PREFACIO
Por: Mitsugi Saotome
Tomado del libro: Aikido O la
armonía de la naturaleza
Creo que mucha gente puede tener problemas para
comprender Aikido O la armonía de la naturaleza. Algunos quizá se sientan
frustrados al no hallar suficiente explicación en cuanto al entrenamiento
físico que requiere la técnica de autodefensa del Aikido. En su búsqueda de
información técnica, tales lectores corren el peligro de apartarse de la
esencia del Aikido al embarcarse en discusiones de carácter científico o acerca
de los procesos naturales. Ésta no es, sin duda alguna, la función del Aikido.
En esta obra no deseo transmitir una técnica en estricto sentido, sino el
significado real de las enseñanzas de Morihei Ueshiba, fundador del Aikido.
Los movimientos del Aikido han de entenderse
desde sus mismas raíces hundidas en la ley universal. Su objetivo es difundir
una comprensión y una apreciación más profundas de la perfección del equilibrio
natural, así como restablecer la armonía en las relaciones entre el hombre y
Dios. Quisiera producir en cada uno de vosotros un vívido recuerdo de vuestros
orígenes. Quisiera rescatar de vuestro subconsciente el recuerdo de los
comienzos de la vida así como de la lucha, en un marco espacio-temporal, que
supone la increíble evolución de la humanidad. Quisiera que sintieseis la
belleza y la fuerza de dicha evolución y que manifestarais vuestro
agradecimiento al Creador Divino.
Con mucha facilidad olvidamos nuestras raíces.
En nuestro egoísmo olvidamos el delicado equilibrio de la interdependencia de
nuestra vida con la de los demás. Si todos tratáramos los recursos naturales
con respeto, amor y comprensión, si los usásemos con una auténtica actitud de
agradecimiento a Dios, la naturaleza estaría protegida y la calidad de vida se
enriquecería. Al proteger la naturaleza protegemos la sociedad. Al proteger a
la sociedad nos protegemos a nosotros mismos. La autodefensa supone la
protección y el mantenimiento de la vida. Si se destruye la naturaleza, se
destruirán los requisitos más esenciales de la supervivencia.
Para sobrevivir hemos de alimentar a nuestro
cuerpo. Si no hay alimentos, si aire y agua están contaminados, no hay vida ni
sociedad posibles.
Ésta es la esencia del Budo. No se trata del
limitado arte de una técnica de lucha, sino del arte de salvar la vida. Y el
Aikido es fundamentalmente Budo. ¿De qué sirve una técnica de lucha si
centenares de personas mueren de hambre? ¿De qué sirve si no hay alimentos?.
Muchos de los grandes maestros de Budo comprendieron esa verdad. Así pues
muchos de ellos abandonaron el sable y regresaron a trabajar la tierra.
Vivimos en una sociedad de despilfarro, con
cenas instantáneas y vajilla descartable; cualquier exceso de pereza y egoísmo
constituye un crimen contra la naturaleza. Todos somos criminales, nos estamos
asesinando a nosotros mismos.
La paz y la armonía no suponen un juego de
lógica. Sólo a través de la paz y la armonía, así como de un profundo respeto
por las leyes de la naturaleza podremos salvar nuestras vidas, las vidas de
nuestros hijos y la de los hijos de nuestros hijos.
Esta es la enseñanza de O Sensei. Esta es la
razón que impulsó a escribir este libro.