Musubi
Tomado de Mitsugi
Saotome. “Aikido”, Kairós: Barcelona.
“Aikido es el estudio
de la sabiduría. Si no puedes controlarte y confiar en ti mismo – si no puedes
verte a ti mismo claramente – nunca podrás tener ningún conocimiento o
confianza de los otros y, ciertamente, no podrás controlarlos. El propósito del
Aikido no es la creación de luchadores agresivos sino el refinamiento de la
sabiduría y el autocontrol. Como estudiante de Aikido, debes estudiarlo para
mejorar y pulirte a vos mismo, sin competir con los demás.
La clave en este
proceso –y el corazón del Aikido– es Musubi. La traducción de esta palabra
japonesa sería “unidad”, o “interacción armónica”. En la práctica, Musubi
significa la habilidad de unirse, tanto física como mentalmente, con la energía
de tu compañero/a. Musubi es el estudio de una buena comunicación. En cualquier
interacción entre las personas existe la comunicación. Depende de los
participantes que la interacción sea productiva o inútil, amigable u hostil,
verdadera o inexacta. Musubi, a medida que se va refinando, puede significar la
habilidad de controlar y alterar la interacción, cambiando una aproximación
hostil en un encuentro saludable, o un ataque en un apretón de manos.
Musubi es a la vez un
método de aprendizaje y el objetivo del estudio. Musubi, en su último
refinamiento, está relacionado con la adquisición de un sentido de armonía
universal y, en la técnica, la habilidad de controlar los encuentros para bien.
Pero, ¿puede tal habilidad ser adquirida para forzar o infligir miedo a las
personas que lo están aprendiendo? No. Musubi debe ser enseñado y estudiado de
acuerdo a los principios que ejemplifica, para que la conciencia de los
estudiantes de Aikido pueda ser refinada junto con sus movimientos físicos.
Musubi debe ser enseñado a través de una buena interacción y una firme, pero
amable, guía.
Aprender a responder
ataques con Musubi es un proceso largo y difícil. Uno no puede golpear un
principiante y decirle “No pelees, únete, ¡únete!” El principiante no solo no
se unirá al ataque, sino que reaccionará con miedo y agresión, las reacciones
instintivas frente a una amenaza. El principiante va a tratar de defenderse
luchando o hiriendo al atacante. En Aikido el objetivo es domesticar y
controlar esos instintos naturales, no estimularlos. Esta es la razón,
especialmente con los principiantes, que a menudo se utilizan distintos ataques
de agarre. El estudiante principiante no está preparado para tratar con ataques
reales –como golpes y patadas– con calma mental o movimientos físicos
propicios. Los agarres les permiten a los principiantes estudiar las técnicas
sin miedo, manteniendo la integridad física mientras se aprenden las respuestas
correctas.
En vez de entablarse en lucha y competición, los estudiantes pulen
tanto los movimientos físicos, como la mente. Los practicantes estudian: el
control –de él o ella– mismos, su compañero/a, y la relación entre ambos. Los
agarres tienen la ventaja de proveer el contacto físico entre los compañeros de
práctica, de tal forma que ambos puedan sentir que hace que el movimiento
funcione. Si no hay un contacto físico, los estudiantes principiantes
encontrarían difícil la exploración los mecanismos de las técnicas.
La práctica de los
principiantes usualmente comienza con agarres estáticos. Esto posibilita el
estudio de una correcta postura, trabajo de pies y posición del cuerpo. Los
estudiantes pueden progresar hacia agarres en movimiento, los cuales permiten
el desarrollo del sentido del timing y la distancia, y la exploración de las
relaciones espaciales entre ellos y sus compañeros/as de práctica.
Posteriormente, los estudiantes pueden comenzar a ajustar los distintos grados
y tipos de fuerza, velocidad y dirección. De esta forma, empiezan a crear
confianza en sus habilidades para comunicarse con sus compañeros, a incrementar
su sentido de intuición para con los movimientos e intenciones de los demás
practicantes.
La cooperación es muy
importante en el entrenamiento de Aikido. Casi toda la práctica se realiza con
un compañero/a, y las relaciones entre los ellos debe ser la manifestación del
Musubi. Tanto nage como uke tienen esta responsabilidad. Mientras nage debe
entrenar para unirse con (más que luchar contra) los ataques; uke debe aprender
a atacar de una forma que sea apropiada a la técnica que está siendo estudiada
y de proveer las condiciones apropiadas para el aprendizaje. Por ejemplo, si el
instructor demuestra una técnica que contiene una proyección hacia adelante, es
apropiado que el uke empuje hacia adelante. En cambio si el uke empuja hacia
atrás, tratando de anular la técnica de nage, esto lleva a la reducción de la
técnica a la lucha y ni nage ni uke aprenderá cómo funciona la técnica o
correctamente. Estudiantes avanzados se pueden beneficiar de ataques
inesperados, práctica libre e intentos de contra-técnicas, pero esto se da luego
de años de estudio de las técnicas básicas y del aprendizaje de las condiciones
que requiera cada acción.
El estudio de Aikido es
el estudio de la sabiduría, y la sabiduría, en gran parte, es la posesión de
sentido común. El sentido común, desafortunadamente, es poco común. En este
mundo es bastante difícil de encontrarlo o nunca se aprende. El entrenamiento
en Musubi y en los principios básicos de Aikido involucra el re-aprendizaje del
sentido común. Se puede encontrar evidencia de esto en los movimientos básicos
de defensa del irimi y tenkan. Estos dos movimientos pueden ser entendidos como
uno –irimi-tenkan– así como el yin y el yang forman, en conjunto, parte del
todo.
Tanto el irimi como el
tenkan son movimiento que las personas usualmente utilizan en su vida diaria
sin pensarlo. Imaginemos que estas caminando en medio de una calle repleta de
gente, y se ve a alguien que viene caminando justo hacia vos. Al momento del
“casi” impacto uno se corre y deja pasar a la persona (irimi). Ahora imaginemos
que la misma persona te empuja al momento de pasar a tu lado, uno simplemente
gira y mantiene el propio equilibrio y sigue caminando (tenkan). Ambos
movimientos son ejemplos simples y naturales del sentido común. Cualquier
persona puede hacerlos, y su simplicidad y universalidad confirman su verdad.
Pero una persona no
entrenada en Aikido que ve que alguien viene directo hacia ella con un ataque,
automáticamente trata de caminar hacia atrás. Cuando es empujada en un gesto
hostil, la persona o se paraliza del miedo o se agarra del agresor para no
caerse. La persona pierde el sentido común y la habilidad para percibir la
reacción natural.
El entrenamiento de
Aikido, a través de su proceso gradual y cooperativo, enseña cómo aplicar los
principios de Musubi en situaciones crecientemente dificultosas. Permite
entrenar tu mente a mantener su calma y visión de tal forma que el miedo, la
ira o la falta de confianza no distorsione los movimientos del cuerpo. A su
vez, permite entrenar el cuerpo diligentemente; la práctica constante le provee
al cuerpo la sabiduría de la experiencia. En este sentido, el cuerpo se vuelve
el reflejo y la manifestación física de tu mente. El cuerpo y la mente
trabajando como unidad –de nuevo, en la relación de Musubi– permite que
reacciones simple, eficaz y sensiblemente bajo presión, en vez de ser dominado
y controlado por las circunstancias.
Uno ve a estudiantes
avanzados en Aikido atacándose y proyectándose muy fuerte, pero han llegado a
este punto de su entrenamiento luego de pasar por varias etapas cuidadosas que
permitieron educar su mente y su cuerpo. Por lo tanto, los ataques fuertes y
vigorosos se convierten en un desafío más que en una amenaza. El propósito de
los golpes, patadas y agarres en la práctica no tienen el objetivo de destruir
al enemigo sino descubrir, la propia (así también la del compañero/a) fuerza,
balance, intuición y estabilidad mental. En vez de enfrentarse con
desconfianza, miedo y competitividad, uno afronta a los compañeros/as de
práctica con concentración, sinceridad y sentimientos de disfrute.
Uno de los elementos
–quizás el más importante– del Musubi es el aprendizaje de sentir y utilizar la
unidad de la energía. Es por ello que el ejercicio de kokyu tanden ho, como lo
decía O´Sensei, es el entrenamiento más fundamental en Musubi. El mismo no es
una técnica de combate, sino el estudio de las relaciones físicas y el
movimiento. Estando uke y nage enfrentados, uke tomando ambas muñecas de nage,
este último utilizando todo su cuerpo como unidad coordinada, trata de desequilibrar
a uke. El propósito (y allí radica su importancia fundamental en el Musubi) del
suwari waza kokyu ho es descubrir el principio de la energía circular. Nage
debe inspirar cuando uke agarra sus muñecas y espirar al momento de devolver la
fuerza de uke, actuando como una unidad. La mente de nage debe mantenerse
flexible y receptiva.
Suwari waza kokyu ho no
es un ejercicio competitivo, no es un torneo de fuerza. Uke provee la
suficiente resistencia para desafiar (en forma positiva) a nage, pero no tanta
que haga que la técnica imposible de realizar. Nage no lucha para tirar a uke
sino que utiliza este entrenamiento para estudiar el balance, respiración y
unidad de la energía física y mental. A medida que el entrenamiento se va
volviendo avanzado, verás que la fuerza física de tu compañero/a puede trabajar
a tu favor. Dado que suwari waza kokyu ho se fundamenta en el principio de
Musubi, absorbiendo y devolviendo la energía en forma circular, el efecto es
tal que uke y nage armonizan sus energías. Nage termina utilizando, en forma
combinada, su fuerza sumada a la de uke. Cuando más se resista y utilice su
fuerza uke, mayor serán las herramientas con las que contará nage para
desequilibrarlo. Esta circularidad de la energía es la esencia del Musubi.
Deberías aplicar el
principio de Musubi que se aprende a través de suwari waza kokyu ho en todas
las técnicas de Aikido. Es el Musubi el que te permitirá acceder al punto que
la fuerza y el tamaño físico no hagan diferencia a la hora de realizar las
técnicas. Si fallas en este último punto, siempre estarás a merced de la fuerza
de los otros y caerás en el peligro de una lucha competitiva.
O´Sensei decía una y
otra vez a sus estudiantes que los principios que rigen la naturaleza son los
mismos que rigen al Aikido. Un pequeño pájaro puede volar en un ventarrón pero
no luchando contra viento, debe tomar la fuerza del viento y sumársele. Uno
puede manejar un pequeño bote en aguas tumultuosas, solo si se sabe cómo
encarar las olas. Por lo tanto, también en Aikido, los estudiantes buscar
aprender a recibir la fuerza y transformarla en su aliada, más que luchar
contra ella. Esto es sabiduría y esto es la realidad del Musubi.
Al continuar el
entrenamiento, tu habilidad para utilizar los principios del Musubi debería expandirse.
El principiante necesita del contacto físico para poder sentir la conexión con
su compañero. El estudiante avanzado aprende a mantener esa conexión con menos
y menos contacto físico. Inclusive, algunas técnicas pueden realizarse sin
siquiera el contacto físico. El entrenamiento diario, además de los beneficios
en el plano corporal, incrementa tu habilidad para relacionarte no solo con tus
compañeros/as de práctica, sino también con otros/as, dado que expande tu
visión, tu intuición y tu sensibilidad. En tu vida fuera del Dojo, hay menos
oportunidad de contacto físico con los otros, pero las lecciones aprendidas
durante la práctica pueden ser aplicadas en beneficio de tus relaciones con los
otros y con toda la humanidad en cuanto conjunto. El proceso de remoción
prejuicios y pensamientos negativos y la creación de una nueva conciencia
inclusiva no debería cesar nunca.
Finalmente, es
importante recordar que para lograr el Musubi en la práctica, se deben
establecer relaciones de confianza con los compañeros/as de práctica. Sin
confianza, no se puede entrenar Aikido. El bujutsu de la antigüedad (artes
marciales con el único fin de dejar fuera de combate al adversario) desarrollo
luchadores muy hábiles, pero no necesariamente promovió mentes iluminadas. En la
mayoría de los casos, dado que lo antiguos estudiantes de bujutsu eran
empujados hacia el exitismo (de ello dependía su vida), se desarrollaba en
ellos desconfianza y paranoia; la mentalidad propia de un luchador callejero.
El propósito del Aikido, al contrario, es el desarrollo y refinamiento del
espíritu – ganar fortaleza a través de la sabiduría, no la brutalidad. Esta es
la razón por la cual el proceso del entrenamiento en Aikido es tan importante.
A través de la educación progresiva el/la estudiante de Aikido va refinado su
habilidad para acceder a un entrenamiento más vigoroso e intenso; así el
significado y forma de la práctica va cambiando. Ataques fuertes y caídas no
son más instrumentos de amenaza, sino herramientas que mejoran las habilidades
del aikidoka. La diferencia entre el bujutsu antiguo y el Aikido, en tanto
entrenamiento vigoroso e intenso, es la diferencia existente entre un fuego
descontrolado y el fuego de la forja. Uno destruye y mata; el otro siendo igual
en calor e intensidad, mejora los metales crudos, les da forma y los vuelve en
objetos de belleza y fortaleza flexible. Los estudiantes de Aikido siempre
deben recordar que el propósito de su entrenamiento es el desafío y
mejoramiento de ellos mismos, más que la intimidación a sus compañeros/as o la
complacencia de sus propios egos a expensas de sus compañeros/as.
Son las cualidades de
confianza, cooperación, apertura mental y generosidad en la práctica de Aikido
las que permiten a los estudiantes abandonar los miedos que los limitan e
inhiben, en su habilidad para interactuar con los otros. De esta forma, ganar
la confianza en ellos mismos los llevará a potenciar sus conexiones armoniosas
(Musubi). Sin Musubi, Aikido no es Aikido sino otra forma de combate.”