LOS AUTOS MÁS VALIOSOS
Por Gonzalo Gallo González
Buenos Aires, Argentina
El
filósofo griego Diógenes es uno de esos personajes que dejó una huella
imborrable. Lo que sabemos es que vivía en una tinaja con total desapego y del
modo más natural posible. Se cuenta que recorría a veces las calles con un
farol, lo acercaba a la cara de los atenienses y decía: “busco un hombre”. En
otras palabras, busco alguien transparente, sin ego, sin ataduras materiales,
sin doblez ni ambición. Dicen que un día Alejandro Magno se puso frente a su
tinaja y le dijo: “pídeme lo que quieras”. “Solo te pido que te apartes un poco
porque me tapas el sol”, le respondió Diógenes sin inmutarse. Vivía con lo
mínimo y de diversas formas se burlaba del estilo de vida centrado en poseer y
aparentar. Murió en el 323 a .C.,
y enseñó que el sabio debe liberarse de sus deseos, silenciar su ambición, y
tener autoconocimiento y autocontrol. Esos son los autos más valiosos y los que
dan felicidad.
¿Qué es
felicidad? Es amarse y amar, es un estado de armonía y coherencia, es
conciencia amorosa, es la paz interior que nace de actuar con un buen corazón.
Felicidad no es ausencia de obstáculos ni un edén sin espinas, ya que la vida
no es un cuento de hadas. Hay pruebas para todos, pero con el poder de la fe y
la magia del amor eres feliz a pesar de la adversidad. El dolor es parte de la
vida y, cuando se acepta con amor, no se sufre y no hay desespero. En efecto,
el sufrimiento solo acosa a la mente que no acepta las penas y se hunde con
ellas. El sabio es feliz porque no tiene apegos y acepta los vaivenes del
destino sin renegar. Felicidad es asombrarse con las maravillas, gozar con lo
mínimo y sonreír con lo básico. Sé feliz con el vuelo de una mariposa, una gota
de rocío, un trino y la compañía de los que te aman. Para ser feliz necesitas
ese autoconocimiento y autocontrol que cultivas con inteligencia emocional.
Vive
alerta con tres enemigos de la felicidad y la paz interior: el orgullo, el odio
y la rabia. Aprende a ser humilde porque el orgullo aleja a los seres humanos y
la sencillez los une. No te creas más que nadie, destierra la soberbia y nunca
pongas el poder por encima de tu salud y tu paz. Ten sumo cuidado con el cáncer
del ego y el odio, véncelos con un perdón profundo y generoso. El odio te pasa
factura, te ancla en un ayer amargo y te pone mal mientras tu ofensor acaso es
feliz. El odio y la rabia enferman y, te amas de verdad si aprendes a relajarte
y a ser flexible para alejar la ira. Muchas rabias nacen de no amarte, de
querer controlar a otros y de no aceptar la realidad. Tu reto es estar vigilante,
como lo enseñaron Diógenes y tantos sabios. Hoy, como hace siglos, conserva
toda su vigencia una máxima que se puede enunciar así: “conócete y contrólate a
tí mismo”. De eso también habló Lao Tse cuando afirmó: “poderoso es el que
conquista a los demás, sabio es el que se conquista a sí mismo”. ¿Cuántas
personas encontraría hoy Diógenes en las calles con autocontrol?.
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