La Limpieza
Por Tamura Nobuyoshi.
Extraído de:
Aikido Etiqueta y Transmisión
Saber desplazar lo que molesta para
la limpieza y saber volver a ponerlo en su sitio es un acto sencillo que educa
la atención. Decidir lo que se debe tirar y lo que hay que conservar educa el
sentido de decisión.
Pasar el paño por el piso constituye
un excelente ejercicio para las piernas y caderas. Incluso cuando un sitio
parece limpio, basta con pasar un trapo húmedo para convencerse de lo
contrario. Renovando el agua, lavando los trapos de limpieza y limpiando el
suelo se experimenta la sensación de refrescar el propio espíritu.
No obstante, para meter las manos en
el agua helada en las mañanas de invierno hace falta valor: vencer el espíritu
del abandono es parte integrante de la práctica.
Cuando los bokuto, jo, sandalias,
etc., están en su sitio, el aspecto de las cosas es agradable a la vista y son
fáciles de utilizar. No sólo se trata de satisfacer la conciencia estética,
sino también de una educación natural que conduce a reconocer la importancia de
la preparación. El tiempo consagrado al entrenamiento es limitado. Los breves
instantes que le preceden y le siguen son cortos. Por ese motivo es necesario
sacarle el mejor partido posible a hacer la limpieza, lo que supone un buen
ejercicio en el sentido de previsión y organización. La decisión de empezar por
aquí para continuar por allá y terminar más allá es un ejercicio para el juicio
y el espíritu de decisión. La limpieza no sólo pretende purificar el exterior.
Esto explica que sea necesario limpiar una y otra vez y sin cesar los lugares
que parecen limpios.
El enseñante, que se vale de su
conocimiento, no debe contentarse con lograr que sus alumnos hagan la limpieza,
es deseable que su ejemplo sea un aliciente para ponerlo en práctica. Me
gustaría que meditaran ustedes sobre este pensamiento de O Sensei: "El
aikido es la limpieza del cuerpo. Hay que eliminar la suciedad y las impurezas
del cuerpo y el alma".
Cuando entra usted en un dojo bien
limpio y lustroso, de forma inmediata el corazón se encuentra reconfortado.
Estoy convencido de que la práctica diaria del cuerpo y el espíritu se
manifiesta de esta manera.
Para hacerlo bien, todos deberían
limpiar el dojo por su propia iniciativa antes y después del ejercicio. La limpieza
permite colocar las cosas en su lugar, clasificarlas y ordenarlas.
Además, la limpieza es una buena
práctica tanto mental como física.
Cuando yo era uchi-deshi, nos uníamos
a los demás practicantes para limpiar juntos no sólo el dojo sino también la
entrada, los pasillos, los lavabos, los vestuarios, el dormitorio de los
uchi-deshi y la calle delante del dojo.
La limpieza te enseña mucho.
Tomemos como ejemplo mero hecho de
utilizar la escoba: hay que sujetar el mango con ligereza y hacer llegar el ki
hasta los pelos del cepillo, utilizarlo con agilidad, ligereza y fuerza. El
principio es el mismo que para el sable o el bastón. Es un ejercicio que,
barriendo todos los rincones, permite aprender a ver hasta los aspectos ocultos
de las cosas.