Aikido
y Za-Zen (respiración, relajación y concentración)
Autor Anónimo
Esta posición es ideal
para el trabajo del mundo interior, la concentración, la relajación y la
observación de las partes anatómicas y sus funciones. Nos permite un mejor
conocimiento de nosotros mismos y sentir mayor bienestar físico y psíquico.
Los músculos de la cara
están relajados; los labios distendidos y entreabiertos. Los ojos deben
mantenerse entornados, de manera que la mirada se sitúe en la frontera entre el
mundo interior y el exterior, para percibir lo que ocurre en nuestro entorno
sin que nos perturbe.
La región abdominal
inferior debe estar tensa, de manera que con la solidez de las caderas se
mantenga erguido el tronco. Las piernas con alguna separación, y el dedo pulgar
del pie izquierdo estará sobre el mismo dedo del pie derecho. Los hombros y la
región cervical relajados; los brazos, cayendo a lo largo del cuerpo de forma
natural, descansando la mano izquierda sobre la derecha.
El ritmo respiratorio, cadencioso;
la exhalación, lenta y muy prolongada, con el diafragma empujando hacia arriba.
Debemos conseguir la salida máxima de aire impuro de forma gradual, efectuando
un último gesto de garganta con el fin de empujar los restos de aire que queden
en esa zona.
La inhalación es breve
y suave. Esta porción de aire tomada realiza el siguiente circuito: baja en
vertical, imaginando que recorre la médula espinal, para por el bajo vientre y
se detiene en el ombligo; los músculos abdominales se comprimen, alcanzando los
extremos de ambos costados; finalmente, se expulsa el aire hacia arriba, que
debe golpear el paladar y salir libremente al exterior.
Concentrados en el
ritmo respiratorio, es como si nos encontráramos en un sueño sin perder la
consciencia. Una vez conseguida cierta práctica, resulta verdaderamente eficaz;
en poco tiempo se restablece la energía y desaparecen el estado de abatimiento
y el cansancio.