Paciencia
Fragmentos
extraídos de la traducción del Go Rin No Sho, (Libro de los cinco anillos)
sobre la vida del legendario Samurai Miyamoto Musashi
Shinobu (忍) es un carácter proveniente del japonés (un Kanji) que
significa paciencia, perseverancia, resistencia, entre otros. Pero lo
interesante de este kanji es que viene escrito con dos radicales, el superior
que significa espada (katana 刀) y el inferior que significa corazón (kokoro 心). La espada
representa la fuerza física, la parte tangible o carnal del cuerpo humano, la
resistencia, el esfuerzo; y por el otro lado el corazón simboliza la parte
espiritual, el alma, lo que nos hace humanos y nos hace capaces de sentir
emociones, amor, odio, dolor, tristeza, felicidad.
PACIENCIA,
eso fue lo primero que vi cuando entré en un Dojo de Artes Marciales. En aquel,
en el mismo que continúo practicando desde hace seis años, estaba escrito
frente la puerta: SHINUBI. Y tal fue el primer mensaje que sentí al poco, con
paciencia, porque en el Arte Marcial esa es la primera joya que brilla en medio
del laberinto oscuro, entre los espejos opacos del “no puedo”, del “jamás lo
conseguiré”. Y eso, que es una conquista de la conciencia, y que acontece en el
preciso momento en que se entiende que la paciencia sólo se obtiene con
paciencia, que su práctica (como ocurre con todo lo importante en esta vida) es
método y fin a la vez, proporciona al principiante la posibilidad de ascender
al primer escalón, casi mágico, del puro entendimiento. De la Iluminación
humana, si se quiere, pues sobran ya en ese momento muchas palabras (como casi
siempre) se convierte al cabo de un cierto tiempo en la primera conquista real
(en la primera “ventaja” como nos diría Musashi) de la práctica del “Do”, del
Camino: de cualquier camino, que existen tantos como seres humanos, aunque me
refiera en este caso al que siguen los guerreros.
Tras la conquista,
siempre delicada y frágil de la paciencia, se otean nuevas geografías, próximos
ríos y senderos igualmente conquistables: la constancia, la tenacidad por
reiniciar constantemente lo que se inició, la precisión en los movimientos, el
ritmo, la armonía, la serenidad, el equilibrio, la velocidad, la fuerza, la
suavidad, la quietud, el conocimiento de uno mismo aquí y ahora, a cada
instante. La familiaridad con tus defectos, el reconocimiento de alguna virtud,
los deseos más íntimos del alma. Es por ello, cuando se emprende con decisión,
un camino real; tanto o más que cualquier carretera. Con la diferencia de que
este camino sólo te conduce a un único lugar, tal vez el mismo del que
partiste, pero también es posible que te lleve a lo profundo de tu corazón.
No existen
enseñanzas secretas, no merece la pena que existan, porque todo es posible para
el entendimiento del que practica, hasta lo oculto y lo secreto. Todo estará en
tu corazón y su inteligencia podrá extraerlo con paciencia, poco a poco. No hay
filosofías esotéricas, ni ritos supersticiosos: también el corazón descubriría
el engaño y para el que practica consecuentemente el cerebro y el corazón han
de ser la misma cosa.
Por el contario todo tiende a ser luminoso y claro, como
lo es la primera luz del día, a medida que se hace camino; a medida que se
avanza y retrocede superando las propias limitaciones, cuando es preciso, en el
momento justo. "En ningún caso", dice Musashi, puesto que la vía del
entendimiento es a través de la experiencia, hablo de interior y
superficie" o lo que es lo mismo, de lo oculto y de lo que no lo es. No
existe tal diferencia.
Todo lo anterior refleja una evidente concepción
modernista de la vida, aunque tal vez rodeada de formas arcaicas: la lucha por
la conquista de uno mismo mediante el desarrollo de ciertas técnicas abiertas
para todo aquel que quiera conocerlas. El propio Musashi, según Shibata
representaría una de las primeras manifestaciones del pensamiento moderno en
Japón. A partir de él las Artes Marciales queda liberadas de cualquier línea
concreta y única de pensamiento, autónomas de templos y confesiones religiosas,
libres de trabas políticas en los albores de una época en la que los samurai
viven la caída masiva de las familias feudales en todo Japón, para convertirse
en Ronin o caballeros andantes sin empleo fijo, como profesionales libres casi
siempre en paro, que tenían que resolver día a día su supervivencia.
El esquema exterior, las formas, se mantienen, mas todas
ellas tienen que ver con el propio carácter japonés, con ese sentido especial
del respeto, la lealtad y el apoyo sin reservas hacia quien los contrataba, con
esa sensibilidad específica hacia las tradiciones culturales, etc.., que
conforman su esencia de pueblo. Pero la amplitud de criterios filosóficos,
entre los que el Budismo Zen hace sentir de modo especial su impronta y la
propia actitud personal del japonés ante un mundo que cambia, provocan una
variación en los fines, en el espíritu, que las hace romper con vínculos
ancestrales del pensamiento. Ahora se es uno frente al mundo, aunque en el
interior de un complejo andamio social; se trata pues, de encontrar el camino
adecuado individualmente, para entender y vivir lo colectivo, lo social.
El maestro Hentona, artista del Karate Do y otras muchas
disciplinas, mientras me brindaba el honor de ayudarme en la redacción final
del texto de Musashi, me decía que " la inteligencia de Musashi se había
adelantado en muchos siglos a su época", lo cual queda también de
manifiesto en el enorme interés que el Libro de los Cinco Anillos despierta
entre los ejecutivos de las principales empresas japonesas aún en nuestros
días. No es extraño, se trata de un libro que habla de técnica (interior y
exterior) y explica cómo obtenerla con el entrenamiento. Y todo ello para ser
aplicado a cualquier actividad profesional o artística, sin excepciones.