Encuentro con Yamada Sensei
Por Yesid Sierra, http://www.aikidomx.com
Antes de
avanzar debo decir que soy uno de los muchos alumnos de Yamada Sensei que han
visitado su dojo en New York como Uchi Deshi, por ciertos periodos de tiempo y
de los que asiste regularmente a sus seminarios. Tengo un dojo reconocido por
él y en algunas ocasiones tuve la suerte de disfrutar de las legendarias
fiestas que ofrecía a sus Uchi Deshi. Si a esto le sumamos que la relación
entre alumno y maestro es de ida y vuelta, y que cada quien se hace su propia
idea del otro, debo admitir que este texto es más mi impresión personal, mi
opinión y mi sentir; que un texto objetivo sobre una relación sensei – alumno.
Con las palabras previas en mente, en adelante diré lo que me gusta de ser
alumno de Yamada Sensei y por consiguiente algo de lo que he aprendido de esta
relación.
Puntualidad y responsabilidad
No se me
olvida nunca uno de los días que teníamos clase a las 6:45 am en el Dojo de New
York. Llevábamos entrenando unas cuantas jornadas junto con un grupo con el que
habíamos decidido visitar este Dojo. Un día de ellos se nos anunció que esa
noche haríamos una reunión con Yamada Sensei. Hubo vino, sushi, música latina y
muchas risas. Recuerdo haber contado deshis de todos los continentes en esa
ocasión. Europa, América, Oceanía, Asía y Europa estaban representados. Aunque
después de la reunión, Yamada Sensei había salido del New York Aikikai como a
eso de las 3 am; poco antes de las 6 am sentí sus pasos en el lugar. Yo dormía
en uno de los sofás cercanos a la entrada del dojo y por ello, su llegada fue
evidente para mí. Caminaba como si no hubiera sucedido nada la noche anterior,
un hombre que casi me doblaba la edad presto a dar la clase de las 6:45am. Yo
luchaba con el cansancio, el sueño y la resaca.
En todos los
años que he seguido a Yamada Sensei, no lo he visto llegar tarde una sola vez a
sus clases, ya sean sesiones de seminarios o en su Dojo de New York. Siempre
está respirando o relajándose unos minutos antes de iniciar. Puntualmente entra
al tatami, camina al frente del Kamiza, golpea suavemente su cintura con su
mano derecha (los que lo han visto sabrán a qué gesto me refiero), y
puntualmente hace saludo a la foto de O´Sensei.
Desde mi perspectiva es una de los aprendizajes que me ha dejado sin
decirme una sola palabra. Con el ejemplo me ha enseñado la importancia de ir al
tatami a la hora comprometida. No importa lo que suceda antes o después.
Flexibilidad
En mis viajes
por los Dojos, seminarios y escuelas de Aikido he visto en muchas ocasiones el
síndrome de la copia. Alumnos que parecieran buscar hacer el movimiento de
manera exactamente igual a su maestro. Maestros que exigen a sus estudiantes
poner el pie así y los brazos asá de tal manera que hasta los gestos faciales
terminan siendo similares. Cuando veo esto me pregunto ¿acaso el Aikido no es
un arte? y como tal está sujeto a las interpretaciones individuales.
Simplemente no lo entiendo pues yo no puedo imitar a un señor de 120 kilos o a
una mujer de 50. Si a esto le sumamos las diferentes edades, nuestra crianza y
la cultura a la que pertenecemos, la imitación es algo casi imposible y si se
logra; desde mi punto de vista; no es completamente la apropiación personal de
un conocimiento.
En este
sentido, Yamada Sensei no tiene alumnos copia, o realmente muy pocos son copia
de él[1].
He estudiado con algunos de sus más viejos estudiantes dentro de los que se
encuentran Harvey Konisberg, Peter Bernath, Donovan Waite, sólo por mencionar
unos cuantos de los más conocidos pues en el mundo se cuentan por miles sus
discípulos avanzados y en su Dojo sin duda son más de 20 los instructores
activos. Yamada Sensei habla poco de esto, pero desde años atrás sus seminarios
son ejemplo de expresión de diferentes visiones. Al inicio de su llegada a EEUU
trabajaron muy de cerca algunos de los últimos alumnos internos de O´Sensei:
Chiba Sensei, Kanai Sensei, Sugano Sensei y Tamura Sensei. Todos con
movimientos particulares y concepciones diferentes. Se juntaban para dar
seminarios y en esta mezcla los más beneficiados eran los estudiantes que
podían ver, interpretar, comprender y analizar diferentes miradas.
Los
estudiantes de Yamada Sensei se cuentan por miles al igual que sus expresiones
del Aikido. Sensei Yamada siempre ha promovido que sus estudiantes comprendan
diferentes visiones y que se apropien de ellas. De hecho él tiene una expresión
que és “robar el conocimiento” e invita a sus estudiantes a robar el
conocimiento de los otros. Además en varias ocasiones he sido testigo de que la
palabra “estilo” en el Aikido no le gusta.
Observando a
la gran cantidad de estudiantes de Yamada Sensei, te encuentras ante una gran
diversidad, que aunque parecen reflejos externos, es evidente que manejan y
conocen a detalle los principios del Aikido. Equilibrio, centro, fluidez,
elegancia, armonía… Yamada sensei ha sabido permitir que sus estudiantes
descubran, comprendan y expresen los principios del Aikido de maneras
completamente diversas. Muchos de sus estudiantes ya cuentan con un nombre
propio en el mundo del Aikido y con una interpretación del arte que ha dejado
huella en muchas personas.
De nuevo y
sin decir una palabra al respecto, Yamada Sensei me ha enseñado que el Aikido
es diverso, flexible pero que es importante conservar ciertos fundamentos que
hacen que la técnica sea sólida.
Empatía y universalidad
Con los años
Yamada Sensei cada vez es más demandado en diversas ciudades del mundo para
enseñar. La pregunta obvia es ¿cómo le hace para que tantos estudiantes en el
mundo lo quieran ver? Las variables son diversas, carisma, profesionalismo,
universalidad de su enseñanza, y seguro las respuestas a la pregunta son muchas
más. Yo me centraré en dos características que veo en él.
Ves a Yamada
Sensei dictar un seminario y a sus más de 70 años sigue siendo estricto y cuidadoso
pero aunque en sus clases haya miles de personas tengo la seguridad de que
muchas y muchos sentimos o queremos
pensar que la clase la está realizando para nosotros. Camina por todo el
tatami, corrige a algunas personas, observa y trata de igual manera a todos.
Sonríe y tanto a su llegada como a su salida está presto a saludar
informalmente. Permite que se tomen muchas, muchas fotos y siempre busca que
haya una referencia cercana de él. En ese sentido es un gran ejemplo para quien
quiere aprender un poco de relaciones públicas.
En cuanto a
su Aikido es evidente que es un gran didacta. Los movimientos que enseña pueden
ser ejecutados por miles de personas, sus explicaciones son accesibles y en
ocasiones divertidas. Lo anterior lo hace siempre preservando y enfatizando los
principios del arte. Sin duda su manera de enseñar Aikido es Universal. Tanto
asiáticos como europeos de oriente y occidente, americanos y personas de Oceanía
siguen su enseñanza. El Aikido de Yamada Sensei no tiene secretos ni gestos
innecesarios y aunque es un ser humano de cierta edad, es un Aikido físicamente
exigente. Sus alumnos se cuentan de todos los colores, sabores, tamaños y
edades. Yamada Sensei es un Aikidoca con un increíble don de gentes y su Aikido
es Universal.
Mantener el espíritu y construir un negocio
En algún
momento muchos de los practicantes terminamos enseñando. Generalmente comienza
esto cuando tu Sensei te pide que lo cubras en una clase. Poco a poco te vas
dando cuenta que es parte del proceso. Estar frente a un grupo es una de las
muchas aristas del aprendizaje. Luego, si tienes suerte, te piden que enseñes
en otro lugar que ya no es la escuela en donde aprendiste y si el viaje
continúa terminas manejando un Dojo.
Yamada Sensei
en esto también tiene mucho que enseñar. Su New York Aikikai, es quizá la
escuela de Aikido más antigua y exitosa de occidente y a esto se suma que es el
cuartel general de la Federación de Aikido de Estados Unidos, también una de
las organizaciones más fuertes de Aikido en el mundo. Tanto su dojo como su
federación son ejemplo.
Lo digo pues
ha sabido adaptarse a las generaciones, ha sabido leer la cultura del momento y
ha sabido hacer los ajustes necesarios para que el crecimiento de su escuela no
permita que se dejen de conservar los principios de un Dojo tradicional. En su
Dojo siempre podrás encontrar Uchi Deshis comprometidos con el arte y
estudiantes que llegan silenciosamente a las clases minutos antes de iniciar.
Al final de cada sesión se limpia el tatami y las clases son reflejo de la
calidad de enseñanza y de la diversidad cultural del mundo en el que nos tocó
vivir.
Al llegar al
New York Aikikai sientes esas ganas de quedarte, de saber que aprenderás mucho
Aikido, que la tarea será exigente pero que lo puedes lograr pues hay
estudiantes de todos los colores, sabores y tamaños. Sientes que puedes hacer
amigos y que a la hora de hacer Aikido estás haciendo un trabajo serio. El New
York Aikikai es ejemplo de un negocio próspero al servicio de la comunidad,
pero en el que la apertura no ha permitido que se pierda el arte. En esto
también debemos aprender de Yamada Sensei, en su capacidad de construir un Dojo
saludable financieramente y en el que se preserva el arte.
Las
anteriores son sólo algunas de las lecciones que quisiera explorar más
profundamente de mi encuentro con Yamada Sensei. Su puntualidad y
responsabilidad; su flexibilidad; su empatía y universalidad y su capacidad de
construir una escuela como el New York Aikikai. Parecen pocas, pero para mi son
grandes e invaluables lecciones de un SENSEI.
[1] Creo que Noriko Oba, asistente de Yamada Sensei en New York
Aikikai, es una persona que ha estudiado juiciosamente el Aikido de su Shihan y
en ella pueden reflejarse muy bien los movimientos de él.