viejo, se encaminó hacia el animal con lentitud, encorvado, apoyándose en un bastón. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la barriga del elefante y tropezó con una de sus gruesas patas. “¡Escuchad! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera”.


Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa. Sentados de nuevo bajo la palmera que les ofrecía sombra retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante. Todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera y creían que los demás estaban equivocados.


domingo, 12 de junio de 2016

El Aikido y su eficacia en el combate

El Aikido y su eficacia en el combate
Tomado de
 http://www.aikido.es/articulos/


Cuando empezamos a practicar cualquier arte marcial una de las preguntas inevitables es hasta qué punto las técnicas que estamos aprendiendo son efectivas en una situación real de combate. El Aikido no es diferente.

Los aikidokas experimentados saben que esta cuestión es mucho menos relevante de lo que podría parecer. Sin embargo, en una cultura como la occidental, orientada esencialmente a resultados prácticos e inmediatos, es inevitable que nos planteemos y nos planteen constantemente este tema.

Hay varios motivos por los que se podría dudar de la efectividad del Aikido como técnica de combate. En primer lugar, es muy frecuente que oigamos el comentario de que parece que las técnicas están “coreografiadas” y que no son reales. Esta crítica encierra un punto de verdad y cualquier aikidoka es perfectamente consciente de cuáles serían las consecuencias si uke ejecuta un ataque sin ningún control (porque una técnica de aikido es tanto más efectiva en cuanto mayor ímpetu encierra el ataque) y/o no sabe recibir adecuadamente la técnica. En el mejor de los casos, acabaremos con alguna contusión o distensión leve. En el peor, con alguna lesión artícular o cervical grave. En cambio, este factor se atenúa con los años de entrenamiento ya que uke aprende a controlar las consecuencias que una técnica puede tener sobre él y precisamente eso permite a tori ejecutar la técnica con mayor eficacia.

En segundo lugar, es importante tener en cuenta que las técnicas de aikido se realizan contra ataques “idealizados” y alejados de los ataques que recibiríamos en una pelea en la calle. Eso ha motivado que algunas escuelas de Aikido hayan incluido otro tipo de ataques. Sin embargo, el tipo de ataque es menos relevante de lo que se podría pensar porque algunos de los conceptos básicos del aikido hacen referencia a nuestra colocación respecto al atacante y la línea de ataque pero también a nuestra capacidad de anticipación. Estos conceptos son constantes independientemente del tipo de ataque y por lo tanto aplicables a todo tipo de situaciones. Además, aunque al principio de nuestra instrucción los ataques son muy lentos y marcados, a medida que progresamos, los ataques deben ganar en rapidez, fuerza e intención, ayudando al aikidoka a adaptarse a un número cada vez mayor de ataques y situaciones.

Por último, muchas de las técnicas en Aikido (especialmente si nuestro nivel no es muy elevado) requieren la aplicación previa de un atemi para ser efectivas. Los atemis suelen omitirse en los entrenamientos para evitar posibles lesiones.

Teniendo en cuenta lo que hemos explicado, se podría argumentar que estos aspectos limitan considerablemente la efectividad del aikido como técnica de combate. Parcialmente puede ser así, pero también debemos pensar que O Sensei, en el momento de desarrollar el Aikido, partió de técnicas que esencialmente buscaban ser efectivas. Sin embargo, es imprescindible tener que en cuenta que O Sensei eligió deliberadamente que el Aikido se convirtiera en algo más que en un “arte marcial efectiva”. Por lo tanto, es muy posible que otras artes marciales puedan ser más efectivas en combate.

Si lanzamos un puñetazo o una patada, quizá no seamos completamente eficaces pero lograremos parcialmente nuestro objetivo. En Aikido, en cambio llevar a cabo, es prácticamente imposible realizar una técnica de forma efectiva sin tener un cierto control sobre conceptos como el ritmo, la extensión, el centro, el momento de entrada (irimi), la anticipación, la estabilidad, la unión, etc. Alcanzar una mínima comprensión de estos conceptos a la mayoría nos lleva años de entrenamiento.
Sin embargo, y precisamente porque desde el principio ya se hace mucho hincapié sobre los conceptos básicos que se encuentran en la base de prácticamente cualquier marcial, una vez poseamos un cierto nivel de control sobre los mismos, nuestro nivel de efectividad se incrementará de forma dramática. Irónicamente, cuando lleguemos a este punto muy probablemente nos encontremos con que nunca más debamos aplicar el Aikido a una situación de combate. La anticipación perfecta consiste en anticiparse al combate en sí, la unión perfecta consiste en conseguir entender tan bien a nuestro oponente que la agresión deja de ser necesaria, etc.

En cualquier caso, una de las grandes ventajas del Aikido es su maleabilidad y la facilidad para adaptarla a nuestra personalidad, intereses y objetivos. Probablemente, si nuestro interés es aplicarla en situaciones de combate, llegaremos a conseguir que nuestro Aikido sea altamente efectivo. Si nuestro interés recae más en los aspectos filosóficos y espirituales de este arte marcial el Aikido será una herramienta de desarrollo mucho más que un conjunto de técnicas de combate.

A este respecto, O Sensei expresó muy claramente cuál era su predilección al hablar sobre el concepto del Budo:


“Estás en un error si crees que el Budo significa tener oponentes y enemigos, y ser fuerte y cruel con ellos. La verdad del Budo es ser uno mismo con el universo, esto es, estar en unión con el centro del Universo”.

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