lunes, 28 de mayo de 2012

Comparando dos estilos tradicionales japoneses aparentemente diferentes. Karate-Do y Aikido

Comparando dos estilos tradicionales japoneses aparentemente diferentes.
Karate-do y Aikido

Por Tom Muzila (SKA).
Tomado de http://www.shotokai.com/entrevistas/karaaiki.html
(Extractos)



Aikido y karate shotokan popularmente son vistos como estilos bastamente diferentes. La forma en la cual se aproximan a las artes marciales cuando aparentan surgir de lados opuestos, del espectro duro/suave. Aikido se le considera un estilo suave, mientras que shotokan es considerado un estilo duro. A pesar de esto comparten muchas similitudes.

Aunque muchos interpretan al Aikido como un estilo pasivo, Steven Seagal, instructor de alto grado, no está de acuerdo. "La meta fundamental del Aikido surge del concepto original de las artes marciales: matar el oponente," Seagal vivió en Japón por 15 años y estudió en el dojo central del Aikido en Tokyo. "Todos los beneficios mentales y espirituales abstractos son adquiridos a partir de esa base. Debes tener la capacidad de matar y poder cortar toda atadura mental a la vida para poder dar vida." Seagal también enfatiza que el verdadero Aikido es extremadamente peligroso. Un individuo no entrenado no sabe como caer o seguir los lanzamientos. En un combate real, alguien no entrenado seguramente se rompería las articulaciones, la espalda o el cuello.

Al contrario, la mayoría de la gente ve al estilo shotokan como un estilo duro. Aún así, en variados niveles técnicos y mentales, shotokan adquiere una apariencia mucho más suave.

Veamos los procesos a través de los cuales un practicante de aikido y karate evoluciona. En un comienzo un estudiante de karate normalmente ejecuta un golpe básico sólo en base a la fuerza muscular. Contrae sus músculos a través de toda la técnica. Los músculos se contraen y actúan unos contra los otros. Luego de varios meses de entrenamiento o un año el practicante, a pesar de todo, aprende a relajarse a través del golpe y sólo a tensar al final. En un nivel siguiente, ni siquiera tensa al final de la técnica, sino en cambio, alinea y conecta su cuerpo en el momento que la técnica se completa. Un individuo ha tenido que ejecutar miles de repeticiones para alcanzar este nivel. El nivel último encuentra al estudiante ejecutando técnicas completamente relajado pero con una conexión superior con su cuerpo a través de toda la técnica y poseyendo una fuerza espiritual interna tremenda. Este tipo de golpe se ve como el más suave, pero de hecho es el más penetrante de las cuatro etapas.

Sólo un bajo porcentaje de los practicantes de karate logra este nivel de técnica avanzada. El karateka debe dejar que su cuerpo encuentre la forma más económica y eficiente de golpear, esto a través de entrenamiento riguroso y diligente luego de miles de repeticiones con un estado mental apropiado.

Este concepto es muy similar al Aikido. La mayoría de las técnicas de aikido, dice Seagal, están basadas o en el cuadrado, el triángulo o el círculo. Cuando una persona comienza su práctica, ejecutará técnicas basado en un cuadrado. Después de seis meses o un año de práctica diligente, se graduará en el triángulo. Eventualmente, entre uno y dos años de entrenamiento, será introducido al círculo. En ese nivel, todas las técnicas se enseñan eficientemente y económicamente, con el mínimo de poder. El círculo evoluciona a una espiral continua y fluida.

Así pues, aunque los primeros años de entrenamiento de aikido y karate son interpretados en forma diferente, la evolución de la técnica es bastante similar. En su propia manera, graduados de cada estilo van desde un estado más estructurado y rígido a un estilo más relajado, eficiente y económico.

Aikido y karate tienen sistemas de ranqueo algo diferentes, pero ambos adhieren al concepto de dan (cinturón negro), que indica estados mentales, técnicos y espirituales similares. Ambos sistemas se basan en una vida de práctica y evolución personal. Morihei Ueshiba (a menudo llamado O-sensei), el fundador del aikido, era muy orientado a la mística y la espiritualidad. Seagal cree que O-sensei formó su sistema de rangos basado en el antiguo concepto de un símbolo Shinto. Dijo que los nueve círculos que rodeaban el símbolo, todos representaban planetas. El círculo central representaba el cielo divino sobre la Tierra.


Niveles en el Shintoismo

El sistema del fundador del Karate-do, Gichin Funakoshi, está basado en cinco dan. Los cinco niveles están esparcidos en una vida de práctica, similar a los diez danes del Aikido. Funakoshi utilizó el sistema ya establecido del judo y kendo como modelos. El connotado instructor Tsutomu Ohshima, cree que Funakoshi confeccionó el sistema de ranqueo basado en los cinco niveles de conciencia de un individuo cuando evoluciona en Zen, Budismo y Shintoismo.

Es interesante hacer notar como el sistema de ranqueo de Funakoshi se relaciona claramente con las religiones (filosofías) orientales. Shodan (primer dan, cinturón negro) indica que uno ha adquirido una fuerte base en las técnicas básicas y los sentidos físicos. En las religiones orientales, es referido al aprendizaje del control de los sentidos -- la vista, tacto, audición y gusto. Para adquirir el rango de nidan (segundo dan, cinturón negro), se debe lograr una comprensión de las combinaciones y cómo aplicarlas estratégicamente. En las religiones orientales, el segundo nivel representa el control de la inteligencia y estrategia y aplicarlas a la vida. Sandan requiere que uno logre una mente fuerte y calmada unida a la presencia de relajación en los hombros. La meta del tercer nivel en las religiones orientales es controlar y dominar una mente calmada y meditativa. Yodan enfatiza la unidad de la mente y el cuerpo relacionado con las técnicas. Se enfocan las obras humanitarias en este rango. El cuarto nivel de las religiones orientales hace hincapié en la conexión mente-cuerpo y se enfoca en la compasión. Godan enfatiza la impecable ejecución en la técnica y en el carácter moral. Involucra encausar la conciencia espiritual a través de un carácter personal disciplinado. La espiritualidad y unidad con Dios también son las mayores metas en las religiones orientales.

Aunque aikido está modelado en un sistema de 10 dan el proceso que se atraviesa es muy similar al de karate. Los niveles de evolución son también increíblemente similares a las religiones (filosofías) orientales. Los primeros dos niveles en aikido enfatizan básicos y combinaciones fuertes, como también una comprensión de la estrategia. Los grados tercero y cuarto se enfocan en la mente calmada y confiada que puede generar un fuerte ki (energía interna). Practicante en ese nivel emiten una mentalidad calmada y humilde. El quinto nivel pone énfasis en la espiritualidad y en la canalización del universo interno. Los cinco niveles restantes continúan ampliando las esencias espirituales y la canalización del universo interior. La habilidad de un individuo para enfocar el ki y sus habilidades de sanación también crece en esos niveles. Según Seagal, muy pocos individuos en el sistema del aikido actual pueden ejemplificar esas habilidades.

Hasta los niveles de estrategia y habilidad de lucha son excepcionalmente similares entre el aikido y el karate. El primer nivel de control sobre tu oponente es a través de combinaciones. En el siguiente nivel, cuando tu oponente se mueve, tú ya lo has vencido o golpeado. En el siguiente nivel, tú eres tan apabullador que tu oponente no se puede mover. Una persona en ese momento aprende a eliminar el espíritu de lucha de un oponente y luego a usar su momento contra el mismo. El nivel más alto es la absoluta prevención de la confrontación, en esencia armonizando la situación.

Ueshiba y Funakoshi eran muy diferentes en carácter, aunque muy similares en sus expresiones sobre conceptos y principios de artes marciales y su relación con la vida. Comparen, por ejemplo, las siguientes citas por los dos budoka (guerreros marciales) famosos:

Ueshiba : "A través de aiki, extiende todo tu poder para lograr una pacífica armonía con el mundo."

Funakoshi:"Siempre recuerden el contraste en estos tres elementos, fuerza y debilidad en el poder; extensión y contracción en el cuerpo; rapidez y lentitud en la técnica."

Ueshiba :"Vencer significa vencer la discordia mental en ti mismo. Es lograr la misión que se te ha propuesto."

Funakoshi: "Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; en mil batallas nunca estarás en peligro."

Ueshiba : "Competir en técnica, ganar o perder no es verdadero budo (vía guerrera). El verdadero budo no conoce derrota. Nunca derrotado significa nunca pelear."

Funakoshi: "Vencer 100 veces en 100 batallas no es la más alta habilidad. Calmar al enemigo sin pelear es la habilidad más alta."

Ueshiba : "El estado interno debe ser como un amplio mar calmado."

Funakoshi: "Un verdadero gran hombre no se ve perturbado aún cuando se ve confrontado a un evento o crisis inesperada."

Ueshiba : "La esencia de aikido no está en luchar con otros."

Funakoshi: "Una persona que realmente entrena en este do (vía) y realmente entiende karate-do nunca es llevado fácilmente a una pelea."

Queda claro por sus expresiones, Funakoshi y Ueshiba ejemplifican la importancia de no sólo hacer que vuestra mente y cuerpo sean uno, sino que vuestra práctica y vuestra vida sean una.

Las vías de aiki y karate son muy opuestas en elementos específicos, pero muy similares en otras maneras.

Hay muchas paradojas en el proceso. Aunque cada sendero es diferente, uno puede lograr estados mentales y técnicos similares en karate y aikido. Hasta maniobras avanzadas de lanzamientos ante ataques e irimi (entrar al ataque) poseen numerosos elementos de naturaleza similar.

Aunque hay diferencias sutiles en la manera que los brazos y piernas se mueven, los fundamentos y principios básicos de ejecución son iguales.

Las similitudes entre las dos artes caen en las siguientes categorías: mentalidad, alineamiento, conexión, timing, distancia, caderas y el estado del cuerpo. La mentalidad en la que una técnica es ejecutada es similar pues un practicante debe dejar su mentalidad de vida antes de ser atacado. Debe lograr este estado para poder sentir y hacerse uno con su oponente. Es el estado de no pensar concientemente, lo que los japoneses llaman mushin (sin mente).

Principios de aikido y karate se emplean dentro de parámetros muy similares. En ambos estilos un individuo debe poder moverse en la manera más eficiente y económica sin poder o resistencia externa. La mente, cuerpo y caderas, todos se mueven como una unidad, conducidas por un increíble sentido y espíritu interno. Ueshiba tenía un dicho que describe esta experiencia: "Mi oponente no puede quitarme mi fuerza pues no uso nada." La persona que puede adquirir este estado de "no-fuerza" logrará más velocidad. Podrá entrenar por muchos años para hacerse una fracción de segundo más rápido, pero en las artes marciales esa fracción puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.

¿Qué sucede cuando uno se enfrenta a un oponente de igual habilidad técnica y física? ¿Cuál será el factor decisivo en ese nivel de combate? La respuesta está en la mente - el factor más importante de todos. Uno que ha pulido su mente hasta obtener un cristal brillante luminoso, sin trabas mentales, ese tendrá ventaja. Para obtener este estado, el individuo debe superar cualquier influencia de barreras de dolor, emoción, miedo e inseguridad. Su entrenamiento habrá sido uno de los más rigurosos y disciplinados de su tipo. Debe experimentar el infierno en su entrenamiento para así apreciar el paraíso. El individuo con la ventaja mental sabe y siente en su mente que ha derrotado a su oponente aún antes del encuentro haya comenzado.

¿Por qué es tan difícil para la mayoría de los artistas marciales integrar y armonizar los diversos principios? Un individuo debe tener la capacidad mental para filtrar conceptos y teorías poco realistas en su entrenamiento. Debe tener buenos estudiantes seniors e instructores para guiarlo. Pero más que nada debe depender de si mismo para ver la verdad en su aplicación mental y técnica de las técnicas y la vida.

Sobre el autor: Tom Muzila es un alto grado bajo la dirección de Tsutomu Ohshima, en la SKA, Shotokan Karate of America.Este artículo apareció en inglés en Black Belt Magazine, Abril 1988.




sábado, 12 de mayo de 2012

INTELIGENCIA SIN PALABRAS

INTELIGENCIA SIN PALABRAS

Por: Gabriel Zaid
Cortesía Víctor Castillo

La inteligencia que conversa maravillosamente hace olvidar la inteligencia muda. La vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato entienden muchas cosas sin palabras ni interlocutor. Es una inteligencia íntima, incomunicable en el acto mismo de entender, aunque después sea tema de conversación.

Sabio consejo de un entrenador de box (al poeta Julio Hubard): No pienses. Razonar toma tiempo, por poco que sea. Te distrae de la realidad inmediata. Y en esa fracción de segundo te pueden noquear.

Hay una tradición milenaria que recomienda lo contrario: la previsión, el cálculo, el ponderar los pros y los contras. Actuar sin pensar se considera peligroso, inferior. Aristóteles llevó esa tradición al análisis de la inteligencia práctica y la deliberación (Ética nicomaquea). San Ignacio inventó un método para tomar buenas decisiones y llevar el control de su cumplimiento (Ejercicios espirituales). Pascal introdujo el cálculo de probabilidades como criterio para tomar una decisión (Pensamientos).

En el siglo XX, las ideas de estos precursores fueron convertidas en una disciplina amplísima que cubre desde el análisis matemático hasta las prácticas recomendables para decidir, cumplir y evaluar los resultados. Herbert A. Simon hizo en 1955 la apología y la crítica de esta “nueva ciencia”: las matemáticas pueden ser tan complejas y la información necesaria tan costosa que lo racional es proceder con una decisión satisfactoria, aunque no sea la óptima (The new science of management decision).

En este contexto, se entiende un bestseller de Malcolm Gladwell, Blink: The power of thinking without thinking. Empieza con un ejemplo contundente. El Museo Getty exhibe un kurós: una estatua griega arcaica que representa a un joven desnudo, de pie, con los brazos a los costados y el pie izquierdo adelantado, en una posición hierática que recuerda el arte egipcio. Lo compró en siete millones de dólares porque sólo hay una docena de kurós tan completos (pueden verse en Google Imágenes). Naturalmente, encargó estudios que duraron más de un año, antes de tomar tamaña decisión. Y, sin embargo, un conocedor y luego otro y otro dudaron al primer vistazo, sin ser capaces de explicar por qué. Se organizó un coloquio internacional para discutirlo, y las opiniones se dividieron. Actualmente se exhibe con un rótulo indeciso: “Greek, about 530 bc or modern forgery” (Griego, alrededor 530 A. de. C. o falsificación contemporánea).

El verdadero tema de Gladwell es la misteriosa capacidad de acertar de golpe, sin pensar y sin argumentos. Añade numerosos ejemplos de muy distintos órdenes. Pudo haber incluido el consejo del entrenador de box. Un buen golpe no se puede analizar, verbalizar, programar, ejecutar y controlar con la ciencia de Aristóteles, la sabiduría de San Ignacio, las matemáticas de Pascal o la nueva ciencia administrativa del decision making. No hay tiempo.

Quizá la subestimación de la inteligencia sin palabras venga de subestimar a los animales. Aunque hay una tradición que los admira y hasta les atribuye capacidad de razonar, como en las fábulas de Esopo o el Coloquio de los perros de Cervantes, hay otra que niega su inteligencia, o se empeña en distinguirla de la “verdadera”, que es la humana.

Los animales que observan con atención y exploran con curiosidad, que se coordinan para el vuelo o el ataque, que usan palos y piedras para lograr sus propósitos, que engañan intencionadamente, que avisan de peligros o lugares atractivos; que hablan con palabras humanas... parecen inteligentes, pero no lo son: los loros hablan sin saber lo que dicen.

Para confirmar la diferencia, se acumulan distingos: El hombre es el único animal que razona, el hombre es el único animal que ríe, etcétera. Se atribuye a Mark Twain una burla sobre esta obsesión de superioridad: “El hombre es el único animal que come sin tener hambre, bebe sin tener sed y habla sin tener nada que decir”.

El autónimo de muchas tribus (el nombre que se dan a sí mismas en su lengua: los inuit, los maidu, los qomlik, los tlingit) es la misma palabra que usan para decir ‘seres humanos’. Puede ser etnocentrismo (no ver a las otras tribus como realmente humanas); semejante al de los griegos, que llamaban bárbaros (es decir: ‘balbucientes’) a todos los pueblos que no hablaban griego. Pero es quizá antropocentrismo: distinguirse de los animales.

En todo caso, la inteligencia sin palabras parece menos inteligente o racional. Es un prejuicio milenario que ignora la refinada inteligencia de muchas formas de entender sin palabras, por ejemplo: al pintar un cuadro o contemplarlo; al componer música, interpretarla o escucharla; al catar un vino.

Un buen ejemplo son las observaciones de Daniel Barenboim a jóvenes pianistas que interpretan sonatas de Beethoven (Barenboim on Beethoven: Masterclasses, dos devedés de emi Classics). Dice cosas de mucho interés para escuchar mejor un fragmento que se repite bajo observación; pero sus palabras no siempre logran comunicar la observación. A veces tiene que tocar para hacerse entender; primero, imitando la deficiencia que señala, y luego haciendo el cambio que sugiere. La inteligencia musical tiene refinamientos que pueden apreciarse con el oído, pero no siempre pueden describirse verbalmente.

Los diccionarios de la lengua mejoran con dibujos o fotos, porque muchas cosas se entienden mejor mostradas que descritas con palabras. Hay incluso diccionarios puramente visuales que no sólo tienen esa ventaja, sino que permiten la búsqueda inversa, por ejemplo: saber cómo se llama tal parte de un automóvil. Hay uno gratis en línea (//visual.merriam-webster.com), y abundan los bilingües, como el excelente Oxford-Duden pictorial Spanish and English dictionary.

No hay soluciones semejantes para las cosas musicales, táctiles, gustativas, olfativas. Sería de gran utilidad un devedé que ilustrara musicalmente el significado de muchos términos. Que mostrara, no sólo los instrumentos musicales y sus partes, con sus nombres en diversos idiomas, sino que permitiera escucharlos separadamente y contrastarlos. Que, tocando versiones comparables de un mismo fragmento, permitiera escuchar la diferencia entre una composición escrita en clave de sol o en clave de fa; entre una interpretación lenta o rápida, con mucho o poco pedal, con rubato o sin rubato. Y así también qué es el timbre, la fuga, la tesitura.

Abundan los ejemplos de inteligencia sin palabras en la vida cotidiana:

-Cuando se busca a tientas algo que no se ve, el tacto sabe reconocer, por ejemplo: el apagador de la luz.

-Observando partes de un rompecabezas, no hace falta razonar con palabras para ver dónde van o no van.

-Bastan unos cuantos compases para saber lo que sigue de una pieza musical, aunque no se recuerde el título.

-Frenar oportunamente para no chocar es un acto reflejo, pero inteligente, que no da tiempo para hacer un análisis previo de los actos.

-En el fútbol americano, hay jugadas planeadas y explicadas a los participantes, pero también improvisaciones que aciertan sin plan previo y sin palabras.

-Muchos actos heroicos se hacen sin pensar y luego sorprenden al mismo que los hizo.

-La madre entiende lo que quiere un niño que no habla.

-Todavía no se sabe exactamente cómo se reconoce de quién es una cara, y los programas de computación que lo intentan son complicados y requieren grandes bases de datos; a diferencia de una persona que reconoce a otra inmediatamente.

-La misma persona no sabría fácilmente describir esa cara conocida con palabras, ni siquiera apoyándose en los recursos para construir un retrato hablado.

-Tampoco es fácil describir por teléfono un cuadro abstracto.

- Ni explicar a qué sabe un platillo exótico a quien nunca lo ha probado.

Así como se habla de inteligencia artificial y de edificios inteligentes, puede hablarse de inteligencia sin palabras en general, pero conviene distinguir tipos de contacto:

1. Inteligencia puramente física. Sensores fotoeléctricos, piezoeléctricos, químicos, electromagnéticos. Cosas que se entienden entre sí: el agua con el vaso, los clavos con el imán, la veleta con el viento, la llave con la cerradura, la bola con el hueco de la ruleta. Partículas, sustancias o cuerpos que responden a cuerpos o campos cambiando de lugar, de velocidad, de forma, de temperatura, de presión, de voltaje; o resistiendo, disolviéndose, desintegrándose.

2. Inteligencia vegetativa. Adaptaciones automáticas de la vida al medio. Los girasoles siguen la posición del sol a lo largo del día. Las pupilas se dilatan cuando reciben menos luz.

Las defensas salen al encuentro de virus y bacterias, los reconocen y los destruyen.

3. Inteligencia sensorial. Contactos sentidos. Los ojos (los oídos, las manos, la lengua, las narices) reciben estímulos, los retienen (grabando imágenes efímeras o permanentes de la experiencia sensorial), los comparan con imágenes previas que están en la memoria y los interpretan.

El tacto se concentra en las yemas de los dedos, pero toda la piel puede sentir calor o frío, presión o vacío, formas y texturas, piquetes, acidez, quemaduras. El medio interno también puede sentirse: hambre, sed, palpitaciones. Las diferencias y los matices, el placer y el dolor de las sensaciones en este tipo de inteligencia corresponden a un solo sentido que las identifica, las diferencia por contraste y mide su intensidad.

4. Intelección con todo el cuerpo, integrando dos o más sentidos para identificar algo, situarlo en su contexto y resolver problemas del medio externo (por ejemplo, evitar un golpe), interno (por ejemplo, guardar el equilibrio) o ambos (por ejemplo, marchar, bailar o aplaudir con ritmo). Implica interpretaciones y respuestas instantáneas, no reflexivas y esencialmente mudas, aunque pueden incluir gritos, gemidos o interjecciones.

5. Lectura de signos naturales, no simbólicos ni verbales. Presagios de lluvia. Presagios de un desmayo. Sonrisas. Caras de disgusto o de pánico. Señales de inteligencia.

Un entrenador de budismo Zen aconseja (con palabras desconcertantes o con actos inusitados que parecen no venir al caso) salir de la película del fantaseo mental y sus razonamientos, abrir los ojos a la realidad y entender directamente las nubes que avanzan lentamente, los álamos que menea el aire.

No pienses. Mira la eternidad en la que estamos sumergidos.

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