“Trabajad
para ser mejores personas, la defensa personal viene por sí sola”
Por:
A. Martín
L. Núñez
En Aikido se hace más énfasis en la
parte mental, al dar por supuesto que la física es obligatoria para su
entrenamiento (lo cual es evidente sí presenciamos cualquier entrenamiento en
un dojo). Durante el entreno se pide calma y relajación, pero la calma no es
estancamiento o involución. Es como la respiración, sustento de vida, fuerte y
capaz de conservar su lugar con solo continuar siendo ella misma.
En principio todos los movimientos de
Aikido son sencillos, naturales y lógicos. Debemos apartarnos de lo artificial
y descubrir las razones de todos los gestos que se ejecutan en el curso de la
demostración de una técnica. No basta con que estas razones se expliquen por el
instructor al alumno, es necesario que éste compruebe por sí mismo su verdad.
Al comienzo del estudio de una
técnica, es preciso analizar los movimientos, realizándolos lentamente para
darse cuenta de sus menores detalles, luego tales movimientos van acelerándose
progresivamente, hasta que se alcanza
una velocidad normal de ejecución.
Un método que da buenos resultados es
entrenarse sólo, con la propia “sombra” repitiendo continuamente todos los
movimientos de las técnicas y obligando a nuestro cuerpo a aprender en
silencio.
Por otra parte, es necesario mantener
un buen equilibrio, una actitud adecuada y elegante, y un desplazamiento
fundamental.
En definitiva, conseguir que todo el
cuerpo participe en el movimiento. Acostumbrarse a respirar profundamente antes
de comenzar cada una de las técnicas, o incluso antes de cada movimiento de las
mismas. No desplazarse de un lado a otro sin objeto bajo pretexto de no volver
la espalda a Uke. El verdadero camino es siempre el más sencillo y con
frecuencia el más directo.
Recordar que es más apropiado no
volver la espalda al Uke antes y durante la ejecución de la técnica. Pero para
esto no existe regla alguna; es más bien una cuestión de espíritu que de forma,
y depende de cada caso específico. Como cuestión de espíritu y actitud,
quisiera redactar una enseñanza de la Escuela
Yapyu de Sable en la que se hace especial hincapié en que la actitud es
mucho más importante que la técnica en sí.
SIN
ESPADA
Estar “sin espada” no significa
necesariamente que debes apoderarte de la espada de tu adversario. Tampoco se
refiere a que debes hacer una demostración que enaltezca tu reputación. El arte
“sin espada” es liberarte de la muerte cuando no tienes arma. La intención
básica no tiene nada que ver con tratar deliberadamente de arrebatarle la
espada a tu oponente. Tampoco se trata de alcanzar insistentemente lo que está
fuera de tu alcance. Intentar no aterrarse para evitar ser despojado se llama
asimismo “sin espada”. Si una persona trata a toda costa de que no le arrebaten
la espada, olvidará cuál es su oponente y se aferrará exclusivamente a la idea
de no perder su arma. El principio no es hacer un arte el hecho de arrebatarle
la espada al adversario, se trata de aprender cómo evitar ser herido por otro
cuando uno mismo está sin arma.
Este arte no tiene el propósito de
apoderarse de otras armas ni de matar al oponente. Tomar el arma no es la
intención original, el propósito es obtener una adecuada comprensión del ámbito
de seguridad: esto implica mesurar la distancia que te separa de tu
contrincante en la cual su arma no te hiere.
Si conoces exactamente la distancia en
la cual estás fuera de su alcance no debes temer de la espada de tu adversario.
Cuando tu cuerpo está expuesto al ataque, piensas activamente acerca de esa
exposición. De igual modo, cuando no tienes espada y además estás fuera del
alcance de la espada enemiga, no puedes arrebatársela, debes estar dentro del
ámbito de ataque para poder coger la espada, por ello debes exponerte a la
muerte para obtenerla.
“Sin espada” es el secreto más
importante. La postura física, la posición del arma, la distancia, el
movimiento, la estrategia, la apariencia y la intención: todo esto proviene de
la actitud "sin espada”. Este es el corazón de la enseñanza. Espero que os
sea tan útil como nos los ha sido a nosotros y ayude a que vuestra actitud sea
menos “hombre” y más caballero.
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