Resiliencia y Aikido
Por José Santos Nalda Albiac, 5º Dan
Tomado de: https://www.elbudoka.es/revista/budoka18.pdf.
Revista Bimestral de Artes MarcialesNº18 año III.
Noviembre – diciembre de 2013.
Nage:D. Halprin. Uke: A.LLanes. Fotos cortesía Marcos López. Bogotá, 2006.
Enseñanza Zen
El samurái del siglo XV tenía en gran honor poder demostrar su aguante imperturbable ante el cansancio, el hambre, el frío, el dolor, el peligro, los caprichos de su señor, las amenazas, el engaño, la enfermedad, las órdenes de costoso y arriesgado cumplimiento, los ataques sorpresa, etc., manteniendo el coraje intacto frente a toda dificultad, incluso ante la muerte segura e inminente. Su vida estaba al servicio de los intereses de su Daimyo, y su mayor honor residía en cumplir las tareas que le asignaban por difíciles y peligrosas que fuesen.
Esta actitud de entereza y coraje, frente a todo, junto a otras cualidades es lo que ha hecho de la casta samurái el arquetipo ideal del guerrero de todos los tiempos.
En el siglo XXI, y en nuestra sociedad postmoderna, el budoka como figura equiparable al samurái, vive y se desenvuelve en un entorno difícil, en el que sólo ha cambiado la forma de los ataques y peligros físicos, en problemas, conflictos y contrariedades de índole principalmente material, económica o psicológica, pero que suponen un desgaste continuo de la persona que desconoce los recursos de autoprotección latentes en todo ser humano.
La resiliencia
Este concepto fue introducido en el ámbito psicológico hacia los años 70 por el paido-psiquiatra Michael Rutter, que se inspiró en la idea de la resistencia de los materiales definida por la Física como resiliencia, a la que añadió el concepto de flexibilidad social adaptativa.
Otros autores la definen así:
“La capacidad humana de enfrentar, superar, aprender y aún verse transformado ante las adversidades inevitables de la vida”
Dra. Hedit Henderson Grotberg, una especialista en Resiliencia de la Georgetown University, Washington, DC.
“La capacidad del ser humano para reponerse de un trauma, y sin quedar marcado de por vida, ser feliz”
Boris Cyrulnik (neurólogo, psiquiatra y etólogo francés)
“La capacidad de proteger la propia integridad bajo presión, y más allá de esta resistencia, capacidad para forjar un comportamiento vital positivo, pese a las circunstancias difíciles”.
Stefan Vanistendael Secretario general adjunto, BICE Ginebra. Experto mundial en resiliencia.
Como es sabido, en el transcurso de la vida todos nos enfrentamos a eventos favorables y adversos, esperados o inesperados, que están fuera del alcance de nuestra voluntad, pero que nos afectarán de modo favorable o negativo, según la actitud que adoptemos.
La resiliencia en el ámbito humano y social, es la capacidad que tiene una persona para soportar y superar sin desánimo, circunstancias difíciles, adversas o dolorosas.
El hecho de estar afectado por contrariedades en vez de hundirnos en la resignación y el pesimismo, ha de ser vivido como un proceso de crecimiento y transformación mediante la forma de pensar, las actitudes y la conducta a seguir frente a tales situaciones. Tener resiliencia significa que, aún en medio del dolor o del sufrimiento ante los acontecimientos adversos, se mantiene un estado de ánimo pleno de coraje, de optimismo y de confianza en sí mismo, para superar, soportar o aceptar las contrariedades por grandes que sean, sin dejarse vencer por ellas.
Un famoso terapeuta contemporáneo, Daniel Goleman en su libro “La inteligencia emocional”, nos enseña que: “la capacidad de perseverar ante el fracaso, o inteligencia emocional es la opción que tenemos de motivarnos a nosotros mismos, y perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera en nuestras facultades racionales, y la capacidad de empatizar y confiar en los demás”.
Es un hecho constatable que los procesos y formas de trabajo en la actualidad son complejos y cambiantes, exigiendo de las personas la máxima competencia y rendimiento constante, sin que a veces tal imposición vaya acompañada de los apoyos que necesita el individuo, como la comprensión y el reconocimiento o gratificación de sus superiores, elementos que justificarían y harían soportable el esfuerzo requerido.
La Psicología considera “resiliente” a toda persona que enfrenta y soporta la adversidad desde una actitud de lucha, resistencia y adaptación, sin rendirse en ningún momento. Esta es la actitud que debiera aprender a conservar el budoka en el tatami y en su vida cotidiana.
El psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi afirma que: “Una persona puede hacerse a sí misma, feliz o miserable, independientemente de lo que esté realmente sucediendo “fuera”, tan solo cambiando los contenidos de su conciencia...”.
La misma convicción manifestaba, en 1945, el psicoterapeuta Viktor Frankl a partir de sus experiencias como prisionero en un campo de exterminio nazi: “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento” Viktor Frankl (1905-1997). Psiquiatra y psicoterapeuta austriaco, autor de la teoría psicológica conocida como logoterapia.
La resiliencia no consiste sólo en resistir, sino sobre todo en mejorar.
La resiliencia determina el comportamiento del budoka en situaciones y tiempos difíciles, favorece la conservación del equilibrio psicosomático, y permite atravesar los sucesos adversos con el menor daño anímico, obteniendo incluso algún beneficio, ventaja o aprendizaje, de ese mismo contratiempo.
¿Quién no ha tenido uno o más reveses en su vida...? ¿Y cómo hemos salido de ellos, o qué secuelas nos han dejado...? ¿Quién nos ha enseñado a superarlos, o a soportarlos, con el menor sufrimiento posible...? Los entrenamientos de Aikido, o de cualquier otro arte marcial, nos han de enseñar a transferir a la vida cotidiana todos los principios y estrategias propios del Budo.
Cuándo de repente nos vemos involucrados en un problema, ¿qué hacer...?
1.- Admitir que tenemos un problema. No sirve de nada querer ignorarlo.
2.- Buscar el origen o la causa del mismo.
3.- Buscar la solución. ¿Qué puedo hacer...? ¿Cuándo...? ¿Cómo...?.
4.- ¿Qué haré si las cosas no salen como espero...? Ante todo, no actuar impulsivamente.
5.- Perseverar a pesar de los obstáculos.
6.- No frustrarse ante el fracaso repetido y seguir adelante aprendiendo de cada contrariedad.
7.- Buscar la ayuda de otros vínculos de apoyo.
Según afirman los especialistas, es posible el aprendizaje práctico de la resiliencia justamente cuando llega la adversidad, a condición de observar las pautas señaladas a continuación.
EL CAMINO HACIA LA RESILIENCIA
La hoja de ruta para desarrollar la resiliencia contempla, entre otras cosas, la puesta en práctica de los siguientes requisitos:
– Cultivar y mantener buenas relaciones con todos.
– Percibir y anticipar las tendencias de los procesos en los que estamos involucrados.
– Captar, comprender y aceptar la realidad tal cual es.
– Aceptar lo irremediable y adaptarse a la nueva situación.
– No considerar el obstáculo como insuperable.
– Humor para reírse de sí mismo, no caer en la autocompasión, y preguntarse ¿Qué aprenderé de todo esto…?
– Confiar en los propios recursos y conocimientos.
– Controlar las reacciones viscerales.
– Relativizar la adversidad que ha llevado al fracaso, porque la vida sigue.
– Considerar la situación desfavorable como una oportunidad para hacer algo nuevo o diferente, que ayude a superarla.
– Apoyarse en los valores éticos de las personas, escapando a la tentación del “todo vale” para lograr el objetivo.
– Coraje o espíritu de lucha que no se desanima ni acobarda ante nada, porque el temple se pone a prueba en las circunstancias más difíciles.
Es una realidad innegable que las circunstancias adversas nos afectan y minan el ánimo, pero a veces hace más daño la forma de tomarlo en consideración, que el mismo acontecimiento contrario a nuestros objetivos.
La resiliencia protege al aikidoka frente al caos y le ayuda a descubrir nuevas pautas de conducta positiva como el mejor medio para salir del “atolladero”, minimizar el grado de afectación anímica, fortalecer la confianza en sí mismo y apoyarse en una actitud de optimismo, tomando el obstáculo y la crisis como una oportunidad para ejercitar el aguante, el coraje y el aprendizaje de nuevas estrategias.
Este aprendizaje no ha de ser únicamente teórico, como la lectura de un libro o escuchar una conferencia, ni se consigue de la noche a la mañana, no existen fórmulas mágicas, sino poniendo en práctica las pautas señaladas, en cada ocasión de dificultad, frustración, desagrado, conflicto, etc.
La educación de los hijos de los samuráis concedía especial importancia al desarrollo de su capacidad de resistencia, sometiéndolos a todo tipo de privaciones y dificultades, como pasar hambre, frío, miedo, sed dolor, soledad, peligro etc., con el único fin de forjar un carácter indomable, capaz de soportar cualquier penalidad en el cumplimiento de su deber.
Evidentemente hoy consideramos estos métodos como actos de crueldad innecesaria, pero es innegable que en aquella época cumplían los resultados esperados. Por otra parte todos sabemos que en la actualidad y en los mejores ejércitos del mundo existen unidades especiales en las que sus componentes son formados con idénticos métodos o incluso más exigentes.
¿Será porque la mejor escuela de resiliencia se encuentra en la vivencia personal de las dificultades…?.
La cultura japonesa enfatiza la importancia de levantarse tras una caída, esta enseñanza se expresa con el aforismo “nana korobi ya oki” que se traduce literalmente “caer siete veces, levantarse ocho veces”. Cada vez que se levanta se renace con mayor ímpetu, y con un mejor conocimiento de la dificultad a superar.