viernes, 8 de marzo de 2013

Los autos más valiosos


LOS AUTOS MÁS VALIOSOS

Por Gonzalo Gallo González 
 
Buenos Aires, Argentina
 
El filósofo griego Diógenes es uno de esos personajes que dejó una huella imborrable. Lo que sabemos es que vivía en una tinaja con total desapego y del modo más natural posible. Se cuenta que recorría a veces las calles con un farol, lo acercaba a la cara de los atenienses y decía: “busco un hombre”. En otras palabras, busco alguien transparente, sin ego, sin ataduras materiales, sin doblez ni ambición. Dicen que un día Alejandro Magno se puso frente a su tinaja y le dijo: “pídeme lo que quieras”. “Solo te pido que te apartes un poco porque me tapas el sol”, le respondió Diógenes sin inmutarse. Vivía con lo mínimo y de diversas formas se burlaba del estilo de vida centrado en poseer y aparentar. Murió en el 323 a.C., y enseñó que el sabio debe liberarse de sus deseos, silenciar su ambición, y tener autoconocimiento y autocontrol. Esos son los autos más valiosos y los que dan felicidad.
 
¿Qué es felicidad? Es amarse y amar, es un estado de armonía y coherencia, es conciencia amorosa, es la paz interior que nace de actuar con un buen corazón. Felicidad no es ausencia de obstáculos ni un edén sin espinas, ya que la vida no es un cuento de hadas. Hay pruebas para todos, pero con el poder de la fe y la magia del amor eres feliz a pesar de la adversidad. El dolor es parte de la vida y, cuando se acepta con amor, no se sufre y no hay desespero. En efecto, el sufrimiento solo acosa a la mente que no acepta las penas y se hunde con ellas. El sabio es feliz porque no tiene apegos y acepta los vaivenes del destino sin renegar. Felicidad es asombrarse con las maravillas, gozar con lo mínimo y sonreír con lo básico. Sé feliz con el vuelo de una mariposa, una gota de rocío, un trino y la compañía de los que te aman. Para ser feliz necesitas ese autoconocimiento y autocontrol que cultivas con inteligencia emocional.

Vive alerta con tres enemigos de la felicidad y la paz interior: el orgullo, el odio y la rabia. Aprende a ser humilde porque el orgullo aleja a los seres humanos y la sencillez los une. No te creas más que nadie, destierra la soberbia y nunca pongas el poder por encima de tu salud y tu paz. Ten sumo cuidado con el cáncer del ego y el odio, véncelos con un perdón profundo y generoso. El odio te pasa factura, te ancla en un ayer amargo y te pone mal mientras tu ofensor acaso es feliz. El odio y la rabia enferman y, te amas de verdad si aprendes a relajarte y a ser flexible para alejar la ira. Muchas rabias nacen de no amarte, de querer controlar a otros y de no aceptar la realidad. Tu reto es estar vigilante, como lo enseñaron Diógenes y tantos sabios. Hoy, como hace siglos, conserva toda su vigencia una máxima que se puede enunciar así: “conócete y contrólate a tí mismo”. De eso también habló Lao Tse cuando afirmó: “poderoso es el que conquista a los demás, sabio es el que se conquista a sí mismo”. ¿Cuántas personas encontraría hoy Diógenes en las calles con autocontrol?.

 

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