MUJERES
EN AIKIDO (Reportaje)
Por Indra Gandy,
New York Aikikai,
Instructora del
programa de niños.
Traducción
espontánea del Editor
Indra Gandy, autora del reportaje, al lado izquierdo de Yamada sensei
En estos tiempos cambiantes,
las mujeres paulatinamente han ganado más acceso a la tecnología y a las oportunidades
de programas tradicionales, motivación personal, nuevas necesidades y libertad
de escoger, entre otros aspectos. Ahora es común que escojan actividades por fuera
del mundo laboral para crecimiento personal.
Esta elección puede que
no esté directamente asociada con la descripción de los trabajos tradicionales,
con el desempeño de las mujeres en sus labores de 9 a 5. Algunos pueden denominar
estas actividades extra-laborales como lujosas o extravagantes debido al tiempo
que muchas de nosotras les dedicamos; sin tener conocimiento de los esfuerzos que
hacemos para sobrevivir y para que nuestros ingresos puedan cubrir todas
nuestras necesidades. Con esto en mente, estas actividades se han vuelto parte
fundamental en la vida de algunas mujeres, y ayudan a su estabilidad y crecimiento
dentro de los constantes cambios en nuestro mundo actual.
L. Albin, Sandan, ha
estado practicando Aikido por dieciséis años en el New York Aikikai. Ella comenzó
su práctica de Aikido después de escuchar a su ex esposo, quien había entrenado
en California. Él hablaba mucho de ello. Después de esto, lo practicó y le
gustó.
La señora Ittensohn,
Shodan, de Connecticut, comenzó Aikido después de ver la última clase de un
seminario que fue dictado por uno de los Shihan en Northhampton, Massachusetts.
“Él era tan poderoso y amedrentador y vistoso
en el tatami lanzando hombres grandes por los aires, pero a la vez, después del
seminario, se le veía como una persona muy delicada con una niña de más o menos
año y medio de edad, hija de uno de los instructores. Él me impresionó mucho”.
Ella ha estado practicando por seis años.
“Yo he querido estudiar un arte marcial por mucho tiempo, más que todo
con la idea de tener una disciplina física”, dice una joven de grado
Nikyu (el nombre no se revela), dentro
del New York Aikikai. Ha estado practicando Aikido por cuatro años “no tenía ni idea de qué se trataba el Aikido, pero en
algún lado escuché que para ello no tenías que ser -un o una- super atleta para
poder practicarlo…”.
V. Campos de grado
Nidan, ha tenido once años y medio de práctica. Ella practica en el Dojo
Zanshin en Buenos Aires, Argentina, “empecé
Aikido en una forma bastante tonta, le dije a un amigo mío, quien estudiaba
kendo, que yo quería practicar alguna clase de arte marcial pero que no fuera
ni karate ni judo ni taekwondo (cómico, pero yo sabía que no me gustarían estas
artes marciales en particular). Él me dijo que tal vez yo podría tratar con Aikido,
y que allí no muy lejos de dónde yo vivía había un dojo …decidí inscribirme sin
siquiera haber observado una clase…entré el tatami y aquí estoy”.
J. Sekerka, Segundo
Dan, con diez años de práctica, tuvo su primera experiencia con Aikido en
Japón. “Había escuchado acerca del Aikido
de parte de un amigo del bachillerato antes de mudarme al Japón y pensé que
esto sería una de las cosas que tendría en cuenta mientras estuviera allí.
Terminé enseñando en una escuela de bachillerato llamada “Josal” y un día
después de las horas laborales de la escuela me encontré con mi jefe, el Señor
Kasuya, (el Director del Departamento de Inglés), quien lucía un hakama. Él era
el consejero de la facultad para el Club de Aikido…la siguiente vez que lo ví, le
pregunté a mi jefe acerca del Aikido …él me invitó a observar una clase y a
conocer el profesor…así que asistí a la siguiente reunión del Club y observé la
clase. Ví al profesor haciendo algunas inmovilizaciones bastante dolorosas a
los niños…hmnnn…no estaba segura de que esto fuera algo para mí, pero era
interesante. Nunca había visto algo igual”. Ella actualmente entrena en el
New York Aikikai.
Muchas lecciones han
sido aprendidas y continúan siendo aprendidas por estas extraordinarias mujeres
a través del arte del Aikido.
“Estoy seguramente más coordinada debido a las prácticas de Aikido,
estoy más fuerte y más confiada físicamente. Siento más confianza interna pero
también pienso que ello es producto de un crecimiento personal: he llegado a
sentirme más cómoda conmigo misma y más consciente de mis limitaciones
personales y límites con los demás” dice una joven de grado Nikyu de New
York Aikikai.
“Aikido me ha ayudado más que todo en los negocios y en situaciones de
enseñanza” dice V. Campos de Buenos Aires. “Los negocios pueden llegar a ser bastante complicados y estresantes.
Pienso que Aikido me ha ayudado a ser más calmada y centrada, sin perder
control y sin transmitir mi estado nervioso en algunas ocasiones. Enseñando (en
la Universidad) creo que me ha ayudado a neutralizar a aquellos estudiantes que
siempre están interrumpiendo en el momento menos indicado…digamos conservando
el control de la situación”.
La señora Ittensohn
dice, “Me ha ayudado a estar más enfocada,
a no distraerme con pequeñas cosas. Me ha enseñado que la vida continúa girando.
Uno puede ir a través de muchas facetas en la vida que no (siempre) son muy
buenas (Tiempos críticos). Para poder sobreponerme a estos nuevos desafíos,
para tener más fuerza, el entrenamiento parece poner un espejo frente a mí.
Esto me ayuda a encontrar mis fortalezas y debilidades. Tampoco puedo olvidar
la forma física tan fantástica, que el Aikido me ha ayudado a lograr; es un ejercicio total –muy completo- para el cuerpo”.
“Aikido ha contribuido positivamente en todos los aspectos de mi vida”;
dice J. Sekerka 2do Dan. “Los beneficios
físicos son obvios. Mis doctores varias veces se han quedado sorprendidos al
escuchar mi edad ya que mi salud es excelente. El dojo era (y es) un sitio
donde yo puedo relacionarme con más gente y hacer amistades…Aikido ha sido una
de las constantes en mi vida mientras el trabajo, la escuela, las relaciones y
todo lo demás, va cambiado. Esta
constante me ha ayudado a obtener y a mantener paz y balance en mi vida y a
enfrentar el estrés de la vida cotidiana”.
Razones para practicar
caídas y para animarse a practicar Aikido hay muchas.
“He hecho muchas amistades; en general soy más activa y más tranquila en
cuanto se refiere a viajes” dice la señora Albin. Ella también dice que
Aikido ayuda a analizar las emociones propias y las de los demás. “Aikido es mucho más suave para el cuerpo que
la mayoría de las artes marciales”, dice Ittensohn. “No tienes que ser fuerte ni musculoso para ser bueno en este campo. No
es la fuerza del músculo la que tumba a tu pareja al piso; es la técnica”.
V. Campos dice que “en la comunidad de aikidocas nos cuidamos
mucho entre sí, así que ningún principiante es tratado como un estudiante
avanzado (hombre o mujer)…es también maravilloso ver que no existe
discriminación en la edad en los grupos. Cada quien es tratado de acuerdo con
su habilidad natural”.
“Lo
más importante para recordar acerca del Aikido es que es algo que cambia
constantemente. Todo lo que traes al Aikido está constantemente evolucionando y
después toda interacción con cualquier pareja de práctica, evolucionará también”
dice la señora J. Sekerka del New York Aikikai. Y más o menos “cuando tu práctica alcanza ese estado de
frustración –cuando tú estás tratando de resolver algunos detalles finos de las
técnicas o posiciones del cuerpo-, entonces tú te enfrentas a algunos hombres
practicantes de Aikido quienes deciden que ellos deben guiarte porque ellos
creen que éstas pérdida. Muy poco saben ellos, que tú estás trabajando en algo que
ya está fácilmente mucho más allá de ellos – porque ellos lo han logrado hasta
el momento usando sus músculos-. También, recuerda que Aikido no es una
competencia y que la única competencia en Aikido es contigo misma-para mejorar”.
Finalmente, preguntando
qué más podemos añadir para animar a futuras practicantes femeninas al
maravilloso arte marcial del Aikido, L. Albin añade “es interesante. Las mujeres que entrenan son maravillosas. Tú te
vuelves más fuerte. Llorarás menos. Ganarás peso (7-10 kg) pero la mayor parte
de ese peso será músculo, y perderás algo de él algunos años más tarde. Tiene
algunos efectos emocionales como terapia – por lo menos por el manejo del
conflicto- y eso es parte de un proceso continuo de conocimiento de ti misma”.