El fundador
del aikido: El desapego material
Por Kisshomaru
Ueshiba(December
1978),
Traducido por Roberto Vidales Ibarra
(México Aikido)
Tomado de:
http://todoaikido.blogspot.com.ar
El siguiente artículo fue preparado con la amable
asistencia de Jason Wotherspoon, de Australia. También agradecemos al Doshu
Kisshomaru Ueshiba por su amable permiso para publicar estos resúmenes de
capítulos.
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Hasta ahora este libro ha tocado una de las muchas
facetas de la personalidad de O-Sensei, esto es, el lado devoto de su carácter.
Había, sin embargo, muchos otros aspectos de su complicada naturaleza que sólo
podrían ser descritos como infantiles. En este capítulo se revelará un lado más
humano del fundador, sólo visto por su familia, sus amigos íntimos y sus
discípulos más avanzados. El fundador era negligente en asuntos materiales hasta
el punto en que su familia, y especialmente su esposa, Hatsu, tenían que pasar
grandes sacrificios a lo largo de los años.
Hablando de este tema, hay una interesante anécdota
narrada por el señor Gozo Shioda, director de la escuela Yoshinkan, quien con
frecuencia acompañaba al fundador en los años que precedieron a la guerra. Un
día, mientras mi padre y el señor Shioda viajaban en tren, un hombre que estaba
parado junto al fundador de repente se levantó de un sobresalto en una postura
rígida e inmóvil. El señor Shioda recuerda lo siguiente: “O-Sensei sonrió y se
puso a reír. Pensé que seguramente se trataba de un viejo conocido. Pero cuando
el tren arribó a la siguiente estación y el maestro dijo: ‘Bueno, ¡márchate!’ y
el sujeto salió corriendo del tren, pregunté quién era. Me sorprendí cuando
O-Sensei dijo: ‘era un carterista’. En todo caso, cuando el ladrón deslizó
sigilosamente su mano dentro de la bolsa interior del maestro, éste, en un
parpadeo, torció con fuerza la muñeca del sujeto y el cuerpo del ladrón se
entumeció y se levantó inmóvil. Fue un tipo tonto al tratar de robar al
‘kamisama’ de las artes marciales, pero estuve muy impresionado de ver que
O-Sensei, con toda calma, había dejado ir al carterista. Debido a que O-Sensei
no llevaba dinero alguno, creo que no tenía la sensación de haber sido víctima
en ese momento…”.
No sólo O-Sensei carecía del hábito de llevar mucho
dinero, sino que, para viajar, caminaba pasando frente a los empleados de la
estación de trenes con un aire digno, pero sin boleto de tren. Le confiaba todo
su dinero y sus pertenencias a quien estuviera acompañándole en el momento.
Hasta donde yo sé nunca fue detenido y la razón debió haber sido que los
empleados de la estación eran de alguna manera intimidados por él.
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Entre las idiosincrasias de O-Sensei estaba su
insistencia en llegar al menos con una hora de anticipación al horario de
partida de un viaje, aún cuando a veces cambiara de parecer luego de estar dos
o tres minutos en el tren y regresara a casa. En ocasiones llegaba incluso a
abandonar el tren sin pronunciar palabra alguna a su compañero de viaje, provocándole
una gran confusión. Es difícil decir qué le ocasionaba este tipo de
comportamiento.
Probablemente era debido a que la intuición
altamente desarrollada de O-Sensei había percibido que algo estaba mal en la
condición de su cuerpo o que preveía algún evento desagradable para el viaje.
Además, con frecuencia reaccionaba de manera negativa hacia su compañero de
viaje y encontraba que la conversación era insoportable. Hubo un incidente
cuando estaba conversando en forma agradable con un hombre en el tren pero,
debido a una razón desconocida, la plática se tornó molesta para el fundador y
éste se levantó de su asiento, dejando que el hombre me instruyera a mantener
la conversación.
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