Meditación y movimiento. Aikido y espiritualidad
Escrito por Juan Pablo Sentíes
Santos
Al analizar las técnicas del aikido, apreciaremos
mejor las diferencias que existen entre otros budos, como el karate y el judo.
El karate se practica con atemis de puño, barridos
y patadas. Sus movimientos generalmente se efectúan en línea recta.
El judo, en general, se practica a partir de
agarres y presas de mangas y solapas, donde se busca el momento de proyectar e
inmovilizar.
En el aikido se mantiene alejado, observando los
movimientos del adversario. En el momento de contactar se reacciona aplicando
la técnica más adecuada. Se emplea como en el judo la técnica del tirón y el
empuje: es decir, “tira cuando te empujen y empuja cuando te tiren”. Igual que
en el karate hay atemis y ataques de pies, pero sus movimientos son curvos o
circulares, donde todo ataque lanzado en línea recta se absorbe y canaliza
controlándolo con un movimiento circular, con un efecto centrípeto hacia un centro
situado aproximadamente en el abdomen del aikidoca.
Las técnicas del aikido han de ejecutarse como se
escribe la caligrafía, esto es con un único trazo firme, continuo, sin apenas
interrupción y rápidamente. La trayectoria circular de un movimiento no tiene
ni principio ni fin, de forma que el flujo de energía que lo anima no se
interrumpe en su fluir constante.
Estas técnicas se fundamentan en la esgrima
japonesa (kendo y iaido). Es con estos budos el kenjutsu y el jojutsu, con los
que más se identifica, dada la influencia del creador, puesto que las practicó
y dominó para llagar a conformar el actual aikido.
El aikido debe ser practicado con mucha
flexibilidad y dinamismo, con desplazamientos muy cortos y rápidos, aquí es
necesario poner atención en el trabajo de las caderas, buscando proyecciones
cortas para provocar el desequilibrio sobre el ataque.
La práctica del aikido consiste en series de formas
espirituales sin fin. Van muy unidas las técnicas con el concepto filosófico,
de tal forma que en su ejecución no pueden separase, en donde se está más allá
de la concepción de las formas.
Los practicantes (uke y tori) van tomando contacto
y de una forma espontánea surge la técnica más
apropiada.
El sentido de victoria o derrota es eliminado en
este estilo altamente ceremonioso, y las técnicas se asimilan en forma de
“katas con compañero”. En cooperación con otro practicante, cada movimiento se
repite hasta ser completamente asimilado y llegar a ser una acción condicionada
espontáneamente.
Se insiste que el aikido es meditación en
movimiento, y que la respiración está relacionada con la técnica, más que con
los principios, esto mismo se puede aplicar a la gran mayoría del quehacer humano,
donde la acción debe acompañarse de su correspondiente meditación o reflexión
para llevar a cabalidad dicha acción. Al practicar aikido, lo más importante es
que uno crea en uno mismo y en lo que está haciendo, en lugar de enfocarse en
lo que hacen los demás. Hay que olvidarse de la conducta de los otros y ser
sincero consigo mismo, esa es la esencia del aikido.
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