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martes, 30 de enero de 2018

"No nos alcanza el tiempo": creencia que nos impide alcanzar el éxito


'No nos alcanza el tiempo': creencia que nos impide alcanzar el éxito

Tomado de la web. Autor:desconocido


 La paciencia y la oportunidad…Todo llega cuando tiene que llegar. Una vida no puede vivirse con prisas, no puede ajustarse a un calendario, como intenta tanta gente. Los seres humanos tenemos muchas dimensiones, pero el tiempo no es como lo vemos, sino que se compone de lecciones que se van aprendiendo”,  sostiene Brian Weiss, en su libro  ‘Los  Mensajes de los Sabios’.

No obstante contrario al mensaje del autor, la mayoría de los seres humanos pasamos nuestras vidas, conectados en el pasado y acelerados por el futuro, es decir que vivimos pegados al calendario de los recuerdos y queriendo en nuestro presente tener el control de nuestro futuro. Vivimos a las carreras. Sin detenernos un instante a disfrutar el presente. También vivimos dejándolo todo para mañana. Sin  conectarnos con el ‘aquí y el ahora’. Uno de los secretos para crear abundancia y prosperidad.

Tampoco hemos aprendido a valorar los minutos y horas que están presentes en nuestra vida. No nos hemos dado cuenta de que ‘el tiempo es oro’ porque a veces lo desperdiciamos y le damos más valor a estar pegados frente al televisor, hablar y criticar a los demás… En fin le echamos la culpa al tiempo de los problemas y dificultades. Por lo que a diario una de las creencias limitadoras que empleamos a la hora de justificarnos cuando no alcanzamos el  éxito y la prosperidad, es la falta de tiempo.

Al fin de cuentas como lo señala la Coach y Entrenadora Transformacional, Myriam Chávez,  “ todos los seres humanos tenemos 24 horas al día y algunos de nosotros experimentamos comodidad, plenitud y abundancia de tiempo, mientras que otros están siempre apresurados y sin tiempo suficiente. Esta es otra forma de escasez”.

Descubrimos con los años que el tiempo no tiene nada que ver con lo que queremos en nuestra vida, el reloj simplemente nos marca las horas y no nuestra dirección o plan de vida. El tiempo pasa indeteniblemente, implacablemente y no pregunta quién se sube para darle un buen uso.  Perdemos el tiempo por doquier y no disfrutamos nuestra vida.

Hay una vieja historia sobre un granjero que “un día de madrugada, le dijo a su esposa que iba a arar las cuarenta plazas del sur. Muy temprano empezó a aceitar el tractor y como necesitaba más aceite, fue a la bodega a traerlo. En el camino se dio cuenta que los cerdos no habían comido, así que se fue a la bodega donde encontró unos costales. Eso le recordó que había que cosechar las papas, mientras iba hacia el sembrado de papas, pasó por donde estaba la leña y se acordó que su esposa necesitaba leña en casa. Mientras estaba recogiéndola pasó un pollo enfermo. Puso la leña en el suelo y se fue tras el pollo. Cuando cayó la noche aún no había sacado el tractor al campo y así le paso el tiempo”.

Muchas personas pierden el tiempo dedicándose a aquellas cosas que son fáciles de hacer, o aquellas que nos gustas hacer. Por lo que tendemos a dilatar aquellas cosas que deberíamos hacer. Las prioridades son lo primero. Por lo que debemos aprender a no dejar que otros trabajos interrumpan nuestro horario planificado.  Aquellas cosas que son fáciles de hacer, o cosas de rutina, o cosas que nos gusta hacer, pueden hacerse cuando ya hemos terminado con las prioridades.

 En otras palabras a distribuir nuestra vida laboral, profesional, financiera, amor, recreación, salud, con nuestra vida espiritual y por su supuesto a estar en servicio de otros. ¡Recuerde que redimimos el tiempo, cuando lo aprovechamos al máximo: los minutos, las horas y los días de nuestra vida atareada!.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Sobre observación


Sobre observación


 

Por Eduardo A. Cuevas

 



Para comenzar, necesito su completa atención y concentración. Es comprensible que no es cosa fácil de realizar, especialmente si tomamos en cuenta la falta de entrenamiento en relación con esta faceta de la mente. Sin embargo, espero que esto que juntos vamos a experimentar sea de suficiente interés como para crear una atmósfera de verdadera comunicación.

La observación va más allá de la acción de mirar. Un ciego tal vez no podrá ver, pero sí observar.

Esto puede sonar contradictorio –sin embargo no lo es. Según vayamos adentrando en el real significado de las palabras, dejando atrás las connotaciones superficiales, -empezaremos a comprender.

Para observar…necesita uno estar en silencio.

El silencio que va más allá de la quietud del ambiente y del reposo, de nuestro cuerpo;…el silencio de la mente.

Y, ¿cómo lograr esto? ¿Puede la mente –esa misma que no puede callar ni un solo instante; salvaje, arrogante…destructiva, -puede esa misma mente estar quieta, tranquila…silente? ¿Puede existir tal estado de novedad; tal estado de libertad?.

¡Sí! ¡Existe!.

Y es en tal estado de dinamismo que puede uno percibir con claridad todo aquello que ocurre, -alrededor, más allá, y dentro de nuestro ser.

Fíjese que he dicho “dinamismo”. No existe pasividad en la observación, -todo lo contrario. El silencio en nosotros crea un estado de consciencia, tan intenso y profundo, que permite la percepción de aquello nunca concebido antes.

Pero -¿qué es esto tan nuevo; esta libertad de la mente de la cual se habla? ¿Nuevo a qué? ¿Libre de qué?.

Profundicemos más.

Todos estaremos de acuerdo que el pensamiento es cúmulo de experiencias pasadas, ya vividas, leídas o escuchadas. Por lo tanto, todo pensamiento es viejo…y por consecuencia, perteneciente al pasado. ¡Por favor, es importante que se entienda esto!.

Y estoy seguro que también estarán de acuerdo en que este momento –este inmediato segundo que estamos compartiendo, ¡y el que le sigue a éste!-es nuevo. Un momento nunca vivido antes.

¿Y díganme si nuestro conflicto y miseria no tienen su raíz en el hecho de que nos enfrentamos al presente, a lo nuevo, con lo viejo? A una situación totalmente nueva, nunca vivida antes –con recuerdos del pasado; con pensamiento.

¿Podrá entonces el pensamiento ser alguna vez objetivo?.

De aquí que la observación es solo del presente ¿no es así?.

Uno no puede observar el pasado, ni el futuro –uno siendo un recuerdo y el otro una especulación.

Sólo el presente puede ser observado.

¡Y cuando hablo del presente me refiero a este mismo instante que estamos viviendo! Al mismo presente que se vuelve pasado en el momento en que pensamos en el.

Así es que el silencio de la mente solo puede provenir cuando esta se encuentra libre de pensamientos; ya que solo así se puede observar el presente, en el presente, y no con el pasado.

Ahora, esto implica un alto grado de conciencia, ¿no es así?.

Y nuevamente, esta consciencia no puede venir a través del pensamiento ¿verdad?. Puesto que en el momento en que estamos pensando en estar conscientes, ¡dejamos de estarlo!.

Por lo mismo, el estar consciente es también del presente…y el pensamiento del pasado.

Una tarea realmente difícil. No estamos acostumbrados a ser libres. Estamos demasiados arraigados en el ilusión del “yo”, “mí”, “mío”.

Sí –ilusión.

Aunque mi intención no es de salirme del tema central, si deseo mostrar esta ilusión.

Si usted y yo estamos consientes de la ley del cambio constante, -de ese movimiento molecular y atómico en eterno flujo- por siempre cambiando…y lo comprendemos.

Por favor, manténganse atento!.

Si usted puede realizar que cada y toda célula de su cuerpo está en constante movimiento, -creciendo, deteriorando, muriendo; tomando su lugar una célula totalmente nueva: si puede usted percibir todo esto; -intente agarrarse de algo a lo que pueda llamar “yo”, “mi”, “mío”! Tome algo estático –que no esté en cambio- y que puede usted señalar como “yo”, “mi”, “mío”.

¿No es entonces este “yo” una ilusión?.

¿No pertenece este “yo” a la esfera del tiempo?.

¿Y no es el tiempo contraparte del pasado y del futuro? El tiempo no existe en el presente. No puede uno hablar del presente puesto que sólo estaría hablando del pasado. El presente es; el tiempo no es.

De tal modo que el infinito, -donde el tiempo no es, es en el presente.

Entonces -¿cuál es la importancia de la observación?.

Cuando esta uno consciente –total y constantemente consciente, la percepción se torna tan sensitiva a la realidad que le rodea, que nuestra acción sobre esta es una de creatividad.

¡Por favor –manténgase atento! ¡Esto es tan esencial!.

A propósito he usado la palabra “acción” versus “reacción”. Analícela usted mismo “re-acción”. No es una acción nueva; una acción libre de interactuar con el presente, -sino un acto reflejando el pasado. ¡Un acto viejo respondiendo a un momento nuevo!.

¿Y puede uno actuar armoniosamente en el presente usando el pasado? Pregunto ¿Es lógico hacer esto?.

¿No creará tal contradicción, conflicto y sufrimiento en nuestro ser? ¿Y no es tan poco conocimiento propio lo que mantiene a la humanidad entera en tal estado de miseria e infierno?.

Y sin embargo…es esto lo que hacemos.

En nuestra ignorancia multiplicamos nuestro sufrimiento. Ignoramos la ley de la causa y efecto mientras nos entretenemos con la ilusión del principio y fin.

Observar es en verdad la tarea para el ser humano interesado solamente en la realidad. Tiene que haber una comprensión de las leyes por la cual toda la naturaleza se rige; -y sobre todo lo demás, el desarrollo de nuestra voluntad sobre las fuerzas estancadoras de la pasividad y conformismo.

La observación en el salón, como en toda situación, presente la capacidad de crear –que a su vez implica novedad; lo nuevo ante lo nuevo – la objetividad máxima…donde la división entre el “yo” y el “eso” deja de existir.

Donde el observador y el observado son uno.

Y el observar –queridos amigos- es meditar. La meditación no tiene nada que ver con el pasado ni con el futuro; solo con la realidad.

La meditación es en el presente. El pasado no es realidad, ni lo es el futuro. Solo el presente es real…y lo real es en el presente.

Y solo estando en el presente podemos ser creativos…en armonía con la totalidad…y felices. ¡SEAN FELICES!.

(Estos pensamientos surgieron a partir de un proyecto sobre técnicas de observación que debía presentar ante una reunión de maestros el miércoles 21 de mayo de 1974, mientras trabajaba como maestro principal en un Centro para el Cuidado del Niño de la Ciudad de Nueva York).

 

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