domingo, 21 de julio de 2013

Prefacio


PREFACIO

 

Por: Mitsugi Saotome

Tomado del libro: Aikido O la armonía de la naturaleza

 
 


Creo que mucha gente puede tener problemas para comprender Aikido O la armonía de la naturaleza. Algunos quizá se sientan frustrados al no hallar suficiente explicación en cuanto al entrenamiento físico que requiere la técnica de autodefensa del Aikido. En su búsqueda de información técnica, tales lectores corren el peligro de apartarse de la esencia del Aikido al embarcarse en discusiones de carácter científico o acerca de los procesos naturales. Ésta no es, sin duda alguna, la función del Aikido. En esta obra no deseo transmitir una técnica en estricto sentido, sino el significado real de las enseñanzas de Morihei Ueshiba, fundador del Aikido.
 
Los movimientos del Aikido han de entenderse desde sus mismas raíces hundidas en la ley universal. Su objetivo es difundir una comprensión y una apreciación más profundas de la perfección del equilibrio natural, así como restablecer la armonía en las relaciones entre el hombre y Dios. Quisiera producir en cada uno de vosotros un vívido recuerdo de vuestros orígenes. Quisiera rescatar de vuestro subconsciente el recuerdo de los comienzos de la vida así como de la lucha, en un marco espacio-temporal, que supone la increíble evolución de la humanidad. Quisiera que sintieseis la belleza y la fuerza de dicha evolución y que manifestarais vuestro agradecimiento al Creador Divino.
 
Con mucha facilidad olvidamos nuestras raíces. En nuestro egoísmo olvidamos el delicado equilibrio de la interdependencia de nuestra vida con la de los demás. Si todos tratáramos los recursos naturales con respeto, amor y comprensión, si los usásemos con una auténtica actitud de agradecimiento a Dios, la naturaleza estaría protegida y la calidad de vida se enriquecería. Al proteger la naturaleza protegemos la sociedad. Al proteger a la sociedad nos protegemos a nosotros mismos. La autodefensa supone la protección y el mantenimiento de la vida. Si se destruye la naturaleza, se destruirán los requisitos más esenciales de la supervivencia.

Para sobrevivir hemos de alimentar a nuestro cuerpo. Si no hay alimentos, si aire y agua están contaminados, no hay vida ni sociedad posibles.
 
Ésta es la esencia del Budo. No se trata del limitado arte de una técnica de lucha, sino del arte de salvar la vida. Y el Aikido es fundamentalmente Budo. ¿De qué sirve una técnica de lucha si centenares de personas mueren de hambre? ¿De qué sirve si no hay alimentos?. Muchos de los grandes maestros de Budo comprendieron esa verdad. Así pues muchos de ellos abandonaron el sable y regresaron a trabajar la tierra.
 
Vivimos en una sociedad de despilfarro, con cenas instantáneas y vajilla descartable; cualquier exceso de pereza y egoísmo constituye un crimen contra la naturaleza. Todos somos criminales, nos estamos asesinando a nosotros mismos.

La paz y la armonía no suponen un juego de lógica. Sólo a través de la paz y la armonía, así como de un profundo respeto por las leyes de la naturaleza podremos salvar nuestras vidas, las vidas de nuestros hijos y la de los hijos de nuestros hijos.
 
Esta es la enseñanza de O Sensei. Esta es la razón que impulsó a escribir este libro.

domingo, 7 de julio de 2013

Propósito


PROPÓSITO

 

Tomado del libro “Aikido. Etiqueta y transmisión”.

Autor: Nobuyoshi Tamura

Fragmento escrito por S. Benedetti

 
 

Según una conversación con Osawa Kisaburo sensei, director técnico del Zaidan Hojin Aikikai, Sekai Aikikai So Hombu.
 

- Maestro ¿nos podría decir cómo ha influido la práctica del zen en su práctica del Aikido?. Por otro lado, ¿aceptaría usted escribir un prefacio para el próximo libro de Tamura?.

 
Practico el soto-zen. Fui discípulo de Sawaki Kôdó Roshi, el maestro de Deshimaru Roshi. El zen-soto no persigue el satori, la iluminación…es simplemente sentarse, decía él. Ser claro y nítido como un espejo que refleja todos los aspectos del mundo sin pretender retener nada ni guardar nada en su poder. Cuanto más puro sea el espejo menos apego habrá. Se trata del concepto de mu-sho-toku[1], central del soto-zen. Cuando el espejo no está perfectamente nítido transforma el mundo que recibe.

 
Asimismo, en nuestro espíritu, la más mínima traza de ego se apega al mundo y busca agarrarse para hacerlo suyo y fijarlo. Busco practicar el aikido sin apego, como un espejo.

 
El apego hace nacer el espíritu combativo; sin embargo, el aikido es una búsqueda de la libertad que se realiza modelando el cuerpo, como un panadero amasa pan, no es un método de destrucción. En el aikido se encuentra la libertad del espejo.


Si, por lo tanto, existe un espejo que pulir, por supuesto hemos de practicar el aikido en ese sentido, cada uno ayudando al otro en esta tarea. Por esta razón es paradójico transmitir el aikido por medio de un libro, porque un libro no es un espejo sino una manifestación del ego que querría fijar el reflejo del mundo.


¡Me está pidiendo que escriba, pero no se puede fijar nada por escrito! Intente, más bien, tomar nota de mis palabras…


El maestro Osawa, pues, nos ha dejado a nosotros la responsabilidad de jugar a los espejos sucios.


……

 
Nuestro cuerpo es como el árbol de la iluminación
Nuestro espíritu es como un espejo brillante
Sin cesar hay que limpiarlos
Para que estén libres de cualquier mota de polvo.

Shen Hsuin

 

 

Nunca ha habido árbol de la iluminación
Ni espejo brillante
Desde el principio la naturaleza es pura y clara…ninguna cosa es
¿Cómo podría ser ensuciada por el polvo?.

Huei Neng

 



[1] Mu-sho-toku: sin meta, sin motivo, sin búsqueda de provecho, o beneficio, o reconocimiento. El no-provecho, el no-deseo. Dar sin buscar recibir. Hacer sin esperar nada a cambio. Abandonar todo, sin miedo de perder. De la misma forma que un artista debe darse por entero sin ocuparse de alcanzar la gloria, la belleza, la riqueza; así se practica zazen: sin buscar nada, sin esperar nada, sin desear nada. Si abandonas todo, obtienes todo.
 

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