El
Aikido y su eficacia en el combate
Tomado de
http://www.aikido.es/articulos/
Cuando empezamos a
practicar cualquier arte marcial una de las preguntas inevitables es hasta qué
punto las técnicas que estamos aprendiendo son efectivas en una situación real
de combate. El Aikido no es diferente.
Los aikidokas
experimentados saben que esta cuestión es mucho menos relevante de lo que
podría parecer. Sin embargo, en una cultura como la occidental, orientada
esencialmente a resultados prácticos e inmediatos, es inevitable que nos
planteemos y nos planteen constantemente este tema.
Hay varios motivos por
los que se podría dudar de la efectividad del Aikido como técnica de combate.
En primer lugar, es muy frecuente que oigamos el comentario de que parece que
las técnicas están “coreografiadas” y que no son reales. Esta crítica encierra
un punto de verdad y cualquier aikidoka es perfectamente consciente de cuáles
serían las consecuencias si uke ejecuta un ataque sin ningún control (porque
una técnica de aikido es tanto más efectiva en cuanto mayor ímpetu encierra el
ataque) y/o no sabe recibir adecuadamente la técnica. En el mejor de los casos,
acabaremos con alguna contusión o distensión leve. En el peor, con alguna
lesión artícular o cervical grave. En cambio, este factor se atenúa con los
años de entrenamiento ya que uke aprende a controlar las consecuencias que una
técnica puede tener sobre él y precisamente eso permite a tori ejecutar la
técnica con mayor eficacia.
En segundo lugar, es
importante tener en cuenta que las técnicas de aikido se realizan contra
ataques “idealizados” y alejados de los ataques que recibiríamos en una pelea
en la calle. Eso ha motivado que algunas escuelas de Aikido hayan incluido otro
tipo de ataques. Sin embargo, el tipo de ataque es menos relevante de lo que se
podría pensar porque algunos de los conceptos básicos del aikido hacen
referencia a nuestra colocación respecto al atacante y la línea de ataque pero
también a nuestra capacidad de anticipación. Estos conceptos son constantes
independientemente del tipo de ataque y por lo tanto aplicables a todo tipo de
situaciones. Además, aunque al principio de nuestra instrucción los ataques son
muy lentos y marcados, a medida que progresamos, los ataques deben ganar en
rapidez, fuerza e intención, ayudando al aikidoka a adaptarse a un número cada
vez mayor de ataques y situaciones.
Por último, muchas de
las técnicas en Aikido (especialmente si nuestro nivel no es muy elevado) requieren
la aplicación previa de un atemi para ser efectivas. Los atemis suelen omitirse
en los entrenamientos para evitar posibles lesiones.
Teniendo en cuenta lo
que hemos explicado, se podría argumentar que estos aspectos limitan considerablemente
la efectividad del aikido como técnica de combate. Parcialmente puede ser así,
pero también debemos pensar que O Sensei, en el momento de desarrollar el
Aikido, partió de técnicas que esencialmente buscaban ser efectivas. Sin
embargo, es imprescindible tener que en cuenta que O Sensei eligió
deliberadamente que el Aikido se convirtiera en algo más que en un “arte
marcial efectiva”. Por lo tanto, es muy posible que otras artes marciales
puedan ser más efectivas en combate.
Si lanzamos un puñetazo
o una patada, quizá no seamos completamente eficaces pero lograremos
parcialmente nuestro objetivo. En Aikido, en cambio llevar a cabo, es
prácticamente imposible realizar una técnica de forma efectiva sin tener un
cierto control sobre conceptos como el ritmo, la extensión, el centro, el
momento de entrada (irimi), la anticipación, la estabilidad, la unión, etc.
Alcanzar una mínima comprensión de estos conceptos a la mayoría nos lleva años
de entrenamiento.
Sin embargo, y
precisamente porque desde el principio ya se hace mucho hincapié sobre los
conceptos básicos que se encuentran en la base de prácticamente cualquier
marcial, una vez poseamos un cierto nivel de control sobre los mismos, nuestro
nivel de efectividad se incrementará de forma dramática. Irónicamente, cuando
lleguemos a este punto muy probablemente nos encontremos con que nunca más
debamos aplicar el Aikido a una situación de combate. La anticipación perfecta
consiste en anticiparse al combate en sí, la unión perfecta consiste en
conseguir entender tan bien a nuestro oponente que la agresión deja de ser
necesaria, etc.
En cualquier caso, una
de las grandes ventajas del Aikido es su maleabilidad y la facilidad para
adaptarla a nuestra personalidad, intereses y objetivos. Probablemente, si nuestro
interés es aplicarla en situaciones de combate, llegaremos a conseguir que
nuestro Aikido sea altamente efectivo. Si nuestro interés recae más en los
aspectos filosóficos y espirituales de este arte marcial el Aikido será una
herramienta de desarrollo mucho más que un conjunto de técnicas de combate.
A este respecto, O
Sensei expresó muy claramente cuál era su predilección al hablar sobre el
concepto del Budo:
“Estás
en un error si crees que el Budo significa tener oponentes y enemigos, y ser
fuerte y cruel con ellos. La verdad del Budo es ser uno mismo con el universo,
esto es, estar en unión con el centro del Universo”.
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