VÍAS MARCIALES DE JAPÓN -
ENTRENAMIENTO DE LA UNIFICACIÓN CUERPO-ESPÍRITU
Traducido
por Angie Alejandra Bahena García,
Cuando visito los dojos bu jutsu (artes marciales) en diferentes lugares, me doy cuenta de
que muy pocos tienen un templo para los “Kami”.
Esto es especialmente verdadero en los dojos de las escuelas. Parece que la
gente moderna piensa que puede dominar el budo y entrenar en el bu jutsu
simplemente moviendo el cuerpo. Cuando observo a las personas que han estado
entrenando con esa actitud, y logro practicar intensamente con ellos, siento
una clase de pena inexpresable acompañada de una gran responsabilidad. Un
“dojo” es, como lo indican los caracteres con los que se escribe esta palabra,
un lugar de entrenamiento (Jo) de la “vía” (do o michi). Actualmente “dojo” es
sustituido por el término “fábricas”. A manera de analogía, a pesar de los
grandes avances en las ciencias y del progreso en la fabricación de aleaciones
y en la fundición de metales, las espadas modernas no tienen comparación con
las famosas espadas del pasado. Alcanzar un acuerdo entre la ciencia moderna y
las creencias del antiguo Shinto, constituye el gran camino que representa
nuestro objetivo. Me gustaría comprender la esencia del budo a través de este
espíritu de acuerdo entre lo antiguo y lo nuevo.
No es el filo de la espada lo que corta primero,
sino el sakki, el deseo sanguinario de matar lo que lo impulsa desde la
mente del atacante antes de que la misma espada se mueva. Yagyu Taiima no Kami,
el famoso profesor del tercer Tokugawa Shogun, Yagyu caminaba un día en un
jardín, seguido por un sirviente que fue asaltado repentinamente por un
pensamiento: “Si lo atacará ahora, incluso un gran espadachín como mi maestro
sería sin duda, incapaz de resistir…” En ese instante, como si hubiera sido
controlado por una gran ansiedad, Tajima no Kami regresó precipitadamente a sus
aposentos y habló con su sirviente “Mientras caminaba en el jardín, sentí que
el sakki me atacaba. Pero nadie excepto tu estaba presente. Lo que temo
es el sakki en donde ningún enemigo es aparente”.
La esencia del hacer la guerra es prever el plan
del enemigo de batalla. Mientras la flota Báltica de la Rusia Zarista se acerca
a nuestras aguas nacionales, las dificultades que enfrentaron el Almirante Togo
y sus hombres, incluyendo a Shimamura y Akiyama, fueron más grandes de lo que
las palabras puedan expresar. Casi no pudieron comer ni dormir. Su único
pensamiento era suplicar a los “kami”
para que preservaran su nación imperial. Un día, el Capitán Akiyama tuvo una
visión de la flota Báltica en una sola línea dirigiéndose al norte en los
estrechos de Tsushima entre Japón occidental y la península coreana. Cuando
éste, relató su sueño a su oficial en jefe, el almirante Togo se dio cuenta de
que la flota enemiga pasaría de esa forma y fue así que se decidió el plan de
batalla de nuestra nación (en base a ese sueño). Cualquiera que haya tenido
alguna vez una experiencia con inspiración admitiría de buena gana que tales
cosas ocurren.
Otro ejemplo, después de haber alcanzado cierto
nivel de entrenamiento en “el camino de la espada”, se puede sentir la
intención de cortar del enemigo antes de que el filo empiece a atravesar hacia
abajo. Yo mismo, tuve la experiencia de ver “la imagen de una bala” blanca de
una pulgada, y de escuchar su zumbido como si volara hacia mi antes de que
fuera realmente disparada, (una experiencia que) desafía completamente al
tiempo y espacio. Sin embargo, en el budo genuino, la simple previsión del plan
del enemigo no es suficiente. El equipar
el yo-interno con el poder de mover al enemigo de acuerdo con la voluntad
propia es la verdadera “Vía de los Dioses (kami
no michi). Esto es solo la punta del iceberg de la experiencia inspiradora
en relación al budo. Si los aprendices de bu
jutsu pudieran darse cuenta de que ellos deben honrar el “kami” y entrenar en la unidad del
espíritu y del cuerpo, se sorprenderían con su propio progreso.
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